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Veinte aniversario de una desaparición y muerte que conmocionaron a Vigo

Un caso que afronta un final incierto tras lograr una reapertura que parecía imposible

La lucha de la familia y la tenacidad de sus abogados fueron claves para que el expediente saliese del cajón | Con un investigado, ahora la jueza deberá decidir el rumbo de la causa

Lugar donde en 2002 apareció el cadáver de Déborah, en la antigua C-550 en O Rosal. / M.R.

Déborah vestía mallas deportivas azules, sudadera verde y zapatillas cuando, entre las 19.00 y las 19.30 horas del 30 de abril de 2002, un martes víspera de festivo, salió del piso en el que vivía con sus padres en la avenida Atlántida de Alcabre para ir a correr por la zona de Samil. En aquel recorrido por la zona costera más emblemática de Vigo coincidió con su prima. Hablaron unos diez minutos y después tomó rumbo de nuevo hacia su domicilio. En torno a las 20.45 horas caminaba ya por la “curva del matadero” –donde hoy se alza el Museo del Mar–. Le faltaba menos de un kilómetro para llegar a casa. Y allí la vieron por última vez con vida. Una nueva pista que se obtuvo en esta última fase de la investigación la situaría en torno a las 21.00 horas en un videoclub de Coruxo a varios kilómetros de allí, añadiendo una nueva pieza al misterio de su último trayecto. Lo cierto es que, tras desaparecer sin dejar rastro, los peores presagios se cumplían el 10 de mayo de aquel mismo 2002, cuando Adelaida, una vecina de O Rosal, encontró su cuerpo desnudo en una cuneta de la antigua C-550 mientras daba un paseo. La joven estaba casi al lado del arcén, en una zona con arbustos y hojas verdes, acostada de lado, con las piernas y brazos flexionados, y con sus zonas más íntimas, el pecho y el pubis, tapadas con hojas de acacias.

Veinte años después el caso sigue plagado de incógnitas. La lucha de los padres y los hermanos de Déborah, a la que se unió un equipo de abogados capitaneados por los hermanos Ramón e Ignacio Pérez Amoedo, fue clave para que se lograse lo que parecía imposible, que se reabriese la causa. Ocurrió en 2019. Y en este 2022, en la recta final, se daba otro paso. Por orden de la Audiencia Provincial de Pontevedra el Juzgado de Instrucción 2 de Tui citaba al exnovio de la víctima en calidad de investigado. No hay pruebas científicas en su contra, pero sus múltiples contradicciones lo situaron en esta posición. Este vigués se declaró inocente. Ahora, tras la prescripción parcial del procedimiento llegada ayer al cumplirse el veinte aniversario, el caso ya solo se podrá dirigir contra él. Casi todas las pruebas están ya practicadas. Aún se podrían pedir más, pero lo cierto es que, tarde o temprano, la magistrada deberá tomar una decisión: o abrir juicio contra el único investigado o archivar la causa.

Una investigación con errores

En contraste con los interrogantes sobre lo qué le ocurrió a Déborah, hay certezas que no tienen vuelta de hoja. A la investigación inicial, la de 2002 y años posteriores, le faltó empuje. No se hizo todo lo que se debería haber hecho y hubo demasiados errores. Tras la reapertura de 2019 las diligencias siguieron realizándose a cuentagotas. En los últimos meses, eso es cierto, todo se aceleró. “Pero se llegó tarde”, reflexiona Ramón Pérez Amoedo, uno de los abogados de la familia de la fallecida. “Si desde el principio se hubiese actuado con rapidez y diligencia, como tanto insistimos nosotros, quizá ahora otro gallo cantaría”, afirma este letrado, que decidió asumir el caso “por justicia social”. Y se implicó a fondo. “Lo hago con todos”, dice, aunque reconociendo que las “negligencias” que vio en esta causa le llenaron de “rabia”. “Me horroriza que en Vigo pueda quedar sin resolver el crimen de una niña de 22 años”, confiesa.

“No nos vamos a rendir; la verdad no tiene prescripción y pelearé por ella hasta el final”

Rosa Fernández-Cervera - Hermana de déborah

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Él y el resto del equipo legal se marcaron cuatro hitos cuando asumieron el procedimiento. Dos ya los han conseguido: la reapertura de la causa y que se llamase por fin a alguien en calidad de investigado judicial. Le restan los otros dos: lograr la apertura de juicio oral y que esta vista se celebre. “Son difíciles”, reconoce, “pero lucharemos hasta el final”. Ahora mismo, al margen del informe definitivo del disco duro del ordenador de la víctima, apenas hay diligencias pendientes. Faltan por llegar las periciales propuestas por la defensa del imputado. “Nosotros aún pediremos y presentaremos más pruebas; y si el fiscal solicita el archivo y la jueza lo decreta, recurriré a la Audiencia Provincial de Pontevedra. Este asunto no se cerrará hasta que haya un auto judicial firme. No me rendiré. Es un reto saber lo qué le ocurrió a Déborah y toda la sociedad debería compartirlo”, reflexiona.

“Me propuse varios hitos y aún faltan dos: que se abra juicio y que esa vista se celebre”

Ramón Pérez Amoedo - Abogado de la familia

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La familia de la joven comparte esta inquietud. Su hermana Rosa seguirá “peleando” hasta el final. “La verdad no tiene prescripción”, afirma esta joven. Ayer las redes sociales de la página Justicia para Déborah se llenaron de mensajes de apoyo.

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