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“Los centros tutelados están llenos de niños que necesitan cariño”

Sandro y Olga, en la sede de Cruz Roja, ayer. | // PABLO HERNÁNDEZ

“Cuando trabajé en Povisa, el centro tenía la tutela de un niño que nunca quería lavarse los dientes y yo le compré un cepillo con dibujitos y una pasta con sabor a fresa. Al día siguiente, cuando llegué a la habitación, me lo encontré durmiendo abrazado al cepillo y a la pasta. Son cosas que te marcan; ver lo solos que se sienten, que necesitan de ese calor, sentirse arropados, queridos”. Esta es la historia de Olga Viaño, que junto a su marido Sandro Rodríguez son una de las 27 familias acogedoras de menores tutelados por la Xunta en Vigo.

Vulnerabilidad o desprotección

Situaciones de vulnerabilidad o desprotección y no conflictividad como erróneamente se piensa en muchos casos están detrás de las realidades de estos niños, que gracias a familias como las de Olga y Sandro pueden crecer y desarrollarse en un ambiente idóneo. “No hay como el calor de una familia. Los centros de menores están llenos de niños que necesitan un poco de atención; están bien tratados, los ayudan, pero el problema de uno se suma al de los demás, se van multiplicando y los niños sufren. Es una etapa dura y difícil, necesita mucho cariño y autoestima”, precisa Viaño.

Colaboración con Cruz Roja

El programa de acogimiento familiar, desarrollado a través de la colaboración con Cruz Roja selecciona la familia que mejor se ajusta a las circunstancias del niño y se le presta asesoramiento constante por parte de psicólogos y trabajadores sociales así como formación especializada. “Trabajamos muy duro en los informes de idoneidad; aquí no valen las segundas oportunidades. Cuando proponemos un acogimiento, tenemos que estar seguro que la familia y el niño se van a compenetrar. Es lo que se conoce como proceso de integración”, cuenta Antonio Carnero, un trabajador social de la Cruz Roja en Vigo.

"Aquí no hay segundas oportunidades. Tenemos que estar seguros que la integración con la familia saldrá bien"

Antonio Carnero - Trabajador social de Cruz Roja

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Una familia de cuatro

Este matrimonio decidió dar el paso hace tres años e incluir a Erica, que ahora tiene ya cuatro añitos, en su familia; ganando no solo un miembro, sino también una hermana pequeña para su hijo André, de ocho años. “Cuando llegó la niña también fue difícil para él, pero era pequeño y no tenía mucha idea de la situación; luego empezaron a surgirle las dudas y preguntas pero lo asumió incluso mejor que los adultos”, cuenta esta madre. ¿Y para la pequeña? “La niña tuvo que adaptarse tanto ella a nosotros, como nosotros a ella. Al poco tiempo empezó a gustarle su habitación, sus juguetes, su ropa… Con mi hijo, la verdad es que se lleva muy bien. Son carácteres muy distintos pero se complementan. Tienen buena relación. Habitualmente, los niños que acoges suelen ser más pequeños que tu hijo biológico, así él puede ayudarle, les sirve de hermano mayor”, cuenta Olga Viaño.

Acogimiento, no adopción

El acogimiento, y es algo que esta familia tiene claro, no es una forma de adopción, ya que siempre es temporal y no rompe los vínculos del niño o niña con su familia de origen. “Nosotros tenemos claro que algún día se irán, o con su familia porque se arregló la situación y eso es maravilloso o con una familia de adopción que los va a querer. Pase lo que pase estaré contenta. Disfruté de verlos crecer, y de su amor incondicional, y con eso me basta”, cuenta esta viguesa.

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