La ría de Vigo apuntala su valor refugio

Los fondeos en Cíes y frente al monte de a A Guía medran hasta un 136% pese a la obligación, en vigor desde 2019, de pagar una tarifa

La borrasca Louis colma las islas con media docena de mercantes

El buque ro-ro “Grande Roma”, de Grimaldi, fondeado este jueves entre Cíes y Cabo Home, junto a otros barcos

El buque ro-ro “Grande Roma”, de Grimaldi, fondeado este jueves entre Cíes y Cabo Home, junto a otros barcos / Marta G. Brea

Lara Graña

Lara Graña

La borrasca Louis ha llegado revoltosa, sobre todo para la mar. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha emitido un aviso de nivel rojo para toda la costa gallega, con vientos que pueden alcanzar una fuerza ocho y olas de hasta nueve metros, al menos hasta la tarde del domingo. Un escenario complejo que se extiende a las ya impenitentes aguas de Gran Sol, donde este jueves arreciaban rachas de casi 40 nudos y olas de más de ocho metros. Por eso el puerto de Castletownbere, en el condado irlandés de Cork, era ayer una concentración de pesqueros de capital vigués: Faro Silleiro, Susa Uno, Punta Vixía, Ferreira Martínez o Faro Picamillo estaban amarrados a puerto; otros como Armavén Uno, Radoche Tercero o Novo Morriña se resguardaban en el interior de la bahía Bantry.

Las condiciones de la dársena de Castletownbere son ideales para eso, a resguardo de mar abierto –Bere Island actúa como dique natural– y con instalaciones reformadas para los buques de pesca. Cualquiera que sea la inversión realizada, las soluciones que aporta la propia naturaleza siempre han sido más efectivas para ampararse de temporales que enormes diques de contención o puertos exteriores. El de Vigo es un caso singular, al contar con dos fondeaderos y una industria de reparación naval que permite, además de un sitio donde esperar a que el tiempo amaine, realizar cualquier ajuste a bordo en caso de avería.

De acuerdo a los datos solicitados a la Autoridad Portuaria, en el año 2022 el fondeadero de las Cíes acogió 225 buques, por los 303 del año pasado. Y ello a pesar de que las armadoras están obligadas a pagar por utilizar este espacio y después de que en Praza da Estrela tomaran medidas ante el uso indiscriminado de esa superficie. En marzo de 2019 el Puerto emitió una instrucción complementaria en la que ponía coto a estas prácticas. “El buque deberá nombrar agente, de manera que se le pueda facturar la utilización del fondeadero”, decía el acuerdo. Nada más entrar en vigor las Cíes se quedaron vacías de buques fondeados, acostumbrados a usar el lugar para esperar órdenes de la armadora o a que quedara sitio en otro puerto, pero la situación se ha reconducido.

Las mismas directrices se aplican al denominado fondeadero interior, reservado inicialmente a barcos a la espera de atraque en Vigo. Además de tener que nombrar agente y poseer un seguro –por daños debidos a contaminación por hidrocarburos–, están en zona obligatoria de practicaje. En este caso el incremento de fondeos fue mucho más elevado, al pasar de 22 a 52 barcos en solo un año (+136%). De modo que, por condiciones naturales y servicios asociados, el puerto continúa apuntalando su condición de espacio refugio y de operativa –por temporales y el incremento de los tráficos–, con una suma total de 355 barcos en ambas zonas habilitadas para el fondeo.

A finales de este pasado enero, por ejemplo, el mercante UHL Faith utilizó el fondeadero interior para resguardarse del mal tiempo y tras una travesía colosal: procedía del puerto indio de Tuticorin e iba destino a Finlandia, después de haber rodeado –por la crisis en el Mar Rojo– el Cabo de Buena Esperanza. Iba cargado de palas eólicas. Caso distinto fue el del petrolero Minerva Nounou, que permaneció dos semanas en el puerto –no en zona de fondeo– tras haber deambulado por las costas gallegas por una avería. La dueña del carguero, de 254 metros de eslora por 44 de manga, es Minerva Marine, catalogada por la Agencia Nacional de Prevención contra la Corrupción (NACP) de Ucrania como una de las “financiadoras internacionales de la guerra”. Estaba afortunadamente vacío.

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