La literatura sicalíptica de Álvaro Retana

Se rescatan dos textos del más atrevido autor de literatura erótica de los primeros años del siglo XX, autoproclamado “el novelista más guapo del mundo”

Alvaro Retana, en su despacho. |    // DB

Alvaro Retana, en su despacho. | // DB / Francisco R. Pastoriza

Álvaro Retana nació en Filipinas en agosto de 1890 durante un viaje de sus padres, aunque él fomentaba su propia leyenda inventándose un nacimiento frente a las costas de Ceilán durante la luna de miel de sus progenitores. De familia noble, hijo del diplomático y escritor Wenceslao Retana, a lo largo de su vida practicó numerosas actividades. Fue escritor y periodista, crítico musical (escribió una “Historia de la canción española” y presumía de haber introducido el jazz en Madrid, género que identificaba con el acto sexual). Hizo las letras de cuplés populares (“Ven y ven”, “Las tardes del Ritz”, “El polichinela”, “Batallón de modistillas”), diseñó figurines para vedettes de revista y llegó a componer una zarzuela. Y todo esto sin abandonar su puesto de funcionario en el Tribunal de Cuentas, que consiguió por oposición y del que le expulsó en 1939 el gobierno republicano. El franquismo le permitió reincorporarse: el día de la víspera de su jubilación.

Hedonista de vida frívola y noctámbula, se pintaba los labios y los ojos para resaltar su belleza efébica (en palabras de uno de sus personajes, Missia Darris, se autodefinía como “el novelista más guapo del mundo”). Siempre ocultó su bisexualidad, aunque en sus escritos recreaba el ambiente de gays, lesbianas y travestis del Madrid decadente de las primeras décadas del siglo XX, y todos los protagonistas de sus novelas estaban tocados por algún pecado inconfesable: incestos, transgresiones sexuales, relaciones sadomasoquistas. Era amigo de personajes de la farándula de la época, como las bailarinas Tórtola Valencia, La Goya y Lilian de Celis. Con la actriz Luisa de Lerma, su segunda esposa, tuvo un hijo al que reconoció antes de casarse con ella. Tuvo otras amantes: Lina Valery, Nena Rubens, Salomé Martín. También hombres: Fernando Rodríguez.

Los escritos de Álvaro Retana se sitúan en el ámbito de la literatura sicalíptica que tanto aportó al panorama de las letras de aquellos años, lo que hoy llamamos literatura erótica, sin llegar a los extremos de la pornografía, muy perseguida entonces. De hecho, durante la Dictadura de Primo de Rivera fue procesado por delito de imprenta y tuvo que exiliarse un tiempo en París. En periodismo firmó sus primeras crónicas en el “Heraldo de Madrid” con nombre de mujer, Claudina Regnier. Utilizó otros seudónimos como César Maroto, Carlos Fortuny, Silverio Mangano y El Petronio español del siglo XX, en numerosos diarios y revistas de la época: “La Esfera”, “Mundo Gráfico”, “La Estampa”, “Informaciones”, “Blanco y Negro”.

Debutó en la literatura en 1913 con un libro de cuentos, “Rosas de juventud”, y comenzó publicando sus relatos eróticos en las colecciones “La novela corta” y “La novela de hoy”. Así publicó más de sesenta, de títulos sugerentes: “El crepúsculo de las diosas”, “El octavo pecado capital”, “Raquel, ingenua y libertina”... Escribió también ensayo (“La ola verde”, sobre la novela erótica en España), una biografía del travesti Egmont de Bries y una suya, “Mi alma desnuda” (1923). Su literatura cuestiona los valores burgueses de la Restauración y critica a la Iglesia como institución reaccionaria, reivindicando siempre la libertad del ser humano.

El franquismo lo encarceló por rojo y homosexual y llegó a ser condenado a muerte por encontrarse en su casa objetos sustraídos de las iglesias quemadas por los republicanos. Nadie sabe cómo se produjo, pero una intervención del Papa Pío XII hizo que Franco cambiase su condena por la de treinta años de cárcel, de los que cumplió nueve.

En 1953 se atrevió a publicar una sátira política contra los totalitarismos (“La bella y la mandrágora”) y en 1964 una “Historia del arte frívolo”, un compendio de todos los artistas de variedades españoles desde principios de siglo. El franquismo lo consideraba un “sujeto antisocial y peligroso” y lo condenó al ostracismo al no permitirle publicar sus obras durante muchos años. Llegó a censurar un libro con las letras de sus canciones, las mismas que cantaba sin ningún problema Sara Montiel en “El último cuplé” (dice la leyenda que la Montiel llegó a regalarle un piso como agradecimiento). A pesar de eso aún publicó otras 16 novelas y entregó a la censura franquista más de 50 de las que nunca tuvo noticia.

La editorial Dos Bigotes acaba de rescatar dos de sus obras más representativas, que publica en un solo volumen. En “Las locas de postín”, de 1919, el hijo de los marqueses de Hinojosa de Cebreros es engañado por unos amigos que le aseguran que un efebo argentino está locamente enamorado de él. Esta circunstancia es aprovechada por Álvaro Retana para hacer un retrato de los ambientes homosexuales de la época, con personajes exagerados del mundo de la aristocracia, la literatura y el espectáculo. Artistas de circo, señoritos galantes, cupletistas, políticos frívolos… habitan un marco en el que se mueven los protagonistas homosexuales de la historia, extraídos de la realidad, según el autor: “Garantizo la autenticidad de cuantos personajes desfilan por las páginas de este libro”, escribe en el prólogo. Uno de ellos es Egmont de Bries.

En “El fuego de Lesbos”, escrito por Filomena, una modelo (entonces llamadas maniquíes), en forma de una larga carta dirigida al escritor, las protagonistas son lesbianas del mundo del sexo prohibido en el Madrid de principios de siglo. Con momentos de gran valor literario, como la recreación de la danza de Salomé y el ambiente de los casinos madrileños, el autor describe la frivolidad y el descaro de una fauna alocada que habita los extrarradios de lo moral.

Convertido en uno de los principales referentes históricos de la literatura homosexual, Álvaro Retana murió en Torrejón de Ardoz el 10 de febrero de 1970, algunas fuentes aseguran que asesinado por un chapero. “Fallezco sin acusarme de otros pecados que los exclusivamente de alcoba”, escribió en su testamento.

Las “locas” de postín/El fuego de Lesbos

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Álvaro Retana

Ed. Dos Bigotes