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La vieja estación de buses inicia la cuenta atrás para el relevo con su futuro en el aire

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La vieja estación de buses situada en la Avenida de Madrid Marta G. Brea

Cuenta atrás para un futuro incierto. Tras 32 años de servicio durante los que actuó como una de las grandes puertas de Vigo y engranaje clave de la movilidad en la comarca, la vieja estación de buses de Avenida de Madrid cuenta los meses para su relevo. Antes de que termine el año la Xunta espera tener lista la que será su sucesora, la nueva terminal de Urzáiz, un edificio en el que está invirtiendo 18 millones de euros y que se engarzará –junto a Vialia– en un gran complejo intermodal. Una vez terminada la obra será cuestión de tiempo que autobuses y viajeros se trasladen de Avenida de Madrid a Urzáiz.

El edificio encara su recta final con pasaje, pero sin apenas actividad comercial

Cuándo, exactamente, es algo que de momento se desconoce. En agosto la Consellería de Infraestruturas explicaba que para que la nueva terminal pueda activarse necesita que los accesos –ahora en construcción– “permitan entrar y salir los autobuses con fluidez”. La Xunta esperaba entonces que ese requisito quedase cubierto ya “a principios de 2022”; semanas después el propio alcalde aseguraba que al menos el túnel entre Lepanto y la AP-9 estará listo “a finales de año o principios del que viene”.

Qué pasará con la vieja infraestructura a partir de ese momento, cuando la actividad empiece a trasvasarse a Urzáiz, es otra incógnita. A día de hoy –y al menos en el horizonte a corto plazo–, hay dos posibles respuestas. Xunta y Concello plantean dos futuros para la terminal de Avenida de Madrid que difícilmente podrían ser más opuestos: la primera quiere conservar al menos la envolvente y darle un uso sociocultural, transformarla en un centro intergeneracional. Desde la administración municipal, sin embargo, se aboga por reconvertir el ámbito en una nueva zona verde. A día de hoy, a un par de meses del fin de las obras en Urzáiz, el futuro de la estación de buses sigue marcado por esa diferencia de visiones.

Interior de la estación de buses de la avenida de Madrid, con viajeros y locales cerrados. Marta G. Brea

El plan del Concello va más allá de una simple declaración de intenciones. Sus técnicos lo han plasmado en el borrador del PXOM, que prevé abrir en el entorno de la avenida una amplia superficie verde de 34.000 m2. A mayores contempla una remodelación del nudo situado a la altura de la terminal. La aprobación definitiva del documento se espera para 2023.

Al quedar plasmado en el PXOM, el uso de la parcela estaría ya determinado y el centro intergeneracional de la Xunta, comprometido. Ante ese escenario, la Consellería de Política Social estudia presentar una alegación al PXOM. No será la primera. En noviembre de 2020 el organismo autonómico ya envió una alegación en la que reclamaba “mantener la calificación de equipamiento general en lugar de zona verde”. El objetivo, argumentaba, era que la ciudad no viese disminuido la superficie dedicada a dotaciones públicas. Desde la Xunta señalan que entonces no se obtuvo respuesta municipal.

Interior de la estación de buses de la avenida de Madrid, con viajeros y locales cerrados. Marta G. Brea

“Es el mejor uso que se le puede dar. El edificio puede recuperarse como servicio útil para la ciudad”, argumentan desde San Caetano antes de recordar que Avenida de Madrid no es un eje residencial. Su anteproyecto se presentó en marzo de 2020 –poco antes de que se decretase el estado de alarma– y avanzaba algunas pinceladas: la inversión prevista ascendía a cinco millones de euros y el centro incluiría un centro de día con 80 plazas para personas mayores, una escuela infantil para 82 niños; oficinas, espacio sociocultural, sala de exposiciones y cafetería.

Más allá del uso que se dé al edificio o la parcela, sobre la mesa habría otro debate: ¿Quién tiene la propiedad? La Xunta aseguraba en 2020 que desde junio de 2019 la estación está registrada a su nombre; el Concello, a su vez, argumenta que cedió los terrenos en el 88 con la condición de que se usasen como terminal. A la espera de que se aclare el futuro del inmueble, su pulso comercial se apaga poco a poco, con los locales vacíos para una mudanza inminente.

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