Las inmediaciones del Auditorio Mar de Vigo se convirtieron ayer en el escenario de la recreación de uno de los simulacros más impresionantes que se recuerdan. La magnitud del despliegue logístico llamó la atención de curiosos, que se alertaron y contemplaron atónitos la inmensa llamarada de fuego que emanaba del buque atracado en Beiramar. Una treintena de víctimas, previamente caracterizadas, comenzaron acusar las heridas provocadas por el impacto explosivo, cayendo varias de ellas al agua.
La maquinaria de los servicios de emergencia se pone en marcha. Y es aquí donde los protocolos también se ponen a prueba. La inmediatez es primordial. Son los bomberos los primeros que llegan. “Lo urgente es sofocar el fuego para minimizar los riesgos tanto de las víctimas como de los sanitarios. Y lo siguiente es gestionar el caos, ordenar la seguridad y coordinarnos con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que acordonen la zona y evitar que la catástrofe se expanda”, explica Óscar Estraviz, enfermero y responsable del simulacro de salvamento SEMES 2022.
Junto con los profesionales sanitarios de urgencias y emergencias (SEMES), participaron también varios organismos e instituciones como agentes activos en dicho simulacro, entre los que se encontraban médicos y enfermeros de urgencias 061 Galicia, Guardia Civil, Policía Local, Policía Portuaria, Axencia Galega de Emerxencias (AXEGA), Salvamento Marítimo, Cruz Roja, Protección Civil y los bomberos de la ciudad olívica. Además, intervinieron los alumnos del ciclo medio de técnico de emergencias sanitarias del instituto Ricardo Mella.
La segunda fase del simulacro que comenzó pasados 20 minutos desde la explosión, se centró en la operación de triaje que consistió en priorizar a los heridos. Los más graves fueron evacuados a la zona de seguridad donde fueron trasladados a los hospitales, mientras los leves, fueron atendidos por los técnicos sanitarios para su estabilización.
Simultáneamente a los trabajos en tierra, dos drones y un helicóptero de Salvamento Marítimo, con base en el aeropuerto de Peinador, recogió a los heridos de diferente gravedad del mar para ser atendidos por los sanitarios en las inmediaciones del Puerto, donde también estaba situada una estación de descontaminación NBQ (Nuclear, Biológica y Química). Este tipo de explosión liberaba amoníaco en forma líquida y gas, que “provocó en las víctimas diversas quemaduras y contaminación”, tanto en su ropa como en su piel, por lo que, en una situación real, sería necesario descontaminar a los heridos antes de la intervención médica.
Gestión mental
La intervención en este tipo de catástrofes no puede ser improvisada y es el objetivo de este simulacro, para que profesionales de urgencias y emergencias, responsables de gestionar la respuesta inicial, estén formados en coordinar todos los medios de emergencia disponibles con la mayor eficacia. “Es fundamental. Nunca se van a tener los recursos necesarios para atender una demanda de magnitudes inimaginables antes de que ocurran. Lo que sí podemos es estar preparados para poder enfrentarnos a ellas y tener automatizados los protocolos para que no falle lo más indispensable”, añade.
El evento contó con la presencia del conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, y del presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo, Jesús Vázquez Almuiña. Ambas instituciones presentaron recientemente el proyecto “Puerto de Vigo, Puerto Saludable”, enmarcado en un acuerdo de colaboración suscrito entre la Consellería de Sanidade y la Autoridad Portuaria de Vigo con el objetivo de “cardioproteger” el Puerto de Vigo y su entorno, fomentando la formación y difusión del conocimiento de las técnicas de RCP, con especial atención al incremento de personal formado y capacitado para el uso del Desfibrilador Externo Semiautomático, así como su incorporación al Programa “Acude e Axuda”.
Por ello, la Autoridad Portuaria de Vigo ha instalado diferentes desfibriladores en su zona de dominio público.
