El vecindario: “Es la crónica de una muerte anunciada”

Los residentes del entorno denuncian que llevaban años avisando de la okupación, las peleas y el trapicheo, pero “nadie hizo nada”

Marta Fontán

Marta Fontán

“Esta es la crónica de una muerte anunciada”. Esta frase se escuchó ayer de forma repetitiva en el entorno del edificio de la calle Alfonso X El Sabio donde se produjo el incendio. Víctor y María, una pareja que vive justo frente al lugar de la tragedia, se mostraban conmocionados. Ellos fueron testigos, al levantar la persiana, de cómo el inmueble se convirtió en una auténtica ratonera, en una “trampa” que atrapó a quienes estaban en el interior. “Nuestro niño dijo ‘fuego, fuego’ y al asomarnos a la ventana vimos que el edificio estaba en llamas, puramente en llamas; salían por el portal, eran muy vivas, y llegaban hasta el cuarto, por donde salía mucho humo...”, describía la mujer. Momentos dramáticos en los que escucharon los “gritos desesperados” de quienes trataban de huir del fuego, mientras no llegaron los servicios de emergencia, saltando desde la ventana o “colgándose” a las mismas para evitar ser alcanzados por las llamas. Ellos y otros vecinos insistían ayer en que ya habían avisado de la situación que se vivía allí, debido a la okupación existente y, resumen en el vecindario, por las “peleas, rencillas, robos y escenas de trapicheo de drogas que se vivían un día sí y otro también.

“Esto se veía venir, se sabía que esto iba a pasar; no es nuevo, llevamos así cuatro o cinco años, denunciando lo que se vivía dentro del edificio y fuera... Estamos cansados de llamar a la Policía, pero venían y se marchaban, sin al final arreglar nada”, afirma otro residente que cuanta que en el edificio siniestrado no tenían ni agua ni luz. “No sé si el incendio fue intencionado y provocado por una persona como se está diciendo o fue algo fortuito, accidental... Sea como fuese, se podía haber evitado, porque al no tener suministros los okupas se conectaban como podían por todos lados, así que es normal que esto un día reventase...”, decía.

Estado del patio interior 
de bloque. | // M.G.B

Estado del patio interior de bloque. | // M.G.B / m. fontán

"Han tenido que morir niños"

“Ocurrió lo que no queríamos que ocurriese y lo peor es que han muerto niños; sabíamos que iba a arder, avisamos de que iba a arder...”, agregaban. La indignación de los vecinos provocó que, durante la intervención en el lugar del delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, para informar de la situación de los heridos y del estado de la investigación policial, un grupo de personas acabara explotando a gritos, en este caso por no haberse dado una solución habitacional a las personas sin recursos que okupaban el edificio siniestrado. “¡Han muerto tres críos y su padre! ¿No había recursos para ellos? ¡Ya está bien!”, se escuchó durante la comparecencia del representante gubernamental.

Hasta el punto se trasladó Os Ninguéns, el colectivo social vigués volcado con las familias que viven en situación de exclusión social y marginalidad. Ellos, en memoria de los fallecidos en el incendio, pusieron unas flores y una vela en memoria de la madre y los tres niños muertos en la tragedia que se acaba de vivir en Vigo.

“La situación de insalubridad era evidente, no se actuó”

Raúl reside en el número 1 de la calle González Sierra, pegada a la del edificio incendiado. Su inmueble linda con el patio de luces de dicha construcción y, cuenta, que a través de la comunidad de propietarios, de la que él fue en una época su presidente, denunciaron la situación de insalubridad que había. “Lo pusimos en conocimiento de Sanidad, del Concello... Lo hicimos a través del administrador [de fincas] y recuerdo que llegó a venir un inspector de Sanidad y reconoció que claro, que lo que contábamos era verdad, que aquello estaba muy mal... Que iban a estudiar la situación a ver qué se podía hacer. Pero, pese a estas palabras, no se volvió a hacer absolutamente nada”, concreta. “Llevamos así años sin que se tomaran cartas en el asunto”, afirma. “Ves el patio y hay restos de comida, no se pueden abrir las ventanas porque entra el bicherío... Esta madrugada [por ayer] el humo también nos llegó y tuvimos que salir con lo puesto”, concluye.

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