Resulta elocuente el silencio del presidente de la FEMP, Abel Caballero, ante la tardanza del Gobierno en dar a los ayuntamientos parte de los fondos COVID. Especialmente cuando desde su posición como alcalde reclama la gestión del fondo para el turismo y la hostelería que están a punto de crear la Xunta, los ayuntamientos y las diputaciones.

Caballero evitar reclamar lo que a Vigo le corresponde, pero reclama la gestión de un fondo sobre el que existe un clamor en el sector para que sea gestionado por la Xunta. La razón de esto último es clara. Es un acuerdo para el reparto de unas ayudas para todos los empresarios del turismo y la hostelería de Galicia. Poner este fondo en manos de 313 administraciones no sólo complica la tramitación de las convocatorias, sino que provocaría agravios comparativos. El sector sabe que la Xunta tiene medios para repartir las ayudas en un plazo corto e igual para todos, pero desconoce (y algunos casos sabe que no es así) si los ayuntamientos tienen los medios necesarios.

Lo que busca el sector es una ayuda urgente, ante un riesgo inminente de ruina. Y Caballero sólo está pensando en quién sale en la foto entregando los cheques. Si eso es lo que le preocupa, que insista al Gobierno para que dé a los ayuntamientos el dinero de los fondos COVID. Y que deje de retrasar el acuerdo con su postura, defendida en la reunión por las diputaciones de Pontevedra y Lugo. La de A Coruña, de su mismo partido, sí haya reconocido que lo importante es que el dinero llegue.

El Gobierno debería proporcionar a los ayuntamientos 3.000 millones de euros de los fondos COVID. Y los sectores afectados están avisando de que el problema es perentorio. Que si no llega la ayuda ya, será tarde. ¿Cómo es posible que el alcalde de Vigo se centre en retrasar el reparto de un fondo en Galicia cuya cuantía ya está aceptada, pero se niegue a reclamar con urgencia el dinero de Madrid?

Caballero no apoya a quienes más han aportado para la lucha contra la pandemia. Autónomos o pequeños empresarios que tienen que endeudarse o recurrir a los ahorros de toda una vida para pagar impuestos, alquileres o salarios. Y que no pueden tener ingresos porque les estamos exigiendo ese esfuerzo para lograr un bien público. Esa vocación de “rey mago” con el dinero público lo pone en evidencia.

*Senador del PP