La Universidad evalúa la viabilidad de integrar radares en los parachoques

Ingenieros de atlanTTic miden la atenuación de la señal para valorar si los dispositivos podrían instalarse en el interior de los vehículos autónomos

Nuestra por el lado transmisor.

Nuestra por el lado transmisor. / FdV

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Los sensores de radar en la bada W permitirán a los coches autónomos detectar personas y objetos en su entorno para evitar colisiones y los ayudarán a mantenerse dentro del carril. Frente a otras tecnologías como los sistemas LiDAR ofrecen mayor rentabilidad y capacidad de operar en condiciones meteorológicas adversas. Un trabajo de la UVigo analiza el efecto de atenuación de los parachoques de los automóviles en las señales que los atraviesan y concluye que sería viable instalar estos dispositivos tras estos elementos.

“Normalmente, los radares se instalan en las rejillas de ventilación o en los emblemas del vehículo y decidimos hacer un experimento para probar qué pasaría si se colocasen por detrás de los parachoques. Por dos razones, porque los coches eléctricos ya no necesitan esa rejilla y, por otro, porque al no ser visibles se reducirían los requisitos de diseño. Los actuales sensores de infrarrojos, por ejemplo, ocupan un pequeño hueco del parachoques y deben tener una superficie y un color similares”, explica Íñigo Cuiñas, investigador del centro atlanTTic.

Muestra por el lado receptor.

Muestra por el lado receptor. / FdV

Este trabajo se inscribe en el ámbito de la caracterización electromagnética de materiales en la que el grupo de Sistemas Radio acumula décadas de experiencia: “Te permite saber cómo se va a comportar una ventana, una pared o cualquier otro elemento constructivo o estructural ante una onda. Y esto te lleva a saber qué materiales aíslan o son transparentes. De esta forma, se puede planificar el sistema de comunicación móvil o de wifi en un edificio de oficinas, por ejemplo, y determinar dónde interesan divisiones que dejen pasar la señal o, por el contrario, que aíslen”.

El estudio parte del trabajo final de máster realizado en la UVigo por Ingo Chin, un estudiante de intercambio de la Universidad de Gante, y sus resultados se acaban de publicar en la revista Sensors a través de un artículo que firman sus tutores, Íñigo Cuiñas y Jo Verhaevert, así como Manuel García Sánchez e Isabel Expósito, que repitió muchas de las medidas, ajustó las incertidumbres y aseguró la repetibilidad de los experimentos.

Para los ensayos se utilizó material de parachoques cubierto con distintas pinturas para ver su impacto que les fue facilitado por empresas auxiliares de la automoción del entorno. Y se realizaron en una cámara anecoica de pequeñas dimensiones, una réplica de la que funciona en la Escuela de Telecomunicaciones y que permite a los investigadores realizar trabajos con ondas milimétricas.

Los radares de los vehículos utilizan frecuencias estándar muy altas, en torno a 90 gigahercios, muy por encima de las comunicaciones móviles o inalámbricas. Y esta pequeña cámara anecoica permite medir la atenuación causada utilizando la técnica de transmisión en espacio libre.

“Lo que vimos fue cierta atenuación en la señal como era de esperar, pero no es enorme, por lo que su instalación por detrás de los parachoques probablemente tendría más ventajas que inconvenientes. Supongo que los diseñadores de los vehículos ya habrán valorado esta posibilidad, pero este estudio proporciona una validación experimental de lo que puede influir un elemento de este tipo. Y demuestra que la caracterización electromagnética puede dar un salto a otros ámbitos y resultar útil para otras industrias”, plantea Cuiñas.

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