El Chuvi hace 40 análisis al mes para diagnosticar alzhéimer y la demanda va en aumento

El test validado es mediante punción lumbar

El área de neurología de Análisis Clínicos avanza hacia su simplificación usando sangre

Aspira a lograr una prueba similar a la del talón

El equipo de Análisis Clínicos que se encarga de las enfermedades neurológicas en el Chuvi.

El equipo de Análisis Clínicos que se encarga de las enfermedades neurológicas en el Chuvi. / Alba Villar

Antes, el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer en un paciente vivo era eminentemente clínico. El médico no contaba con pruebas de imagen o de laboratorio que lo detectaran y midieran sin lugar a dudas. Hasta hace pocos años. Por indicación del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, en 2011, el National Institute of Agind y la Alzheimer’s Association empezaron a elaborar las guías para cambiar esto. En 2018, incorporaron la detección de biomarcadores al proceso. Ahora es una parte fundamental que le da al facultativo una seguridad que antes no tenía . “El paciente tiene que tenerlos positivos para poder decir que la padece; se ha convertido en un elemento necesario”, cuenta el doctor José María Martínez Iriarte, de Análisis Clínicos del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (Chuvi). Él empezó con esta prueba en 2021 y ahora trabajan en ello seis profesionales del laboratorio: el equipo del área de conocimiento de Neurología. Hacen una media de alrededor de 40 al mes, pero va en aumento. Cuanto más se conoce, más se demanda.

¿Qué es lo que usan? Por medio de una técnica “sencilla, rutinaria” –un inmunoensayo quimioluminiscente– buscan la presencia de tres biomarcadores ya validados clínicamente, es decir, que se ha comprobado que funcionan en la práctica con pacientes. Es la firma AT(N). “A”, por los niveles de beta amiloide, que se deposita en los espacios interneuronales de la sustancia gris del cerebro formando placas en una de las manifestaciones más características del alzhéimer. Si este resultado es positivo, el paciente está dentro del espectro de esta patología. “Sin ella, no la padece. Tendrá otra cosa, pero no alzhéimer”, explica Iriarte. La “T” es por la proteína tau fosforilada. Indica si hay ovillos de degeneración neurofibrilar. “Nos va a decir si tiene o no alzhéimer”, añade. Y, por último, la “(N)”, la tau total. “Indica el grado de lesión neurodegenerativa”, aclara.

Una persona con estos tres valores positivos tiene“un alzhéimer indiscutible”. Dos positivos en “A” y “T”, es “compatible con alzhéimer , pero sin lesión neurodegenerativa demostrada”. Con un solo positivo, el de la “A”, no se puede diagnosticar de forma indudable. “Es un deterioro cognitivo medio que todavía no está clínicamente claro que sea alzhéimer”, indica el doctor y añade que puede indicar que “se ha cogido pronto”.

El gran problema del alzhéimer es la ausencia de medicamentos para tratarlo. Sin embargo, para este último grupo de pacientes, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) –norteamericana– ha aprobado un fármaco –el Lecanemab– que ha demostrado en ensayos que retrasa un 30% la progresión en enfermos en estadíos iniciales. En España no se puede prescribir. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) aún no ha tomado una decisión y, si lo aprueba, deberá especificar en qué condiciones.

¿A quién hacen esta prueba?

A los pacientes que la Unidad de Demencias, del Servicio de Neurología del Chuvi, considera que son susceptibles de tener alzhéimer porque presentan síntomas compatibles. Por eso, hasta ahora, la gran mayoría de los test resultan positivos.

¿Cómo hacen el test?

En líquido encefalorraquídeo, mediante una punción lumbar. Es donde está demostrado en práctica clínica que funcionan estos biomarcadores. Pero esta extracción es compleja. Sobre todo, si se tiene en cuenta que solo el 10% del alzhéimer es genético y, por tanto, se hace sobre todo a ancianos, con sus otras patologías y sus tratamientos. “No siempre es posible hacerla”, explica el doctor Iriarte.

Por ello, se investiga mucho para simplificarlo y tener unos resultados igual de fiables en sangre. El equipo que lidera Iriarte, también. Salvo tres o cuatro casos en los que no es posible la punción lumbar –se analiza en plasma, aunque no tenga la misma calidad diagnóstica, a la espera de que se valide en la práctica clínica–, las pruebas que realizan a los alrededor de 40 pacientes al mes las llevan a cabo tanto en líquido cefalorraquídeo como en sangre. Lo hacen para comparar los resultados, ver cómo se manifiestan en plasma los diferentes estadíos y, poco a poco, avanzar hacia la simplificación del proceso de diagnóstico y, por tanto, una mayor seguridad del pacientes.

Su aspiración es que se pueda detectar con una simple gota de sangre en un cartón, como en la prueba del talón de los bebés. “Es lo que quisiéramos, pero aún falta mucho”, advierte el facultativo.

El desarrollo de estas pruebas “hay que relacionarlo con la capacidad para cambiar el curso de la enfermedad”, según sostiene Iriarte, que considera “nada desdeñable” la de las asociaciones “para ralentizar el deterioro cognitivo con talleres y ejercicios”. “En estos momentos, no hay otra cosa”, señala, pero espera que descubran fármacos modificadores porque está habiendo “una investigación fuerte”. “Aparecerán y justificarán que se hagan estas pruebas”, defiende.

  • El equipo

    Ana Ríos, José María Martínez Iriarte,Mayka Ferreiro –coordinadora TSLCB de laboratorio AACC del Meixoeiro–, Marta Rodríguez, Emilia Carballal y Rosa Álvarez. Por motivos de salud, no aparecen en la imagen Celia Cabaleiro y Lourdes Cruz. Ellas son todas técnicas superiores en laboratorio clínico y biomédico. Él, facultativo especialista en Análisis Clínicos.Forman el equipo del área de conocimiento de Neurología, dentro del Servicio de Análisis Clínicos. Trabajan en colaboración y coordinados con la Unidad de Demencias. “Como uno solo”.

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La enfermedad de Alzheimer tiene una muy larga gestación. Es interesante para la ciencia tener muestras en sus estadíos iniciales para avanzar el diagnóstico precoz, pero en muchas ocasiones no se detecta hasta sus fases finales. Este es uno de los motivos por los que el equipo del área de conocimiento de Neurología del Servicio de Análisis Clínicos del Chuvi guarda una parte de todas las muestras en una “biblioteca” a -80º, para volver a ellas si fuera necesario. Por ejemplo, para probar un biomarcador nuevo.

“Somos muy rigurosos en la calidad de nuestros resultados y de todo el proceso”, explica su responsable, José María Ma rtínez Iriarte. Por ejemplo, el contenedor que usan para congelar estas muestras es el recomendado por la Alzheimer’s Association. No es tema baladí. Una de las proteínas que analizan, la beta-amiloide, tiende a pegarse en los tubos, así que la analítica puede arrojar valores más bajos que los reales si no se tiene en cuenta esto. La Dirección del Área Sanitaria de Vigo les ha aprobado la adquisición de los materiales indicados por esta organización internacional para evitarlo. Además, se someten a su programa de control de calidad .

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