El “salmón” impreso en 3D, ni es filete ni pescado

La comisaria de Seguridad Alimentaria exige no inducir a error a los consumidores

Porción de "filete de salmón" impresa en 3D

Porción de "filete de salmón" impresa en 3D / Revo

Lara Graña

Lara Graña

La lista de ingredientes la compone un galimatías de nombres desconocidos entre profanos: carragenato (concentrado obtenido de algas rojas), pasta de konjac, Schizochytrium (una especie de “microalga”, según el fabricante), microproteína o proteína de soja. Su aspecto final es similar al de una porción de salmón y en el envase aparece destacada la palabra “filete”.

Pero ni es un filete –la Real Academia define este término como “loncha delgada de carne magra o de pescado sin espinas”– ni es salmón. Aunque quiere parecerse al máximo. Se trata de un producto de la compañía austríaca Revo y está hecho con una impresora en tres dimensiones. La pasta de su composición sale de un dispensador, que la moldea, distribuye y decora para que se parezca a una porción de este pescado. Una transgresión nueva de las alimentarias especializadas en oferta vegana y que ha llegado que ha llegado al Parlamento Europeo.

El “salmón” impreso en 3D, ni es filete ni pescado

Envase del producto de Revo / Revo

Ha sido el eurodiputado italiano Alessandro Panza el que ha elevado esta controversia a la comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides. “Una nueva empresa austriaca que comercializa alimentos veganos visualmente idénticos a los productos pesqueros ha añadido a su gama una loncha de salmón producida con una impresora 3D”, expuso el transalpino por escrito.

“Se trata claramente de una estrategia comercial diseñada para engañar a los consumidores –prosigue–, ya que el contenido nutricional no se corresponde con lo mencionado en la etiqueta”. Un packaging donde figura la palabra “filete” y, más pequeña, la referencia “inspirado por el salmón”. En la página web de esta compañía figuran comentarios como éste: “Llevo años siendo vegetariano y por fin puedo comer salmón de nuevo”. Un paquete de 130 gramos cuesta 6,99 euros.

Tomando este caso como referencia, el eurodiputado Panza cuestiona a la Comisión si “piensa tomar medidas para garantizar que los consumidores estén adecuadamente informados prohibiendo definitivamente el uso de nombres engañosos para alimentos vegetarianos y veganos que hagan referencia a carne, pescado o productos lácteos auténticos”. La comisaria chipriota no anticipa medidas coercitivas, pero sí recuerda que los reglamentos comunitarios son claros.

La opinión de Kyriakides sobre el salmón impreso en 3D

“El Derecho de la Unión establece que la información alimentaria y la presentación de los alimentos, incluidas su forma y apariencia, no deben inducir a error en cuanto a las características del alimento, ni atribuirle efectos o propiedades que no posee”.

Lo que dice el reglamento sobre nuevos alimentos

“Su utilización no debe inducir a error a los consumidores. Por consiguiente, cuando un nuevo alimento esté destinado a sustituir a otro alimento, no debe diferir de este de un modo que pueda ser, desde el punto de vista nutricional, menos ventajoso para el consumidor”.

“El Derecho de la Unión establece que la información alimentaria y la presentación de los alimentos, incluidas su forma y apariencia, no deben inducir a error en cuanto a las características del alimento, ni atribuirle efectos o propiedades que no posee, ni sugerir la presencia de un alimento o ingrediente en particular”, expone. Eso sí, Kyriakides alude aquí a una normativa que, a priori, no se ha puesto en práctica.

La comisaria se refiere al reglamento sobre nuevos alimentos, que determina lo siguiente: “Los nuevos alimentos solo deben ser autorizados y utilizados si cumplen los criterios [...]y su utilización no debe inducir a error a los consumidores. La Comisión únicamente autorizará e incluirá un nuevo alimento en la lista de la Unión si [...] la utilización prevista del alimento no induce a error al consumidor, especialmente si está destinado a sustituir a otro alimento y hay cambios significativos en el valor nutritivo”.

La consideración final de Kyriakides alude finalmente a una apreciación subjetiva del empaquetado de este tipo de alimentos, y a que la inducción al error depende del consumidor. “Es necesario un examen de los diversos elementos que componen el etiquetado del alimento para determinar caso por caso si un consumidor medio que está razonablemente bien informado y razonablemente observador y perspicaz puede dejarse engañar por la información alimentaria proporcionada”.

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