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La viguesa que devora más de 100 libros al año

La sexagenaria Luisa Fernández Lago es la usuaria de bibliotecas públicas más activa de la ciudad olívica

Luisa Fernández Lago, en la biblioteca Neira Vilas. Alba Villar

Viajar, llorar, reír, soñar... Son algunas de las experiencias que los libros le han permitido vivir a la viguesa Luisa Fernández Lago, la usuaria de bibliotecas más activa de la ciudad. Devorando tebeos supo que la lectura era una afición que la iba a acompañar toda su vida. Y no le faltaba razón. Con 69 años, mantiene intacta esa ilusión por adentrarse en las historias que emanan del papel y aprovecha el tiempo libre en su jubilación para añadir títulos a su currículo. En este mundo cada vez más digitalizado, rechaza los libros electrónicos y aconseja a los menores alejarse algo de las pantallas.

Luisa Fernández Lago (Vigo, 9 de enero de 1952) es lo más parecido a una máquina de leer: no hay otra persona en la ciudad que coja más libros que ella en una biblioteca pública. Su favorita es la Xosé Neira Vilas, ubicada en Martínez Garrido, que cumple ahora 10 años abierta. Los datos avalan el gusto de esta viguesa, que, en su etapa de jubilación tras ser dependienta de comercio y ama de casa, devora “unos dos o tres libros a la semana” y compagina esta actividad con el trabajo en la huerta y la confección de “bufandas y ponchos” para sus cuatro nietos. La lectura, una de sus grandes pasiones, la acompaña desde la infancia, vivida en Lavadores: se enganchó con los tebeos de El Capitán Trueno, El Jabato y Pantera Negra y se enamoró de las letras con Miguel Strogoff, de Julio Verne.

“Voy a la biblioteca cada 21 días y cojo unos cinco o seis libros”

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FARO hace sonar su teléfono justo a las 20.00 horas, momento en el que se encontraba leyendo, como no puede ser de otra forma. “Ahora mismo, estoy con Rezar por Miguel Ángel, que tiene más de 600 páginas, y lo acabaré en 4 o 5 días. Le dedico unas cuatro horas o cuatro y media a la lectura”, asegura en una pausa que concede al Decano.

“Retomaré después de cenar, de 21.30 a 00.00 horas; leo mientras mi marido ve la televisión, que a mí no me gusta, pero no me desconcentro para nada, me enfrasco en el libro y no me entero de lo que pasa a mi alrededor. Si hace buen tiempo, salgo a la finca por las tardes y leo”, comenta.

“Me enganché a la lectura con tebeos como El Jabato, El Capitán Trueno o Pantera Negra”

Luisa Fernández Lago

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Luisa Fernández Lago, en la biblioteca Xosé Neira Vilas Alba Villar

A pesar de que la lectura “siempre” le ha encantado, le empezó a dedicar mucho más tiempo cuando sus vástagos se hicieron mayores. “Me casé, dejé de trabajar y, luego, me centré en cuidar de mis dos hijos, que tienen ahora 46 y 47 años, a los que les inculqué el gusto por los libros. Nos reíamos mucho leyendo Charlie y la fábrica de chocolate. Cuando empezaron a llevar una vida más autónoma, me puse más en serio con la lectura”, recuerda antes de anotar que, desde 2016, ha cogido prestados unos 400 libros en la Neira Vilas. “En casa, tengo unos 300, comprados y regalados. En toda mi vida, debí de haber leído más de 1.000, tanto en gallego como en castellano. Voy a la biblioteca y no compro tanto porque gastaría mucho con el ritmo que llevo, no me lo puedo permitir”, aclara.

“Gracias a los libros, he podido viajar a muchos países, reír, llorar, soñar... Me aportan muchísimo”

Luisa Fernández Lago

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Luisa Fernández Lago en la biblioteca con uno de los más de cien libros que devora al año. Alba Villar

Para Fernández, la lectura fue un balón de oxígeno en el confinamiento domiciliario de la pasada primavera. “Una maravilla. Leí muchísimos libros, sobre 35”, anota. Y es que, como reconoce, leer le permite experimentar todas las sensaciones posibles... y recorrerse el mundo entero. “Me río a carcajadas, lloro, me pongo melancólica... Los libros me aportan muchísimo, me despiertan la mente y me invitan a soñar. Como dice un escritor, ¿qué sería de nosotros si dejáramos de soñar? Con ellos, he viajado a un montón de países, y eso que no salgo mucho de Vigo”, destaca tras concretar que los dos últimos libros que ha disfrutado son La Puerta, de Manel Loureiro –se lo regaló la biblioteca por ser la usuaria que más lee– y Hippie, de Paulo Coelho.

Entre sus escritores favoritos, cita a Santiago Posteguillo, que “describe de forma maravillosa la antigua Roma”, y Carlos Ruiz Zafón, cuyos libros “permiten adentrarte y viajar en la historia que cuenta”, pero no se olvida de Almudena Grandes, Ledicia Costas, Pedro Feijoo, Diana Gabaldon, Mario Vargas Llosa, Julia Navarro y Carme Chaparro. “Me gusta la ciencia ficción, la novela negra... El único libro que no he podido acabar es Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute. Tuvo mucha fama, pero no pude, lo intenté dos veces... y no me enganchó. Y, si tuviera que decir un género que no me gusta nada, diría el manga”, expone Fernández, a la vez que señala que su libro estrella es Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt. “Es precioso”, dice antes de dejar claro que no ha dado el paso de ser ella la que escribe historias: “No sirvo para eso. No me llama lo suficiente. Cada uno tiene su don: el mío es leer, no escribir”.

Luisa Fernández Lago, en el exterior de la biblioteca Alba Villar

Las nuevas tecnologías

Luisa Fernández confiesa que no le gustan “nada” los libros electrónicos. “No sirven para mí, son muy fríos; ni los he probado ni quiero. Me gusta coger el libro de papel, tocarlo, olerlo... huele realmente bien cuando es nuevo”, argumenta, a la vez que destaca que no soporta las nuevas tecnologías. “Al salir de casa, no llevo el móvil. Es que ni siquiera tenemos Internet”, expresa.

Siguiendo esta línea, recomienda a los menores dejar algo de lado los dispositivos digitales y darle más importancia a la lectura. “Deberían fomentarla no solo los centros educativos, que sé que ya lo hacen, sino también los padres. Que los lleven a las bibliotecas para que se pierdan entre las estanterías, cojan libros, los toquen, los abran y los lean. Que les regalen libros de temas que les gusten. A alguien a quien no le gusta leer le diría que probase con una temática que le apasiona, se enganchará seguro”, reflexiona.

La Neira Vilas “sopla” sus 10 primeras velas

Imagen general de la biblioteca Xosé Neira Vilas Adrián Irago

La biblioteca pública municipal Xosé Neira Vilas ha soplado sus 10 primeras velas recientemente. Un 24 de marzo de 2011, se inauguraba en el número 21 de Martínez Garrido. Al acto asistió el escritor que le da nombre. “Apoyando parte de su cuerpo y su “inmensa emoción” en un bastón de madera lacada, recordó con vigor la primera vez que pisó Vigo:

“Para gestionar un visado para Argentina, a donde emigré para poder tener libros”

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En el evento, Neira Vilas subrayó que el nuevo centro no debía ser “solo un lugar a donde se va a leer, sino algo dinámico”. Según cuentan sus beneficiarios, la biblioteca va por buen camino. Da fe de ello Luisa Fernández, su usuaria más activa, que reconoce estar encantada con el personal y con las actividades que alberga. “Es a la que voy siempre, me queda a 10 minutos de casa; me ha abierto muchos caminos. Los trabajadores son muy atentos. Empecé a ir unos meses después de que abriera. Fue mi nuera la que me avisó, sabe que me gusta leer, y fue ella la que me hizo el carné de socia”, recuerda.

Fernández pone en valor que se organicen “tantísimos planes” en la biblioteca. “Uno muy bueno es la cita a ciegas: te hacen un paquete con libros que te envuelven, no sabes lo que va dentro, te los llevas a casa y conoces cuáles son al llegar. Y, en el Día de las Escritoras, te regalan flores. Estoy muy contenta, funciona de maravilla. El personal es increíble, te aconseja genial. Su apertura marcó un antes y un después en mi vida”, comenta.

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