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“Lo peor es sentir que vives en un cuerpo de 90 años”

Una paciente de 32 años cuenta cómo convive con síntomas de COVID un año después de haberse contagiado

Tatiana Crespo, paciente con COVID persistente.

Viajar es una de sus pasiones y, antes de la pandemia, cualquier fin de semana era la excusa perfecta para organizar una escapada o un viaje exprés. También le gusta cuidarse, por lo que procuraba llevar un estilo de vida saludable, haciendo ejercicio físico de manera habitual. Sin embargo, todo cambió para ella en el momento en el que se contagió de COVID hace prácticamente un año porque, desde entonces, ya no volvió a ser la misma.

Con 32 años, Tatiana Crespo cuenta que hoy no es capaz de subir cuestas o demasiadas escaleras. Que cuando sale de casa, tiene que estudiar previamente el entorno para saber si podrá sentarse a descansar, si el terreno es llano o si el lugar que quiere visitar queda cerca de una zona para aparcar el coche. Explica que una actividad tan sencilla como salir a caminar o ir de paseo con sus amigos, hoy en día, es para ella una odisea debido a que todavía presenta síntomas asociados al COVID un año después.

Fue en marzo de 2021, cuatro meses antes de que le correspondiera recibir la primera dosis de la vacuna, cuando se contagió de coronavirus a raíz de un contacto estrecho. Esta treintañera, vecina de Redondela y residente en Arcade, comenta que “durante los primeros días tuve muchísimo dolor de cabeza, perdí el olfato, el gusto, y tuve fiebre. Tos solo tuve los últimos días y en principio se suponía que no era nada grave, pero a partir del décimo día empecé a sentir una presión en el pecho y me costaba muchísimo respirar. Tras 15 días de aislamiento en Urgencias vieron que tenía algo afectado el pulmón derecho y, aunque pasado el tiempo desapareció, mi vida cambió de forma radical”.

Y es que cuando llegó el momento de retomar su rutina, Tatiana dice que al salir a la calle no era capaz “ni de dar diez pasos seguidos”. Se fatigaba, llegaba a casa todos los días con dolor en el pecho y en la espalda y así fueron pasando los meses para ella desde entonces, lentos y planteándose pequeñas metas, como la de conseguir caminar sobre un terreno llano sin tener que parar constantemente para recuperar las fuerzas.

En Vigo se atienden a 3.000 pacientes con secuelas en la unidad Post-COVID

El COVID también marcó para ella un antes y un después a nivel laboral, puesto que cuando se reincorporó a la academia en la que imparte clases de inglés, confiesa que “creí que iba a poder darlas sin problema, porque en mi trabajo no tengo que hacer esfuerzos físicos ni moverme demasiado, y sin embargo me costaba muchísimo acabarlas”. Tatiana Crespo explica que al tener que estar con la mascarilla y tener que hablar durante un tiempo prolongado, “llegaba a casa con muchísimo dolor e incluso notaba que hacia el final de la clase, ya no era capaz de hablar, tenía que pedirles a los alumnos que bajaran la voz para poder terminarlas”.

"Es muy frustrante porque ves que siguen pasando los meses y no consigues recuperar tu estado de forma física anterior”

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Otro de los aspectos en los que influyó su diagnóstico de COVID persistente fue en la salud mental. En este sentido, esta paciente del área sanitaria de Vigo señala que “lo peor es sentir que tienes un cuerpo de 90 años. Hace casi un año que no puedo hacer ejercicio y cuando viajo o cuando salgo a dar un paseo tengo que tener siempre en cuenta la accesibilidad, mi pareja o mis amigos tienen que adaptarse a mis circunstancias. Esto es muy frustrante porque ves que siguen pasando los meses y no consigues recuperar tu estado de forma física anterior”.

A este respecto, Tatiana indica que cuando comentó a su médico que los síntomas continuaban le dijeron que tenían que esperar seis meses para poder derivarla a la unidad post-COVID. Decidió acudir a un centro privado y allí le confirmaron que tenía COVID persistente y que sería importante que realizara una serie de ejercicios de rehabilitación para recobrar su capacidad pulmonar, sin embargo, señala que “tuve que buscarme la vida por mi cuenta y acabé realizando ejercicios respiratorios que encontré por Internet”.

Unidad post-COVID

Desde el primer momento en el que irrumpió la pandemia, el Hospital Álvaro Cunqueiro puso en marcha una unidad de seguimiento de aquellos pacientes que tras haberse contagiado no lograban recuperarse al 100%. Se denominó unidad post-COVID y fue la primera en implantarse en los hospitales de Galicia. En la actualidad, casi dos años después desde que dio comienzo la crisis sanitaria, en ella se atienden a 3.000 pacientes con secuelas, pacientes que tras tres meses desde el diagnóstico todavía presentan síntomas inespecíficos y múltiples, tales como cansancio generalizado, dolor muscular, cefaleas o falta de aire, entre otros.

Dicha unidad está integrada por profesionales de los servicios de Neumología, Medicina Interna y enfermería, para abordar a pacientes que presentan COVID persistente. A modo de ejemplo, en dicha unidad se pueden encontrar personas que, un año después de haberse contagiado, todavía no han recuperado el olfato o que, al igual que Tatiana Crespo, presentan un cansancio generalizado que les impide llevar su vida con normalidad. Para la mayor parte de los casos, “no existe un tratamiento específico”, es por esto que además de pautarles una rehabilitación y recomendarles dieta equilibrada y ejercicio físico, los profesionales sanitarios apelan a la “paciencia”, porque afirman que “aunque la recuperación va lenta, poco a poco los síntomas van remitiendo y notan mejoría”.

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