Descubriendo el valor de las artes circenses en familia

Tras pasar por la Escuela de Circo de Bruselas, Claudio Casacia, italiano afincado en Vigo, impulsa un proyecto pedagógico alrededor de los malabares

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Desde que era joven sintió especial debilidad por las artes circenses, los malabares y la escalada. Cuando presenciaba algún espectáculos que profesionales presentaban en los pequeños pueblos de su Italia natal, Claudio Casaccia se quedaba fascinado por la magia que envolvía a aquellos trucos y poder ser él quien los ejecutase era un sueño que reconoce que veía “algo lejano”. Sin embargo, con 18 años de edad, decidió iniciar su formación de la mano de malabaristas profesionales y empezó a participar en numerosas convenciones y encuentros de lanzamientos de objetos al aire en distintos puntos del mundo, hasta que en el año 2007 se convirtió en “payaso de hospital” y acabó cofundando un trío de malabaristas y músicos con el que recorrió Italia durante seis años ofreciendo tres espectáculos diferentes.

El periplo circense de Claudio Casaccia lo llevó finalmente a recalar en Bélgica en donde, a partir del año 2013, descubrió una faceta de las artes circenses que hasta la fecha era una gran desconocida para él, y es que en la Escuela de Circo de Bruselas se quedó “atrapado” al conocer de primera mano la vertiente pedagógica del circo. “Descubrí mi verdadera pasión cuando cursé allí la formación pedagógica en artes circenses en la Escuela de Circo de Bruselas y, desde entonces, llevo más de diez años dedicándome a impartir clases en habilidades de circo de forma lúdica y trabajando sus valores educativos, que es lo que pretendo desarrollar ahora en Vigo”, cuenta Claudio Casaccia, quien en este mes de enero ha puesto en marcha en la ciudad el proyecto “Atípico Circo”, una iniciativa para acercar al público infantil y familiar las ventajas de las artes circenses.

Descubrí mi verdadera pasión cuando cursé la formación pedagógica en artes circenses en la Escuela de Circo de Bruselas

Con las dos primeras sesiones de “Sábados de circo” al completo, este italiano afincado en Vigo desde hace un año explica que, “en Bruselas había mucha cultura en torno a este mundo. Por la Escuela de Circo pasaban a la semana unas 500 o 600 personas y había unas diez o 15 personas en oficinas, además de los profesores contratados. Los niños van a clases de circo como aquí pueden ir a fútbol, por ejemplo, o a cualquier otra actividad extraescolar, sin embargo, aquí, en la ciudad, apenas hay cursos dirigidos a la formación en artes circenses. Es por esto que pensé que podría lanzar este proyecto y porque es algo que llevo haciendo desde hace mucho tiempo”.

Claudio Casaccia, quien durante su paso por la Escuela de Circo de Bruselas se especializó en circo adaptado a personas con diversidad funcional para, posteriormente, trabajar como formador multidisciplinar en Suiza, Italia, Luxemburgo y Camboya, indica que, “lo que intento siempre en mis clases es trabajar esos valores educativos que se comparten en el circo: por una parte, el aspecto social en el que aprendes a estar en grupo, por otra, esa parte lúdica, ya que todos los ejercicios que hacemos los hacemos divirtiéndose. El objetivo es pasárselo bien, no la competitividad, porque nadie va a ganar ni a perder, aprendemos y lo hacemos juntos”.

El objetivo es pasárselo bien, no la competitividad, porque nadie va a ganar ni a perder, aprendemos y lo hacemos juntos

A la hora de llevar a cabo alguno de los malabares o trucos, Claudio Casaccia reconoce que puede parecer “complicado”, pero al mismo tiempo asegura que “con su práctica, son accesibles”. En este sentido, este profesor de habilidades circenses señala que, “al principio muchas personas o niños pueden pensar que son torpes y que no van a ser capaces, pero es que nadie es capaz si no se intenta. Lo que yo pretendo mostrar es que, aunque haya una dificultad, con constancia, disciplina y esfuerzo, se puede superar. En el mundo del circo existen varias técnicas y cada uno puede encontrar la suya”.

“Atípico” ha comenzado este mes en el CEIP Carrasqueira, en Coruxo, con varias sesiones de “Sábados de circo”, la primera dirigida a niños y niñas, y la segunda, que se celebrará el próximo 27 de enero, dirigida a un público familiar. Está previsto que se desarrollen dos clases al mes y “el objetivo es que puedan venir desde un padre o una madre con sus hijos a un abuelo o abuela con sus nietos, o cualquier adulto de su entorno. Mi intención también es poder ampliar los grupos y que puedan participar adolescentes o adultos exclusivamente, así como llevar a cabo colaboraciones con colegios e impulsar proyectos de carácter social, centrándolos en personas con diversidad funcional o en personas migrantes. El circo es una gran herramienta que nos puede permitir lograr otros objetivos con estos grupos”, apunta Casaccia.

Experimentar y aprender descubriendo de manera no competitiva y activa, poniendo a la persona o a los niños y niñas en el centro de las clases, es la filosofía de este maestro que pretende impulsar en Vigo las artes circenses como una opción para compartir momentos lúdicos en familia e incluso para abrir una vía profesional para los más pequeños, de manera que tengan la posibilidad de descubrir que el circo, además de ocio y disfrute, también puede transformarse en una opción laboral para ellos.

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