Teatro independiente en Vigo, arma antifranquista

Dolores Miloro rescata la memoria de la actividad dramática de la ciudad que plantó cara a la censura en los años 70

Teatro itinerante por las calles de Vigo del grupo Artello.

Teatro itinerante por las calles de Vigo del grupo Artello. / FdV

Carolina Sertal

Carolina Sertal

Fue una década en la que recayó sobre ellos la furia de un régimen que encaraba el principio del fin. Eran jóvenes y estaban desesperados por recuperar la libertad de expresión, anhelaban un sistema democrático que les devolviera la autonomía que todavía no habían llegado a experimentar, en un contexto histórico en el que la censura era más enérgica que nunca contra aquellas corrientes que promovían la movilización social y el asociacionismo como plataforma cultural de actuación política. Fueron ambas tendencias, y las ansias de libertad de aquellas nuevas generaciones, las que impulsaron un movimiento renovador a lo largo de toda la geografía española, el teatro independiente, que también en Vigo se convirtió en una poderosa “arma” contra la dictadura franquista.

La nueva corriente del arte dramático no solo tenía como meta esquivar la férrea censura teatral impuesta en el tardofranquismo, sino que entre sus objetivos también se contemplaba la descentralización de las representaciones de las obras, puesto que prácticamente toda la parrilla cultural al respecto se concentraba en Madrid y en Barcelona y la provincia de Pontevedra casi no contaba con este tipo de actividad. En aquella época tampoco existía el teatro profesional como tal y Vigo no era una excepción, por lo que se transformó en otra de las grandes reivindicaciones del momento. Paralelamente, a raíz de la aparición de los “teleclubs” y los centros recreativos culturales, el tejido parroquial de Vigo se empezó a nutrir de grupos de teatro aficionados que también desafiaban al régimen tímidamente.

Dolores Miloro frente a la antigua Caja de Ahorros de Vigo, en donde se celebraban As Xornadas.  11 septiembre 2023

Dolores Miloro frente a la antigua Caja de Ahorros de Vigo, en donde se celebraban As Xornadas. / RICARDO GROBAS

Fue todo este ambiente que se respiraba en la década de los 70 en la ciudad lo que finalmente propició el nacimiento de dos importantes certámenes que marcaron un punto de inflexión para la actividad dramatúrgica de la urbe olívica: As Xornadas y As Mostras de Teatro de Vigo, celebradas entre 1972 y 1978, en el caso de las primeras, y entre los años 1975-1979 las segundas. Y precisamente, la recuperación de la memoria de lo transcurrido en aquellos eventos y el importante papel que desempeñaron en el resurgimiento del teatro vigués en un momento tan convulso como fue el camino hacia la Transición española es lo que ha rescatado de la hemeroteca, de archivos públicos y privados, Dolores Miloro en su libro As Xornadas e as Mostras de Teatro. O rexurdir da actividade dramática na mudanza de réxime.

Dorotea Bárcena en "La Orgía" de Esperpento La Picota.

Dorotea Bárcena en "La Orgía" de Esperpento La Picota. / Cedida por Diego Bárcena

“Grazas á celebración das Xornadas, pasaron pola cidade naqueles anos numerosos grupos de teatro procedentes de todos os puntos da xeografía española. As obras que se representaban tiñan un forte compromiso social e ético, e o que se procuraba era combater o teatro comercial ou de evasión que fomentaba o réxime. Escenificábanse obras de dramaturgos noveis cunha fonda crítica social e, en moitas ocasións, tiñan que recorrer a subxéneros como a farsa para que o público entendera o que os propios actores non dicían, porque precisaban quitarse de enriba a presión da censura”, explica la autora.

La celebración de As Xornadas en Vigo no estuvo exenta de polémica, y es que desde el primer momento, las agrupaciones de teatro de la ciudad y del resto de Galicia se sentían excluidas de las mismas. Con el objetivo de normalizar la escena gallega, en el 75 se impulsaron As Mostras de Teatro de Vigo, en las que solo participaban los grupos autóctonos. “Tanto as Xornadas como As Mostras foron moi importantes porque, logo destas experiencias teatrais, procurouse crear en distintos puntos de Galicia e na mesma cidade, como iniciativa das persoas que participaron na organización daqueles eventos en Vigo, un proxecto de teatro estable que tan só perdurou dende o 1979 ao 1980 e fracasou, especialmente por motivos económicos”, señala Miloro.

"As obras que se representaban tiñan un forte compromiso social e ético"

En este sentido, la autora del libro que recoge la historia del teatro independiente en Vigo indica que “unha das principais características daqueles grupos que xurdiron naquel tempo, ademais de ser transgresores, era que moitos se sumaban á idea do traballo cooperativo e colaborativo. No momento no que se pon fin ao réxime e quedan desartelladas as causas e presións ideolóxicas que levaron a estes grupos a mobilizarse, muda o escenario, e coincidindo coa etapa final do franquismo, tamén chega ao seu final unha etapa teatral, tras a implantación dun sistema democrático e autonómico que camiñou cara a implantación dunha política cultural teatral para Galicia que queda marcada xa en 1980 coa Asociación Profesional de Teatro Galego e, en 1984, co Centro Dramático Galego, no que moitas persoas se profesionalizaron e se estabilizaron, pois antes as condicións eran precarias”.

Como protagonistas en aquellas experiencias que situaron a Vigo en el epicentro de la escena teatral, Dolores Miloro destaca agrupaciones como Teatro Popular Queizán, Teatro Popular COPE y Grupo Esperpento Teatro Joven, y también menciona a otras como A Farándula (Navia), Escoitade (Valadares), Máscara (Bouzas) o Saudade (Matamá). Algunas de aquellas compañías se profesionalizaron tiempo después y la investigadora apunta que muchos profesionales de las artes escénicas salieron de aquellos grupos, como el caso de Morris, que perteneció a Artello, previamente conocido como Teatro Popular Galego: “As accións do presente sempre teñen uns actores no pasado e estes, co seu esforzo, conseguiron que se normalizase o teatro galego. Este libro é un recoñecemento a todos eles”, concluye Dolores Miloro.

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