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Crimen Areal

Los 144 vestigios del crimen del profesor

Benito Torreiro fue golpeado en la cabeza con una bola decorativa de mármol antes de ser apuñalado | Dos cuchillos y tres de estas esferas ensangrentadas, pruebas clave del caso

Momento de la retirada del cadáver del profesor asesinado R. Grobas / FDV

El piso de la calle Areal al que a las 21.15 horas del 4 de enero de este 2022 accedió la Brigada Local de Policía Científica de la comisaría de Vigo no dejaba lugar a dudas de que aquel había sido el escenario de un crimen. Allí, en el salón, estaba la víctima, tirada boca arriba en el suelo sobre un gran charco de sangre y con evidentes signos de violencia. Pero es que, además, esa estancia principal y otras de la misma vivienda estaban repletas de evidencias, de rastros, que ahora están jugando un papel clave en la investigación. Juntos a las armas empleadas en el homicidio, los agentes encargados de la inspección ocular de la casa se toparon ante toda una serie de vestigios, 144 en total, muchos de los cuales se convertirán en indicios y pruebas de gran valor en el futuro juicio.

Se trata del caso del crimen del profesor jubilado Benito Torreiro Sío, cuyo cadáver fue hallado en su piso de la céntrica calle viguesa al caer la tarde de ese 4 de enero. La casual detención de su presunto agresor, el joven monfortino David M.C., en un control de la Guardia Civil en Silleda, puso al descubierto el homicidio, que no era reciente, ya que el examen forense desveló que se había cometido al menos una semana antes. Víctima e imputado se conocían: la sospecha es que el fallecido, de 69 años, y el joven, de 21, mantenían algún tipo de relación. Cuando el investigado fue detenido, entre otras pertenencias tenía la tarjeta de crédito del profesor, con la que realizó múltiples compras en un centro comercial. Con los ahorros de la víctima también adquirió dos vehículos de segunda mano, un Audi y un Peugeot.

Un contundente ataque

La forma en que se acabó con la vida del sexagenario está clara. La autopsia arroja que recibió un fuerte golpe en la cabeza con alguna de las bolas decorativas de mármol que tenía en su salón y que después sufrió varias cuchilladas, una de ellas en el cuello que le causó la muerte. Pero la investigación que dirige el Juzgado de Instrucción 5 de Vigo tiene más frentes abiertos. Y una de las diligencias elementales que permitirá arrojar más luz fue la inspección ocular de los agentes de la Brigada Científica de la Policía Nacional, cuyo acta enumera los hasta 144 vestigios recogidos en el piso de Benito, un profesor retirado de educación infantil que también había destacado por su compromiso social y político durante su época como afiliado en el sindicato UGT o en el partido socialista.

El informe, que identifica 60 vestigios principales y otros 84 consistentes en huellas, frotis con hisopos de algodón para su estudio en busca de ADN u otros elementos como colillas, deja a las claras que el presunto agresor no se molestó ni en limpiar la escena del crimen ni en eliminar pruebas. La víctima estaba en posición decúbito supino en el salón, entre la mesa de comedor y el sofá. Vestía ropa de estar por casa: una camiseta violeta, un pantalón de chándal marrón y calcetines. Sus zapatillas aparecieron en otro punto del salón, estancia que, según dicha inspección, presentaba evidentes signos de violencia “consistentes en diversos objetos volcados, otros tirados por el suelo y proyecciones de sangre por las paredes y en el suelo”.

Allí en el salón los agentes encontraron las armas del crimen. Un cuchillo ensangrentado sobre la mesa y otro partido en dos, compatibles con las heridas del sexagenario: la hoja del roto estaba en el sofá, en una toalla ensangrentada, y el mango apareció bajo la mesilla de la tele. También se recogieron siete bolas decorativas de mármol, alguna o algunas de las cuales se habrían usado para golpear a la víctima: tres de estas esferas tenían manchas de sangre. Dos mecheros, un cenicero con 12 colillas y tres vasos fueron otros elementos identificados en esa estancia para su posterior análisis.

Los agentes hallaron 60 huellas dactilares en varias bolas, así como en botellas, vasos y una puerta

Los policías revisaron las demás habitaciones del piso. En los dos dormitorios, el principal y el pequeño, se vio que las camas estaban “usadas” y sin hacer, por lo que se recogieron para su estudio las sábanas y fundas de almohada. En el cuarto de baño “no se observa nada relevante”, pero sí en la cocina, “en la cual se aprecian numerosos utensilios que han sido usados y están sin lavar, como vasos, platos y cubertería”. Había además “cajas de cartón vacías” de pedidos de comida a domicilio. Allí también se concentró el esfuerzo de los agentes, de cara a recoger objetos como vasos, tazas o botellas de alcohol, en las que, como en otros vestigios, se revelaron huellas dactilares y se recogieron muestras para hacer análisis de tipo biológico.

ADN y teléfonos móviles

Los resultados que vayan llegando derivados de esta inspección serán determinantes en estas pesquisas. En total, se encontraron 60 huellas dactilares que deberán ser identificadas y se está también a la espera de otra de las pruebas capitales en casos de estas características, la del ADN. Otra diligencia clave es el volcado de los datos de los teléfonos móviles del investigado, así como la triangulación de dichos terminales, importante de cara a concretar lo máximo posible el día y la hora del crimen. Ante la jueza ya declararon asimismo numerosos testigos. David M.C. frecuentaba un bar de ambiente gay de Vigo: quienes lo conocieron allí lo definieron en sede judicial de “fantasma” por las historias de las que alardeaba.

Seis pisadas y el desgaste de una zapatilla que delatan al joven investigado

En el salón de este piso de la calle Areal, junto al cadáver, había seis marcas de pisadas, cinco de ellas “estampadas” en sangre. Precisamente, a la espera de que vayan llegando los resultados del estudio de las huellas dactilares y del ADN, una de estas pegadas incrimina ya a David M.C., al coincidir con las zapatillas deportivas del joven. Un ligero desgaste existente en la suela de su calzado aparece reflejado en la marca ensangrentada que se dibujó en el suelo.

Este vecino de Monforte de Lemos permanece en prisión provisional desde enero. La Audiencia Provincial de Pontevedra confirmó el auto de encarcelamiento y ordenó además la obtención de manera forzosa de ADN del investigado, quien se negaba. Es una prueba clave para buscar su rastro en los vasos, cubertería y colillas recogidas en la casa.

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