Que los tatuajes cada vez están más de moda no es ninguna novedad, como tampoco lo es que la connotación negativa que se les atribuye esté desapareciendo. No los llevan los “macarras” ni las “agresivas”, sino que todo tipo de personas lucen uno (o más, dicen que engancha). Por suerte, en las entrevistas de trabajo se fijan menos en este tema, y raro es el caso de alguien discriminado por llevarlos.
Así, el rango de edad también se está difuminando con el paso de los años, y este arte corporal ya no es solo cosa de jóvenes. “La gente de 40 y 50 años se está tatuando por primera vez ahora”, cuenta Nortes, dueño del estudio Costa Oeste.
“Vienen muchos padres que se hacen tatuajes con sus hijos cuando éstos cumplen los 18 o 19 años y vienen a hacerse el primero”
Seguramente habrán visto personas de mediana edad con uno de estos complementos permanentes en la piel, y piensen automáticamente que será algo de la juventud, tan alocada y efervescente. Pero esto ya no es así. “Lo que más nos piden las personas de 60 y 70 años son tatuajes con una gran carga emocional”, desvela Fernando Ferrere, copropietario del estudio Sputnik Tattoo. “Nos piden muchas palabras, nombres de los nietos… Todo con una tipografía que se aleje de lo típico de Google”.
En este rango también existe una gran diferencia entre hombres y mujeres, siendo ellas las más atrevidas a la hora de sentir la aguja. “Vienen ellas acompañadas con sus maridos para que les aconsejen, pero ellos nunca se animan”, reconoce Ferrere. “También tenemos padres y madres que acompañan a los hijos en su primer tatuaje y, o se lo hacen igual, o traen ya una idea”. Hijos que, incluso, llegan a ser menores de edad. Eso sí, siempre con autorización paterna.
¿Lo que está de moda? “Los grises y los diseños más finitos, sobre todo en las chicas jóvenes, pero cada vez triunfan más”, confirma Huáscar, el dueño de Lax Tattoo. “Eso sí, nosotros huimos de los tatuajes típicos, como un infinito o una luna: a la gente le gusta que les demos una vuelta”.
La pandemia en la piel
Muchas personas adictas a la tinta decoran su cuerpo con diseños significativos, de algo especialmente impactante que haya pasado en sus vidas. El COVID-19 y todo lo que ha implicado para la sociedad ha supuesto, para muchos, motivo suficiente para tatuarse algo relacionado con ello. Palabras de ánimo o un diseño que signifique “nosotros podemos”, cualquier cosa es válida.
“Ha venido mucho personal sanitario para tatuarse este tipo de cosas”, destaca Ferrere.
“Sobre todo, enfermeras. Es gente que está en primera línea y para la que la pandemia ha supuesto algo superior, de superación incluso”
Al otro lado de la balanza están los demás vigueses que, a título personal y en general, han evitado marcar su cuerpo para siempre con este recuerdo. “Cuando empezó todo hicimos algunos diseños relacionados por si a alguien le interesaba, pero ha pasado justo lo contrario: la gente tiene un rechazo al tema y no lo quiere ver reflejado en su piel”, aclara Huáscar.
La ‘vieja escuela’ de los deportes de moda
Agendas llenas
El verano es una época complicada para tatuarse, ya que las recomendaciones coinciden evitar la exposición al sol durante, al menos, dos semanas y no mojar la herida con agua salada o con cloro.
Por eso, las listas de los estudios explotan cuando llega septiembre, y ya empiezan a agendar citas para noviembre con el octubre completo.
“Sí que es cierto que este año ha bajado con respecto al anterior, cuando la gente tenía muchas ganas de tatuarse, pero octubre está lleno porque la gente aguanta septiembre en las playas”
“Aquí tenemos una lista de espera de una semana porque somos cinco tatuadores”. Sputnik triunfa en septiembre, y ya tiene la mente puesta en nuevos clientes para noviembre.
Por su parte, Huáscar asegura que en Lax Tattoo están “a tope”. “Notamos el bajón del verano, pero nos recuperamos rápido después del confinamiento”.
