Pesca un pulpo de diez kilos en Alcabre: "De tanto tirar, me reventó las piernas y tuve agujetas"

Benjamín, amante de la caña desde pequeño, ha capturado la mayor pieza de su vida en el entorno del Museo do Mar

Benjamín muestra orgulloso el pulpo de diez kilos que pescó con caña desde el litoral de Alcabre, durante el mediodía de la pasada Nochebuena.

Benjamín muestra orgulloso el pulpo de diez kilos que pescó con caña desde el litoral de Alcabre, durante el mediodía de la pasada Nochebuena. / Cedidas

Marta Clavero

Marta Clavero

Lleva infinitas capturas en su cesta, y es que  Benjamin González Fernández es aficionado a la pesca desde bien pequeño: "siempre iba con mi abuelo y con mi padre", recuerda. Pero ninguna de sus piezas alcanzó nunca las dimensiones de la que picó en su caña el pasado domingo, día de Nochebuena.

Este vigués, trabajador de Stellantis, cogió sus bártulos para disfrutar de un tranquilo mediodía de faena en la ría de Vigo. Bouzas y Alcabre suelen ser sus lugares favoritos, aunque ese día acudió al entorno del Museo do Mar". Dejó su caña junto a las rocas, y al rato ya se dio cuenta de que algo grande había picado el anzuelo. "Eran las dos y media cuando agarré la caña al comprobar que había conseguido pescar algo, pero nunca imaginé lo que saldría del agua", recuerda Benjamín. "Noté el peso y le di un primer tirón para sacarlo. Me reventó tanto las piernas, que al día siguiente tenía agujetas", asegura.

Era un enorme pulpo con el que tuvo que emplearse a fondo "tirando y recogiendo; tirando y recogiendo", durante unos minutos, hasta que por fin, lo sacó del agua. Pero aún no había terminado su particular 'operación octópodo'.

Benjamín agarra con sus manos una de las extremidades del pulpo en la que se aprecian las enormes dimensiones del cefalópodo.

Benjamín agarra con sus manos una de las extremidades del pulpo en la que se aprecian las enormes dimensiones del cefalópodo. / Cedida

"Cuando llegué a la orilla, se me soltó de los ganchos. Tuve que meterme en el agua y mojarme hasta las rodillas para poder recuperarlo. Entonces se me enroscó en el brazo, y así pude sacarlo", relata este pescador, que estaba faenando en soledad, con un anciano ojeador como único testigo de la hazaña.

Para este vigués "fue increíble, algo que no me había pasado en la vida", según contó a FARO, ante semejante pulpo, que alcanzó un peso de diez kilos sobre la báscula.

El cefalópodo no fue protagonista de la mesa en su cena de Nochebuena, "porque se debe congelar, y no lo comeremos hasta dentro de un mes".