George Steiner y la paradoja siniestra

Nuccio Ordine reúne cinco entrevistas del pensador europeo

George Steiner y Nuccio Ordine (a la derecha).

George Steiner y Nuccio Ordine (a la derecha). / FdV

George Steiner murió en su residencia de Cambridge hace poco más de tres años. Nuccio Ordine murió en Cosenza (Italia) el pasado mes de junio. Poco antes había sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, que no llegó a recoger (lo hicieron en su nombre su viuda y su hermana). Además de amigos, ambos eran dos de los grandes referentes de la cultura europea del siglo XX. Como homenaje a Steiner, Nuccio Ordine preparó la edición de cinco entrevistas, entre ellas la que él mismo le hizo poco antes de morir, que acaban de publicarse ahora en un libro de la editorial Acantilado, George Steiner, el huésped incómodo. Las otras, publicadas en “Corriere della Sera”, se refieren a episodios de su vida personal y profesional, como su interés por la ciencia, su etapa como colaborador de la revista “New Yorker” o el descubrimiento de la obra del filólogo y corrector Sebastiano Timpanaro, que inspiró su novela Pruebas.

El título del libro alude a la consideración que se tenía de Steiner como un huésped incómodo porque siempre decía aquello que pensaba, aunque supiera que no coincidía con lo que les gustaría oír a sus anfitriones o interlocutores, pero que consideraba que tenía que hacerlo aunque pudiera causar molestias porque era su opinión. Por ejemplo, sus consideraciones sobre el sionismo, “una mística teológico-escritural” que no suscribe (siendo él también judío), o sobre Israel: “No poseo un feudo refrendado por la divinidad en un pedazo de tierra de Oriente Próximo ni en ninguna otra parte”. Estos días echamos de menos sus opiniones sobre el conflicto con Palestina.

Por ser su amigo más íntimo, Steiner encargó a Nuccio Ordine que le hiciera una larga entrevista para ser publicada únicamente después de su muerte, una entrevista póstuma. En ella le confía un secreto: había estado escribiendo toda su vida un diario íntimo en forma de epistolario dirigido a una misteriosa mujer cuyo nombre no desvela, que, custodiado en el Archivo Churchill del College de Cambridge, no se podrá abrir hasta que pasen cincuenta años de la muerte del autor.

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En esta entrevista, Steiner critica la educación dominante, incluso la universitaria, hedonista, sometida a la lógica del mercado y a un proceso de burocratización incompatible con la investigación y la enseñanza. Elogia la memorización, sobre todo de poesías, gracias a lo que Primo Levi y Ósip Mandelstam pudieron salvar sus versos, y defiende la lectura de los clásicos, de los que lamenta que en las universidades se asista a su gradual supresión, y sin los cuales –dice– no existiría la crítica, a la que define como una deuda de amor con los textos que hemos leído. Para quien toda la vida ejerció la crítica literaria, esta misión es similar a la de un cartero: la crítica existe porque alguien escribe obras y alguien las lee.

Habla aquí también de sus errores, lamenta no haber puesto a prueba con más dedicación la literatura creativa y reflexiona sobre el amor, la amistad y la muerte.

  • George Steiner, el huésped incómodo

    Nuccio Ordine
    Acantilado, Barcelona, 2023, 128 págs.

En esta entrevista George Steiner aborda también el tema al que dedicó gran parte de su vida y de su obra. Lo llama la paradoja siniestra y consiste en preguntarse por qué los logros artísticos e intelectuales no han vuelto más humanos a los hombres y a la sociedad y no han podido detener fenómenos como el nacionalsocialismo, el fascismo y el estalinismo. Lamenta que la enseñanza y la cultura no hayan tenido la capacidad de frenar la deshumanización general.

En algunos de sus libros George Steiner trata esta paradoja. Durante la barbarie nazi, escribió, los mismos que por la noche oían a Schubert y a Mozart o leían a Goethe, por la mañana torturaban en Auschwitz, en Bergen-Belsen o en Majdanek. Las esferas de Auschwitz-Birkenau y las de un recital de Beethoven, las de la cámara de torturas y la gran biblioteca eran contiguas en el espacio y en el tiempo. Para Steiner quizá incluso existiera una relación entre determinadas energías de la ‘alta cultura’ y de la barbarie. Y es más: la cultura ha sido a menudo el ornamento de esta barbarie, un decorado, una floritura, un precioso marco para el horror.

Steiner habla también de los temas a los que dedicó sus libros y su docencia: el judaísmo, las lenguas, la filosofía (sobre todo de Heidegger y Sartre, precisamente dos autores comprometidos con los totalitarismos), la crítica literaria, el progreso… todos ellos tratados con rigor y en términos que el lector medio puede comprender sin dificultad. Y siempre es un placer leer a Steiner.

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