La flota gallega logró “resistir” los desguaces de 2022 con el ingreso de 20 pequeños buques pesqueros

“Dama Lua”, “Cinthia” o “Arneles” son algunos de los barcos que minimizaron el impacto de la paralización definitiva, que durante el pasado año se extendió a 70 naves solo en España

Barcos del cerco, similares a los pesqueros gallegos registrados en 2022, en O Berbés. |   // MARTA G. BREA

Barcos del cerco, similares a los pesqueros gallegos registrados en 2022, en O Berbés. | // MARTA G. BREA / jorge garnelo

Tras impacto e impacto, no son pocos los armadores que han desistido a lo largo de los últimos años. Muchos acabaron optando por soltar el ancla, frenando ante la escasa rentabilidad que sus embarcaciones les ofrecían en un contexto inflacionista y desguazando esas viejas reliquias –para la mayoría su única fuente de ingresos– para terminar con una “pesadilla” que se ha vuelto tan real como la vida misma. Entre la COVID y la guerra en Ucrania, las políticas pesqueras impulsadas desde Bruselas se han vuelto más restrictivas conforme las crisis se han ido sucediendo y agravando, y por ello quizá –por esa concatenación de sucesos catastróficos– cada vez son menos los empresarios que deciden invertir en mar. Al menos si es para traer pescado fresco... Producto que garantice nuestra soberanía alimentaria.

Pese a todo, todavía los hay y 2022 fue ejemplo de ello. Según puede extraerse del registro de la flota de la Unión Europea, base de datos en la que deben registrarse los barcos de pesca que enarbolan el pabellón de un país miembro de los Veintisiete, en España se registraron un total de 46 nuevos buques durante el pasado ejercicio. Buques en su mayoría con matrícula gallega, concretamente una veintena de ellos. Cerca del 40%.

Las viguesas Dama Lua, Cinthia, Arneles, Buen Camino, Siempre Isa, Manu Dos y Percelux forman parte de este breve listado de pequeñas naves –la práctica totalidad no superan los 10 metros de eslora– entre las que también se encuentran las coruñesas Playa de Lago, Suarez Bujan, Louzan, Novo Esperanza, Meira, Luis y Lola, Celia II, A Salve, Novo Gilda, Balbina Primeiro, Marta Tres y Maraxe, así como la ferrolana Valeria I.

Todos estos nombres chocan con una corriente de desguaces que se ha agrandado más cuando ayudas como las vinculadas al Fondo Europeo de Pesca (FEMP) han llegado. En el último ciclo, desde 2014 a 2020, con 118 millones concedidos por el Gobierno que facilitaron la salida del mercado de más de 500 embarcaciones.

Al respecto, cabe destacar que en 2022 se desguazaron 70 barcos de pesca en España, una cifra “baja” si se tiene en cuenta que el país ronda los 12.400 buques destruidos desde 1990. En este punto, nuevos buques como Dama Lua, Cinthia, Arneles –que dado su tamaño operan en caladero nacional– son el David que se enfrenta a un Goliat de consecuencias desastrosas para la flota. La paralización definitiva.

Durante el pasado año, a ese desdichado fin se vieron abocados pesqueros vigueses como el Moa Primero, Facuca, Pilar, María, Patricia, Marrajero, María Victoria, Lupe, Felicidad, Lira, Cobra, Carlota. También los coruñeses Jofer, Nuevo María del Carmen, Mari, Benigno, La Salve, Jose, Plaia de Esteiro, Sarita y La Meiguiña, así como el ferrolano Domingo. Entre todos ellos destacan por su tamaño, contrario al resto, el Plaia de Esteiro y el Marrajero, arrastreros ambos que rondaban los 28 metros de eslora.

Si se restan los que entran por los que salen, a nivel nacional se perdieron 24 embarcaciones, pero solo dos de ellas ligadas a Galicia. Vigo se dejó cinco por el camino, en un ejercicio marcado por la polémica entrada en vigor del veto a la pesca de fondo que afecta a 87 áreas del Atlántico Norte, A Coruña ganó tres y Ferrol quedó en tablas.

Con las cifras por delante, es de esperar que estos números aumenten si el Gobierno finalmente aprueba una nueva línea de ayudas al desguace, que en todo caso estudiará con las comunidades autónomas y el sector a partir de junio, con el objetivo de “equilibrar” aquellos segmentos de la flota que actualmente atraviesan más dificultades.

Esos apoyos ya han sido demandados por algunos armadores consultados por este periódico, que ante las políticas del bloque comunitario se plantean no seguir pescando, pese a querer, por no ser viable para su economía. Las organizaciones de productores, por su parte, defienden a toda costa la permanencia de la actividad.

Desde el sector, voces autorizadas como el presidente de la Organización de Palangreros Guardeses de A Guarda (Orpagu), Joaquín Cadilla, o el director gerente de la Cooperativa de Armadores del Puerto de Vigo (ARVI), Edelmiro Ulloa, expusieron recientemente la necesidad de fomentar la nueva construcción de barcos de pesca mediante una línea de ayudas que garantice el relevo de las embarcaciones.

“La Unión Europea está renunciando a la modernización de la flota. A contar con barcos del siglo XXI. Es paradójico que haya cantidades de dinero importantes para la reforma de los barcos viejos, y que no haya ninguna posibilidad de hacer barcos adaptados a los tiempos de hoy”, destacó Cadilla, mientras Ulloa indicó que es preciso contar con buques más potentes.

En este sentido, otras fuentes consultadas por FARO resaltan que “tal y como están las cosas no parece que haya mucha intención de los armadores de complicarse la vida”. “La mayoría está pensando más en irse que en seguir invirtiendo, ahora mismo se está intentando desanimar cualquier posible inversión”, sentencian.

Suscríbete para seguir leyendo