Tres décadas dando soporte al avance de la ciencia y la industria

El Cacti de la UVigo cumple treinta años al servicio de grupos de investigación y empresas de todo el país con un equipamiento tecnológico puntero y una plantilla altamente cualificada

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Son la pieza menos visible del engranaje del I+D+i, pero tienen un papel clave en el avance de la ciencia y la industria. En sus treinta años de actividad, el Cacti (Centro de Apoyo Científico-Tecnológico a la Investigación) se ha consolidado como socio de referencia para universidades, centros tecnológicos y empresas, tanto españolas como extranjeras. Usuarios de todo tipo que acuden a sus laboratorios no solo por la tecnología puntera que albergan, sino por el conocimiento altamente especializado de los técnicos y el entusiasmo con el que emprenden cada día la misión de conseguir que las investigaciones o productos alcancen la excelencia.

Cinco de los actuales jefes de servicio –Fernando González, Jorge Millos, Antonio Souto, Carmen Serra y Manuel Marcos– recuerdan sus inicios a mediados de los noventa, junto a otro de los pioneros ya jubilados, Jesús Méndez, al que no quieren dejar de mencionar. El Cacti arrancó su actividad todavía sin mobiliario y en un espacio cedido en la Escuela de Telecomunicaciones a la espera de trasladarse a su primera sede, el edificio Filomena Dato. Sobrevivieron a las crisis y los recortes y en 2017 se trasladaron a las actuales instalaciones, donde triplicaron su espacio, sumaron nuevos y avanzados equipamientos y siguieron consolidándose como socios de confianza.

“Contar con grandes infraestructuras como las nuestras supone un valor añadido muy importante para los investigadores. Y un factor clave es disponer de profesionales que sepan utilizarlas. Nuestro trabajo es ayudarles a que lleguen a buen puerto y asesorarles y guiarles en lo que podamos. Es un centro que hay que mantener para el futuro”, subraya Serra expresando el deseo de todos.

Entre 2019 y 2023, el centro realizó 14.300 servicios y además de trabajar con grupos de investigación de la Universidad de Vigo –hay un listado de 30 que lo hacen con frecuencia–, también se atendieron las peticiones de 65 organismos públicos como el CSIC y de 55 empresas de todo tipo de sectores, además de centros tecnológicos como Aimen, CTAG o Anfaco.

Otro dato. La plataforma a través de la que se canalizan las peticiones cuenta con 500 usuarios registrados. Y los equipos del Cacti analizan y miden materiales de grandes compañías de la automoción y auxiliares –Seat, Nissan, Borgwarner o Grupo Copo–, de las industrias agroalimentarias y farmacéuticas como Coren, Rianxeira o ZC Veterinaria, y también de hospitales y laboratorios.

Carmen Serra, Jorge Millos, 
Fernando González, Sandra 
Bolaño, Manuel Marcos y 
Antonio Souto, en el exterior 
del Cacti .   | MARTA G. BREA

Topografía de alta resolución de la superficie de un CD. / Marta G. Brea

Los investigadores de la UVigo son la prioridad, para ayudarles a alcanzar la excelencia y a que la institución escale puestos en los rankings, pero los servicios del Cacti, que se financia a través de tarifas, también son solicitados con asiduidad por sus homólogas gallegas y desde otras universidades españolas y portuguesas como País Vasco, Complutense, Zaragoza, Lisboa y Oporto, entre muchas otras.

La institución olívica fue la primera en contar con un centro transversal de estas características dentro de nuestra comunidad cuando tampoco eran muy habituales en el resto de España. En estos años, la plantilla ha crecido de 6 a 28 trabajadores y también se han abierto instalaciones en el campus de Ourense, que corresponden al servicio de Desarrollo Sostenible y Seguridad Alimentaria.

Las otras seis áreas en las que el Cacti da apoyo son Determinación Estructural, Proteómica y Genómica, Nanotecnología y Análisis de Superficies, Microscopía Electrónica, Detección Remota, Taller de Mecanizado y Servicio de Asistencia técnica y calibración (Satycel). Y todas están a cargo de profesionales que cuentan con un doctorado.

“Los técnicos buscan el mejor rendimiento de los equipos y de su conocimiento”

“Tenemos un equipamiento puntero, pero también un personal muy especializado y con gran experiencia, que sabe cómo manejar instrumentación muy compleja y, lo más importante, sacarle partido. Aconsejan a los investigadores, resuelven dudas e incluso les han consultado desde otros centros de este tipo. También las empresas siguen viniendo aquí por esa confianza. Todos los técnicos se implican muchísimo y buscan el mejor rendimiento de los equipos que tienen y de su conocimiento”, subraya la actual directora, Sandra Bolaño.

Sustituyó en el cargo en 2022 a Jorge Pérez Juste, al que antes precedieron Irene Alejo, Asunción Longo, Luis Liz Marzán, Ángel Rodríguez de Lera y Betty León, la primera en ocuparlo. Como investigadora del grupo de Nuevos Materiales, Bolaño recurría habitualmente a los servicios del Cacti y conocía su calidad. Pero su nueva responsabilidad le ha permitido descubrirlo y apreciarlo en toda su extensión.

“En los laboratorios del Cacti se analizan desde implantes dentales y tijeras de quirófano a pinturas y revestimientos de edificios. Tenemos dos talleres, el de electrónica y el de mecanizado, capaces de hacer prototipos o cualquier tipo de pieza muy específica que se necesite. El primero tiene una demanda tan elevada que solo trabaja para los investigadores de la UVigo. Formamos una rueda en la que todos nos necesitamos”, destaca.

Laboratorio del servicio de
Desarrollo Sostenible y
Seguridad Alimentaria.  | // FOTOS: MARTA G. BREA

Laboratorio del servicio de Desarrollo Sostenible y Seguridad Alimentaria. / Marta G. Brea

Bolaño también subraya cómo los técnicos más veteranos conocen al dedillo los equipamientos y “no dudan en tirarse al suelo” para tratar de solucionar cualquier fallo. “Es impresionante cómo viven la investigación y la ciencia. Se nota que les gusta su trabajo. Cada día aprendo cosas y también me he encontrado una gran calidad humana”, agradece.

Pero a pesar de su tecnología de vanguardia y experiencia, muchos investigadores todavía desconocen todas sus posibilidades. Por eso, las celebraciones por el 30 aniversario empezarán el próximo día 18 con una jornada de puertas abiertas en la sede del edificio Olimpia Valencia a la que están invitados toda la comunidad universitaria, organismos públicos, empresas y público en general.

“Desde su apertura, el centro ha crecido muchísimo, pero mucha gente desconoce todo lo que se puede hacer en cada servicio. Y de cara a la sociedad también es una forma de que vean en qué se invierte el dinero público. Todo el mundo conoce los centros de investigación de la UVigo, como Cinbio o atlanTTic, que son muy potentes y hacen una investigación impresionante, pero el Cacti les presta apoyo”, apunta.

Con este objetivo de abrirse más y darse a conocer, el centro ya recibe visitas externas y acoge demostraciones para alumnos de grado y máster de la UVigo, así como de ciclos de Formación Profesional. “También nos gustaría que viniesen estudiantes de Bachillerato. Es muy enriquecedor para ellos conocer el trabajo que se desarrolla aquí y además son nuestros futuros usuarios. Cuando lleguen a una empresa y necesiten realizar un determinado análisis o experimento recordarán que pueden recurrir a nosotros”, señala.

Respecto a los equipamientos tecnológicos, el Cacti solicitará financiación para renovar equipos a través de las convocatorias del Ministerio de Ciencia para centros transversales. Y, a más largo plazo, aspiran a conseguir fondos para ampliar el catálogo de instrumentos con los que seguir permitiendo que la maquinaria de la investigación y la industria sigan avanzando. 

Topografía de 
alta resolución 
de la superficie de un CD.

El espectómetro TOF SIMS, que será desmontado en unos días. / Marta G. Brea

Una “joya de la ingeniería” que se jubila

Los laboratorios del Cacti cuentan con avanzados equipos para secuenciar ADN en todo tipo de muestras, magnetógrafos que permiten rastrear la historia climática de la Tierra en los sedimentos marinos, potentes microscopios y espectómetros para aplicaciones biomédicas o o que han resuelto consultas tan curiosas como la de la asociación dedicada al estudio de la Sábana Santa en España. “El litio es un elemento muy abundante en el mar y se supone que un tejido que procede de una zona concreta como la del Mar Muerto tiene que tener una relación de isótopos determinada”, desvela al respecto Carmen Serra, jefa de Nanotecnología.

Una de las joyas del servicio y de todo el centro es el espectómetro TOF SIMS, adquirido en 2007. Fue el primero instalado en España y está a punto de ser jubilado. Mañana lunes empezará su desmontaje para ser reemplazado por un nuevo equipo más avanzado, que volverá a ser el primero que se instala en España y en Portugal y uno de los pocos que funcionan actualmente en el sur de Europa.

“Es una tecnología avanzadísima y ahora tenemos la experiencia y el conocimiento asentado para sacarle incluso más rendimiento y explorar nuevas aplicaciones. Es uno de los equipos más costosos que ha tenido el Cacti y va a ser puntero en muchos aspectos. Esperamos captar la atención y el interés de la comunidad científica y de las empresas. Será un reto sacarle provecho, pero es algo muy positivo y ya tenemos peticiones”, celebra Serra.

El Ministerio de Ciencia ha financiado su adquisición por casi 1,5 millones de euros. Si transformásemos esta cantidad en pesetas, sería similar a la inversión que se realizó en los noventa en todo el equipamiento inicial del centro, en torno a los 700 millones según quedó reflejado en las noticias.

El nuevo espectómetro supera entre 5 y 10 veces la resolución espacial de su antecesor y la de masas en un factor de tres. Y permitirá obtener información de la composición química, las propiedades físicas y la estructura tridimensional de materiales y dispositivos a escala nanométrica. “Por primera vez podremos ensamblar una imagen química con la imagen topográfica tridimensional para reflejar exactamente cómo es el sólido. Es como hacer una radiografía química y topográfica del material analizado”, añade Serra.

“Este tipo de equipos, además de que pueden hacer investigación fundamental y aplicada, se utilizan con mucha frecuencia en procesos de fabricación, por ejemplo, en la industria automovilística. Por eso grandes empresas como Seat o Nissan cuentan con nosotros. Y tenemos una relación muy fluida con una consultoría de Murcia que nos envía muchísimas muestras de acabados de yates de gran envergadura que cuestan millones de euros”, revela.

Como homenaje a los servicios prestados durante casi veinte años, el TOF SIMS, “una joya de la ingeniería”, permanecerá expuesto en la Facultad de Ciencias. 

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