El autor del crimen del profesor de Areal confiesa acorralado por las pruebas en su contra

David M.C. asume el escrito de imputación de hechos del fiscal, que describe que el joven golpeó y acuchilló a Benito Torreiro y después dilapidó casi 18.000 euros de sus ahorros

El investigado, en el juzgado tras su arresto en enero de 2022. Desde entonces está en prisión.

El investigado, en el juzgado tras su arresto en enero de 2022. Desde entonces está en prisión. / Ricardo Grobas

Marta Fontán

Marta Fontán

La investigación judicial del caso del crimen del profesor jubilado Benito Torreiro Sío está llegando a su fin. Tras una larga instrucción en la que las pruebas fueron poco a poco acorralando al joven investigado y aportando luz sobre lo sucedido en el piso de la víctima de la calle Areal, este pasado mayo el Juzgado de Instrucción número 5 de Vigo acordaba la transformación del caso por los trámites del Tribunal de Jurado. Y semanas después se celebró la comparecencia prevista en este tipo de procedimiento en la que se dio traslado y lectura al escrito de imputación de hechos formulado por la Fiscalía. Fue una audiencia a la que el presunto asesino, de 22 años de edad y natural de Monforte de Lemos (Lugo), asistió a través de videoconferencia desde prisión y que ha resultado clave para el caso ya que David M.C. , quien tras los hechos guardó un absoluto silencio tanto ante la Policía Nacional como en sus dos comparecencias judiciales, confesó los hechos. Según ha podido saber FARO, fue una declaración muy sucinta, casi telegráfica, pero que no dejó lugar a dudas al admitir expresamente como “ciertos” los hechos concretados por el fiscal, que en su escrito describe que este joven mató a Benito golpeándolo en la cabeza y en la cara con una bola decorativa de mármol y acuchillándolo para a continuación, durante los seis días siguientes hasta que casualmente acabó detenido en un control de carretera, dilapidar casi 18.000 euros de los ahorros que tenía la víctima.

Esa comparecencia se celebró concretamente el 16 de junio y, además del representante del Ministerio Público, estuvieron presentes el resto de partes personadas: las dos acusaciones particulares –una de ellas se adhirió al escrito del fiscal y la otra presentó el suyo propio sin que haya trascendido su contenido– y la defensa, que fue quien pidió que su cliente, presente a través de videoconferencia, prestase declaración. Así lo hizo a continuación el joven para admitir que tenía conocimiento de los hechos que se investigan y que los mismos ocurrieron de la forma que narra la Fiscalía. Tras dicha audiencia, la causa continúa todavía a día de hoy en fase de instrucción, pero pronto se le dará impulso de cara al juicio: ya solo se está pendiente de recibir una serie de documentación solicitada a una entidad bancaria, tras lo cual llegará la fase de los escritos de acusación. La confesión realizada por el investigado podría suponer la aplicación de circunstancias atenuantes y, con ello, conducir a una rebaja de la futura condena.

El crimen ocurrió en un edificio de la calle Areal de Vigo.

El crimen ocurrió en un edificio de la calle Areal de Vigo. / Ricardo Grobas

Un delito de homicidio o asesinato

A la espera de los siguientes pasos que se den en este caso, en el escrito de imputación de hechos la Fiscalía concluye que junto a un delito de homicidio o asesinato, existe también el continuado de estafa. Aunque no fue hasta el 4 de enero de 2022, a raíz de la detención de David en un control de la Guardia Civil en Silleda, cuando se descubrió el crimen, el homicidio se sitúa entre las 20.30 horas del 28 de diciembre de 2021 y las seis de la tarde del día siguiente. Además de la información aportada por la autopsia y por la geolocalización de los teléfonos móviles, han resultado claves para fijar este intervalo temporal los datos sobre la última conexión a Skype y la última conexión telefónica realizada por el profesor, así como la llamada que, ya cometido el crimen, hizo el investigado –su voz fue reconocida por una persona de su entorno– al departamento de seguridad de un banco haciéndose pasar por el fallecido para conseguir ampliar el crédito de una de las tarjetas de crédito de las que se apropió. También se hizo con las llaves del piso, con el teléfono de la víctima y con su documentación personal.

Tarjetas bancarias y Bizum

La instrucción judicial ha revelado que durante los seis días que transcurrieron desde el crimen hasta su arresto David gastó casi 18.000 euros del profesor usando sus tarjetas y utilizando el Bizum. Entre otras muchas compras y disposiciones, el joven adquirió dos vehículos, realizando durante esas ajetreadas jornadas, en las que casi siempre estuvo acompañado de amigos, un sinfín de viajes, varios relacionados con dichos coches, que lo llevaron a Tenorio (Pontevedra), Ourense o a Monçao, en Portugal.

La investigación realizada también desveló que durante su estancia en Vigo, antes y después del asesinato, el hoy autor confeso se alojó en un hotel, disfrutó de restaurantes y se dejó ver en varias ocasiones en una conocida discoteca de ambiente gay. Testigos que comparecieron ante la jueza instructora lo definieron como un “fantasma” por las historias, algunas edulcoradas por el lujo, que iba contando sobre él y su vida.

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Cuando la Policía Nacional entró la noche del 4 de enero de 2022 en el piso de la calle Areal, los agentes se encontraron con <strong>un escenario criminal repleto de vestigios</strong>: hasta un total de 144. Junto a la víctima, que estaba tirada boca arriba en el suelo del salón sobre un gran charco de sangre y con evidentes signos de violencia, allí los investigadores tenían sin duda ante sí todo un conjunto de indicios y pruebas. Junto a un cuchillo ensangrentado sobre la mesa del comedor y otro partido en dos hallado repartido entre el sofá y el mueble de la tele, se recogieron hasta siete bolas decorativas de mármol, alguna o algunas de las cuales se usaron para golpear al profesor, ya que tres de ellas tenían manchas de sangre. Los análisis posteriores a esa inspección policial permitieron identificar <strong>ADN del investigado</strong> en los cuchillos y en otros vestigios de la vivienda. Una prueba de cargo sin duda de importancia capital, al igual que el hallazgo, también en el lugar de los hechos, de una huella ensangrentada que coincidía con las zapatillas que llevaba el joven, una de las cuales tenía un ligero desgaste en la suela que aparece reflejado en esa pegada. La geolocalización también situó a David en el escenario del crimen.

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