Un viaje para descubrir al Oroza más hermético

Antonio Chaves nos descubre los tesoros de la exposición que ha comisariado sobre el inclasificable poeta en el Museo do Mar

En el Museo do Mar podrás encontrar al Carlos Oroza “total”

Pedro Fernández

Libros que, prácticamente, nunca se mencionan, como Cabral o Noches, esculturas, el primer borrador de la obra Cabalum, su expediente militar, sus primeros poemas en las revistas Rocamador y Manantial, sus cuadros, una foto de su boda con Guadalupe Pérez Gómez en diciembre del año 1958, recortes de prensa en los que se relatan sus apariciones públicas e incluso las suelas de unos zapatos que utilizó. Son algunas de las 500 reliquias que atesora la exposición En el norte hay un mar…, un homenaje al poliédrico artista Carlos Oroza (Viveiro, 1923-Vigo, 2015) que se puede descubrir en el Museo do Mar de Galicia, en Alcabre, hasta el próximo 22 de febrero.

La muestra está comisariada por el escritor y pintor Antonio Chaves, que fue colaborador y amigo de Oroza, y por el artista Carlos Vilas Bugallo. “La gente se va a encontrar a un Oroza desconocido para la inmensa mayoría, incluso para aquellos que creían conocerlo. Un Oroza desde que nace hasta que muere, es decir, el Oroza total. Está contemplada y se puede observar toda su obra, incluso aquellos libros que, prácticamente, nunca se mencionan, como son el caso, por ejemplo, del libro Cabral, del año 52, o Noches, que es un libro colectivo que hace con Víctor Zalbidea y Victoria Paniagua, con quienes él montó la revista Tropos en Madrid”, explica Chaves.

Acta de nacimiento de Carlos Oroza.

Acta de nacimiento de Carlos Oroza. / Ricardo Grobas

En esta exposición, “hay muchos aspectos de Oroza que asoman a la luz por primera vez”, como asevera Chaves. Entre ellos, su faceta como soldado. “Nos encontramos a un Oroza que, como soldado, era proveedor y sufre un accidente. Él siente que salva su vida agarrándose a la cintura de un soldado, de un compañero de él, que era Ernesto Rubianes, y hay un verso en el que dice “dolorosamente ernesto a tu cintura”. Es decir, obviamente, no era Ernesto Che Guevara, como suele parecer cuando se hacen comentarios sobre ese verso”, relata antes de destacar la presencia de “cantidad de obras de artistas” conocidos por Oroza y su papel entre “los grandes de la pintura contemporánea de la época”: “Lo vemos con Antoni Tàpies, Josep Guinovart...”, apostilla.

“En Madrid, ejerció la profesión de expositor. Y, mucho antes, la de mecanógrafo, que también es desconocida. Él trabajó en la fábrica de Barro-Chavín, en Viveiro, donde, previamente, estuvieron su padre y dos hermanos de él”, añade Chaves, que conoció a Oroza en 1974 de la mano de Manuel Lueiro Rey. “Fue, curiosamente, el primero en escribir un poema dedicado a Oroza, que lo hizo en el año 64, y se publica en el Diario de Pontevedra, poema que se vuelve a publicar en el año 71 en Buenos Aires en un libro de Lueiro que se titula La noche espera el alba. Lueiro, cuando regresa de Buenos Aires a España, es detenido por esa obra”, recuerda.

Obra de Carlos Oroza que tituló "El Hombre Solo"

Obra de Carlos Oroza que tituló "El Hombre Solo" / FDV

Sobre la relación entre Carlos Oroza y su hija, Marina Oroza Pérez, Chaves explica que “hay que entenderla en un contexto”. “Oroza se casa en el año 58 con Guadalupe Pérez y, en el 60, nace Marina. Cuando tenía unos dos meses, sus padres se separan. A lo largo de su vida, Marina establece con su padre dos encuentros. Uno fue aquí en Vigo en el año 86. Marina viene desde Barcelona y está con él aquí unos días. El segundo encuentro se produjo en el año 2004, cuando Oroza recitó en el Palau, en Barcelona. Y obtuvo un gran éxito. Por cierto, no le dieron ningún premio internacional, como algunos señalan, respecto a este festival poético. Marina me decía que bastante de lo que sabía de su padre y familia gallega era gracias a mí”, argumenta.

Hijo de exalcalde socialista

Chaves indica que Oroza era “muy hermético”, algo que se debe entender teniendo en cuenta “el contexto de su vida, la Guerra Civil y la posguerra”. “Él, cuando llega a Madrid, no puede decir que es hijo de alguien que había sido alcalde socialista y de Viveiro. Otra cosa curiosa es el apellido Oroza, que significa feliz, contento, alegre. Las mujeres sefardíes, hablando ladino, solían decir que estaban muy orozas, muy contentas. Hay que entender el hermetismo de Oroza incluso en este tipo de claves”, apunta.

El comisario de la muestra subraya que Oroza fue “tan hermético” que personas que convivieron con él varios años descubren en la exposición del Museo do Mar “aspectos desconocidos”. “Gente que lo conoce dice que tiene que pasar por la muestra dos o tres veces como mínimo para ver bien todo lo que hay. Fue diseñada como una arquitectura escénica, como un verso libre, largo, como Carlos Oroza querría. Y con todo el cariño, por supuesto. Hay calor y complicidad con el poeta en la exposición”, asegura.

Suelas de zapato de Oroza, obra de Vilas Bugallo

Suelas de zapato de Oroza, obra de Vilas Bugallo / FDV

Preguntado por la asociación Évame-Oroza, que tiene como misión “custodiar e promover o coñecemento e difusión do legado literario de Carlos Oroza”, Chaves se limita a señalar que no puede opinar por no pertenecer a ella. En todo caso, aplaude que se contribuya a difundir la vida y obra de su amigo, “pero respetando las comillas”.

Este trabajo se suma a otras iniciativas de la Xunta para rendir homenaje al autor, como la exposición Oroza (1923-2023). Centenario do poeta Carlos Oroza. Además de esta propuesta, el gobierno gallego también colabora con la edición del libro Oroza 100, en el que artistas, intelectuales y escritores ofrecen su visión y experiencia sobre el artista, y con la convocatoria del primer Premio Internacional de Poesía Carlos Oroza, con periodicidad bienal y tres categorías: gallego, castellano y mejor iniciativa musical.

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