Entrevista | Elisa Alonso Psicóloga de la AECC en Vigo

“Muchas personas tienen la sensación de que retroceden en el duelo cuando llega la Navidad”

Esta profesional viguesa aborda cómo afrontar las próximas fiestas en familia cuando alguno de sus miembros ha fallecido

La psicóloga de la AECC en Vigo, Elisa Alonso.

La psicóloga de la AECC en Vigo, Elisa Alonso. / Alba Villar

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Recrear el menú que aquella persona siempre preparaba con tanto mimo para el resto de la familia, una prenda o un álbum de fotos de los buenos momentos vividos. Son algunos recursos utilizados por pacientes de la psicóloga en el equipo de atención psicosocial a personas con enfermedades avanzadas de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Vigo, Elisa Alonso, a la hora de afrontar unas fechas tan señaladas como las Navidades con una silla vacía en la mesa. Esta profesional viguesa aborda la cara B de estas fiestas.

–En Navidad todo se viste de fiesta y alegría, pero no para todas las personas es motivo de celebración, especialmente, tras el fallecimiento de un ser querido.

–Efectivamente, supone una época de reencuentros con la familia, comidas, regalos... y claro, para las personas que están en duelo, que han tenido una pérdida reciente o simplemente una pérdida, porque a veces no importa el tiempo que haya pasado, es una época muy difícil porque despierta mucha nostalgia, hay una sensación de vacío, y puede que sea la época en la que más se nota la ausencia. En la AECC llevamos hablando de duelo en Navidad desde hace dos años, porque detectamos que la gente se preocupa a la hora de encarar estas fechas, sienten muchísima tristeza y que la situación les puede superar, muchos desean que llegue rápido el 7 de enero, porque aunque hayan avanzado en el duelo, tienen la sensación de que retroceden cuando llega la Navidad.

–¿Puede estar relacionado con el positivismo tóxico? ¿Cómo suelen afrontar estas fechas las familias tras la muerte de algún miembro?

–Sí, exacto, es que eso está pasando en todos los ámbitos. Todo lo negativo, lo feo o lo que provoca algún tipo de emoción relacionada con la tristeza se intenta tapar. En general, hay dos reacciones por parte de las familias. Hay quienes deciden suprimir todo lo relacionado con la Navidad, intentan anular las comidas, las cenas o hacen un viaje lejos como estrategia de huida. Es una alternativa totalmente humana, porque tomando esta decisión, estas fechas se les hacen más ligeras, pero tenemos que recordar que, vayamos a donde vayamos, nos llevamos la pena y la realidad es que en la próxima Navidad vamos a tener que plantearnos vivirlas sin él o sin ella, solo que un año más tarde. Huir de todo no lo resuelve, simplemente podemos posponerlo.

Otras familias no huyen, pero hacen como si no hubiera pasado nada, no hablan de ello, y esto funciona a veces, pero en muchos casos se desbordan y seguramente en esa familia haya personas que están sufriendo en silencio, un silencio que contiene las sensaciones de muchísima soledad e incomprensión.

–¿Y qué hacer en estos casos?

–Es la pregunta del millón. Respetando totalmente lo que cada uno decida, yo lo que suelo recomendar es construir una Navidad distinta e integradora. Aunque de ninguna manera volverá a ser igual porque se notará esa ausencia, se puede mantener lo que a uno le ayuda y suprimir lo que no. Planificar con antelación cómo se celebrará, repartir las tareas, reunirse en familia y hablar de las expectativas o del miedo a desbordarse es algo que va a ayudar muchísimo, porque nos preparamos para ello. Se puede cambiar el lugar de siempre o no, introducir elementos nuevos y hacer un homenaje público o privado también puede ayudar. En Navidad puede resultar positivo simbolizar al ser querido que has perdido y si durante el momento de celebración, llega un punto en el que no se puede soportar ese sufrimiento, es bueno también tomarse un respiro, tener un espacio preparado, en el que poder llorar, desahogarse un poco, respirar profundamente... En definitiva, tener un espacio tranquilo preparado para poder ausentarse un ratito. También es bueno tener un cómplice, una persona de referencia a la que podamos decirle: "Si tú ves que me levanto, por favor, no me digáis nada". O lo contrario: "Si ves que me levanto, acompáñame".

Recuerdo varios casos que adoptaron diferentes estrategias. Por ejemplo, un marido que había perdido a su mujer, lo que decidieron él y sus hijos fueron homenajear a la mujer y madre cocinando el menú que ella hacía siempre en Navidad. Eso les ayudó a que de forma simbólica ella también estuviera presente. Lo prepararon todos juntos y fue motivo de emoción, porque hubo lágrimas, pero también risas, porque el menú no salió muy bien. Otra chica, a la que le falleció su madre, decidió juntar a sus familiares y les regaló unos calendarios con fotos de su madre, por un momento se desbordaron, pero fue muy bonito, las emociones duran unos minutos y después se tranquilizan. Que la gente comparta el dolor es fundamental, porque así no se sienten contenidos.

–Y se consigue crear un recuerdo positivo en torno a la persona fallecida.

–Sí, se crea un momento positivo asociado a esta persona, porque el fallecido, al final, va a estar igual en la cena o la comida en nuestro pensamiento.

–De todas formas, para estas personas atravesar el duelo será más complicados al estar rodeados de elementos navideños que recuerdan estas fechas constantemente.

–Exactamente. Es un momento muy especial del año y todo lo recuerda, porque sales a la calle y hay luces, villancicos... también está en los anuncios de televisión... Es imposible escaparse de la Navidad, el cerebro no tiene escapatoria. En otros momentos del año, hay personas que llevan a cabo un autoengaño, en su mente es como si la persona se hubiera ido de “viaje”, es una forma de protegemos, pero cuando nos sentamos en la cena de Navidad es distinto, por eso considero importante que recordemos a la persona, porque de esta forma le estamos dando un espacio, lo estamos sintiendo, nosotros y seguramente el resto de la familia, incluso los niños. De hecho, creo que es bueno que los niños participen también en los "rituales" u homenajes que se quieran hacer, por ejemplo, se les puede proponer un dibujo suyo en el árbol recordando al abuelo o a la abuela. Es una forma de reeducarlos y enseñarles las emociones, además de tener al ser querido presente.

–Teniendo en cuenta su experiencia, ¿la muerte sigue siendo un tabú en esta sociedad?

–Totalmente, pero inevitablemente nos vamos a encontrar durante toda nuestra vida con ella. Nos ponemos de espaldas a la muerte y con los niños lo que sucede es que muchas familias, por ejemplo cuando se muere un pez, van a comprar otro inmediatamente y si es del mismo color y tamaño mejor, para que no se entere. Es muy triste que se le muera un pez, un gato o un perro a un niño, pero qué importante es que se le enseñe que eso forma parte de la vida y que es normal que esté triste. Es muy importante darnos permiso para expresar las emociones. Y eso, en el duelo, está claro.

–La AECC lleva varios años impartiendo un taller de duelo en la ciudad, ¿cómo repercute en los participantes?

–Sí, de hecho, empezaremos un nuevo grupo de duelo en febrero. En las personas que acuden al taller, el hecho de compartir e intercambiar su experiencia con otras personas que están pasando por lo mismo es maravilloso, porque se sienten acompañadas, se sienten comprendidas, no bichos raros. El círculo social y familiar al principio ayuda mucho, pero después, pasadas unas semanas, ya te están animando para que salgas, para que estés bien, para que no te lo permitas, y esto no puede ser. Entonces, estas personas tienen algo en común, suelen ser pérdidas entre dos meses y un año, para que estén en un momento parecido, pero realmente todo lo que ellos van escuchando unos de otros le sirve como aprendizaje, reduce la sensación de aislamiento y normaliza y valida el duelo, que es individual y en cada persona es un universo. Aunque haya una sintomatología común, el duelo es de cada uno y es fundamental que ni se minimice ni se juzgue la intensidad. En estos talleres se crea un espacio seguro, en donde comentan las distintas estrategias que les han funcionado, y que tienen muy buenos resutlados, porque hay personas que se sienten realmente solas aunque tengan apoyo.

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