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El Gobierno acabará su investigación sobre el ‘Pitanxo’ con una maqueta en olas de 7 metros

Las pruebas forenses se realizarán a instancias de la Ciaim, que advierte que solo podrán “conocer las causas” con una recreación técnica | Las familias insisten en bajar al pecio

Instalaciones de prueba en El Pardo, donde se recrearán las condiciones del “Pitanxo”.

Vientos de fuerza huracanada, rachas de hasta 65 nudos (más de 120 kilómetros por hora), olas de siete metros y un aparejo por popa cargado de fletán. Son las condiciones en las que navegaba, hasta el naufragio, el pesquero gallego Villa de Pitanxo, de 50 metros de eslora y 10 de manga, en la madrugada del 15 de febrero. Con unas circunstancias enredadas en dos versiones distintas: la que ofrece el capitán, Juan Enrique Padín, y la que apunta uno de los supervivientes, Samuel Kwesi Koufie. El primero asegura que el siniestro, el más trágico para la pesca gallega desde 1978 (Marbel), se debió a un fallo súbito e inexplicable del motor principal, un Wärtsilä 9L20 que había sido repotenciado dos años antes, como consta en los registros de la Comisión Europea. El segundo, marinero afincado en Marín, replica que fue la maniobra de Padín, negligente, la que propició la entrada fatal de agua en el buque; que la propulsión se ahogó como consecuencia de las decisiones del capitán, no antes. No se han obtenido pruebas directas del estado de la nave, y no se bajará al pecio –como piden las familias– a menos que lo mandate un juez. Porque la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) ha optado por completar su investigación no con una misión submarina, sino con una prueba forense en un entorno cerrado y controlado: construirán una maqueta del Pitanxo a escala, que someterán a las mismas condiciones de aquella noche. Un juguete de alta tecnología para recrear cómo al pesquero de verdad se lo tragó el Atlántico.

El operativo está en marcha y los trabajos han sido ya adjudicados a una entidad externa, ya que la Ciaim no tiene medios propios para llevarlos a cabo. Las pruebas se realizarán en el Centro de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo (Cehipar), una institución de prestigio que depende del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial Esteban Terradas (Ministerio de Defensa) y que utilizan habitualmente los astilleros españoles. El contrato se ha adjudicado por más de 74.700 euros y se completará en un periodo máximo de cuatro meses. Es un encargo que ha sorprendido a las familias, que lo desconocían pese a haberse licitado el 11 de julio y a que su reunión con la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, se celebró dos semanas después. La Ciaim depende de esta cartera. “Queremos que lo vean nuestros peritos [en alusión al contrato], para evaluar cómo se valora desde un punto de vista técnico”, expone la portavoz de las familias, María José de Pazo. En el siniestro fallecieron 21 de los 24 tripulantes; los cadáveres de doce de ellos no han aparecido.

Como reza la memoria justificativa del contrato, firmada por el secretario de la Ciaim, Francisco Mata Álvarez-Santullano, “sin la realización de estas simulaciones no sería posible conocer con certeza las causas de este accidente marítimo”. Elimina así la posibilidad, como reivindican las familias, de requerir una misión submarina con un barco nodriza capaz de llevar a bordo un ROV (remoted operated vehicle). A su juicio, el estado de los aparejos o los sistemas de desagüe son determinantes para arrojar luz sobre las causas del accidente.

Como desveló FARO, un informe técnico, elaborado a petición de las familias de los tripulantes, avaló sin fisuras una operación subacuática para filmar el casco, la posición de los aparejos, la estructura externa del barco para obtener pruebas que aclaren las causas del accidente. La “preparación y movilización” de un barco capaz de realizar esta misión “no debería ser superior a 10 días”. El estudio lo firma el capitán Rodrigo Tuero, de la empresa Marítima de Consultores Asturleonesa. “Considero perfectamente plausible la realización de una operación de búsqueda del pecio y posterior reconocimiento exterior mediante un ROV” (remoted operated vehicle, un robot operado a distancia), expone como conclusión.

Esos 810-820 metros de profundidad en la que permanece el casco del Pitanxo –puede estar partido o de costado– no son un rango imposible de explorar, como han demostrado infinidad de misiones científicas o de carácter privado (como el Titanic).

De Galicia al Vaticano

El Papa Francisco se reunirá el próximo miércoles con los familiares de los fallecidos el naufragio del Villa de Pitanxo –hundido el pasado mes de febrero a 450 kilómetros de Terranova (Canadá) y que dejó 21 fallecidos y solo tres supervivientes– en una audiencia que tendrá lugar en el Vaticano. Así lo informó ayer la portavoz de las familias, María José de Pazo, que explicó que se ha atendido a la carta que enviaron al Papa para pedirle “su apoyo” y que “se escuchasen sus reivindicaciones”. Un total de 11 familias estarán en el Vaticano a partir de las 9,00 horas del miércoles. De Pazo abundó que están “muy agradecidos” por este “privilegio” debido a la agenda con la que cuenta el papa. “A ver si es una señal”, expresó, ya que esa reunión se celebrará el día ante de que se aborde en Bruselas la petición para que se investigue lo sucedido en el siniestro marítimo. Las familias de las víctimas del Pitanxo han emprendido su propia lucha para tratar de convencer al Gobierno de la necesidad de bajar al pecio para buscar pistas de lo que pudo haber pasado en la madrugada del 15 de febrero de 2022.

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