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La mitad de los menores en terapia por agresión sexual fueron primero víctimas

Una niña, víctima de agresión sexual

La incidencia de los delitos sexuales entre menores sigue incrementándose año tras año. No solo afecta al número de víctimas, sino también al de agresores. Cada ejercicio son más los adolescentes que abusan o agreden sexualmente a otros niños, como reflejan los datos de la Fiscalía de Galicia. La última memoria, que recoge los datos de 2019, desvela que en Vigo y el área de la provincia de Pontevedra se abrieron 24 causas contra adolescentes, 16 por abusos sexuales y ocho por agresión sexual, frente a los veinte del año anterior.

Los expertos alertan: se convierten en agresores para tener el dominio, pero placer y poder se vuelven adicción

Una cifra que en realidad es mayor, pues los menores de 14 años no son imputables y muchos casos no llegan siquiera a judicializarse. Sólo en el programa del centro Alborada de Vigo se trataron casi una decena de casos de jóvenes agresores con edades entre 12 y 18 años que no salen de un procedimiento legal, sino que actúan con carácter de prevención o intervención, según explica Jesús Cancelo, director de la asociación Alborada, con un programa especial para menores víctimas de abusos sexuales y terapia para agresores, también menores de edad.

“Uno de cada cinco niños sufren abusos sexuales. En el entorno de cualquiera de nosotros está sucediendo. Pasa en todas las clases económicas y sociales. Que no se vea no quiere decir que no exista. Hay que visibilizarlo”, apunta Cancelo.

"Que no se vea no quiere decir que no exista. Hay que visibilizarlo"

Jesús Cancelo

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Jesús Cancelo.

Jesús Cancelo. María Villar

El centro Alborada trató casi una decena de casos el último año

“Entre el 40% y el 60% de los agresores son víctimas de abuso que pasan a ser abusadores"

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Pero ¿qué lleva a un menor a abusar o agredir sexualmente de un niño? “Entre el 40% y el 60% de los agresores son víctimas de abuso que pasan a ser abusadores, no quiere decir que toda víctima se convierta después en victimario de otros, pero sí una parte importante. El resto son jóvenes con distintas problemática detrás, pero en ningún caso por trastornos mentales”, explican los responsables del gabinete de psicología de Alborada.

“Los niños que han sido víctimas se convierten en abusadores porque han normalizado su historia de vida sin recibir la ayuda adecuada y han generado esa conducta adictiva en ellos. Al final sienten placer y, sobre todo, gusto por el poder. Es una sensación a nivel personal de que ya nunca más volveré a sufrir. Y esa sensación de poder le satisface, y por encima trae placer sexual. En otro tipo de maltrato no pasa, pero en los agresores sexuales ocurre: acaba convirtiéndose en una conducta adictiva”, ahonda la psicóloga Inma Araújo.

La cadena de abusos intergeneracional en familia es habitual, también la deportiva

Blas, nombre ficticio, es un adolescente que empezó a ser tratado en Alborada por la agresión sexual a otro niño. La psicóloga descubrió que años antes había sido víctima de su propio hermano mayor. También era adolescente cuando abusó de él con 9 años, lo que repitió después Blas. Su hermano seguía siendo menor, tenía 17 años, y le ofrecieron ayuda. Acudió sin dudarlo y relató que, a su vez, había sido agredido en la preadolescencia por un primo y no había tenido a nadie que le ayudara. “Este tipo de cadenas intergeneracionales familiares son habituales, igual que las de entrenadores a deportistas, que después abusan de otros deportistas”, expone Araújo

“Empiezo a tener pensamientos, a buscar a menores, tengo miedo de acabar en prisión”

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Pero las chicas víctimas de abusos también pueden convertirse en agresoras sexuales. Es el caso de Ana, víctima de tres tipos de abusadores durante su infancia. Le dieron de alta tras tratarla y un día volvió pedir ayuda: “Empiezo a tener pensamientos, a buscar a menores, tengo miedo de acabar en prisión”. En su primer abuso, con 6 años, le obligaban a hacer cosas con su primo de la misma edad. Su ofuscación como agresora eran los niños de 6 años.

Se estima que un 13% de los abusadores sexuales son mujeres.

Uno de cada tres agresores sexuales comienza en la adolescencia. De ahí la importancia de poder detectarlo de forma precoz. Por eso se tiene muy presente al trabajar con las víctimas, para evitar que pasen a victimarios. Los casos tratados en Vigo demuestran que los agresores sexuales empiezan con temas “leves” y muy puntuales, si nos los frenan encuentran el placer y el gusto por el poder hasta convertirse en verdaderos agresores sexuales de adultos.

"Si notamos conductas sexuales anómalas, si alguien se ha quejado o si tal vez él o ella lo han relatado. Hay que trabajarlo ya."

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“Es algo que no se corrige solo y no se puede esperar nunca, sino actuar en cuanto hay sospechas. La terapia es necesaria en el cien pro cien de los casos, hay que trabajar tanto la parte de víctima como la de agresor que puede ir a más. Si notamos conductas sexuales anómalas, si alguien se ha quejado o si tal vez él o ella lo han relatado. Hay que trabajarlo ya. Como cualquier adicción si la coges en los inicios tienes más posibilidades de solventarlo, si se cronifica....”, matiza Inma Cuesta.

La Fundación ANAR alerta sobre los abusos sexuales a menores

La Fundación ANAR alerta sobre los abusos sexuales a menores Agencia ATLAS / ShutterStock

Desde el gabinete psicológico de Alborada inciden en que la experiencia demuestra la importancia de la detección precoz, tanto en víctimas como agresores: “Cuanto antes se actúe se van evitar nuevas víctimas, además de reducir las posibilidades de recaída. Nos llegan casos derivados de Amino Galicia y del servicio de Menores de la Xunta, pero cualquiera puede solicitar que intervenga; colegios, familias y algunas víctimas que no quieren ser agresores”.

Casi cien víctimas: del maltrato prenatal a la violencia sexual

La pandemia del COVID no ha dado tregua durante 2020 y el centro de atención al menor de la Asociación Alborada en Vigo atendió a 93 niños de entre 12 y 18 años, víctimas de malos tratos, abandono, violencia sexual o superprotección nociva por parte de sus progenitores o tutores.

Algunas víctimas resultaron afectados por varios de estos tipos de maltrato Así, se atendió a 15 víctimas de maltrato prenatal –falta de cuidado del propio cuerpo, malos hábitos o comportamientos tóxicos por parte de la madre durante el embarazo–; 87 niños afectados de abandono o maltrato emocional y 67 que sufrieron maltrato físico. Otros 55 niños sufrieron la negligencia de quienes debían cuidarlos, once padecieron acoso escolar y otros 11 maltrato institucional. En total, los servicios psicológicos atendieron a 38 menores víctimas de violencia sexual y a una docena de niños víctimas de superprotección. Así, hubo dos casos de Munchausen por poderes –el cuidador del niño, con frecuencia la madre, inventa síntomas falsos o provoca síntomas reales para que parezca que el pequeño está enfermo–; cinco de Munchaussen por protección excesiva y seis por síndrome de Munchausen por sobre exigencia.

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