En parte, por su experiencia en el control de la expansión de infecciones en grupos como responsable de la Unidad de Tuberculosis del Chuvi, el Sergas escogió al neumólogo Rafael Vázquez Gallardo para estar al frente del equipo de apoyo a residencias de personas con discapacidad en el área sanitaria de Vigo. El doctor destaca la "sorpresa muy agradable" que se ha llevado del trato del personal a los pacientes -"son como sus hijos"-, algo que les "ha ayudado mucho para establecer las medidas".
- ¿Qué labor está desempeñando?
-Desde el principio, se vio que los centros cerrados iban a ser un foco importante. En cada área se hicieron equipos para diseñar la prevención y, si había infectados, para coordinar las actuaciones en residencias, los tratamientos, los traslados a hospitales... Se pidieron listados de personal y residentes para acceder a sus historias clínicas. Se revisaron planes específicos de prevención y si se cumplían, si tenían los EPI necesarios... Se clasificó a los residentes y se pusieron las medidas de control para cada uno. Otro tema importante fue el ajuste de personal, porque es un volumen muy grande. Son el doble o más que residentes porque requieren mucha atención. Hubo que cambiar personal por infecciones y añadir médicos, enfermeras, auxiliares que el Sergas fue dotando. Se confeccionaron circuitos, se formó al personal... También tenemos un teléfono 24 horas para que pregunten lo que necesiten.
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-¿Cuántas residencias y usuarios controlan?
-Entre residentes y personal son unas mil personas. Incluye residencias relativamente grandes -CAPD de Chapela, Hogar Clínica San Rafael, los centros Doral y los de la congregación de la Virgen Dolorosa- y centros pequeños o pisos tutelados.
-¿Las personas con discapacidad son un factor de riesgo?
-La discapacidad no es un factor de riesgo en sí. Comparado con los mayores, tienen mejor pronóstico. La edad es un factor beneficioso porque la media está en 40 y tantos. La mayoría sufre discapacidad intelectual, algunos asociada a motora, pero pocos son pluriopatológicos y eso es una ventaja en el Covid-19. Sí hay algún factor que nos perjudica, como que tienen mucha interacción entre ellos. Es muy difícil que se sometan a medidas de separación y aislamiento, por lo que si entra el coronavirus, la transmisión es más fácil.
-¿Y ha entrado en muchos?
-Afortunadamente, no. El centro de Chapela es en el que hemos tenido más problema, con bastantes infectados, incluso con algún ingreso y dos fallecidos. Hay 25 trabajadores en su casa. Luego hay casos puntuales de empleados en algún otro. Los centros estudiados son los que tenían sospechas. En los que no, se están testando ahora. El último fue el de San Rafael, con todos los residentes negativos. Esta semana lo haremos en Doral y llegaremos a todas.
-¿Creen que aflorarán más?
-Puede ocurrir, pero se han establecido unas medidas muy estrictas desde hace tiempo y que no haya sospechas nos hace pensar que es difícil. Estamos bastante esperanzados.
-¿Qué precauciones tienen?
-En las residencias con infectados, hay separación física estricta entre positivos y negativos y del personal que los atiende, con su protección. Todas las sospechas pasan a un área intermedia y se les hacen test. En el resto, son las medidas generales. Están muy concienciadas y, desde el principio, se han blindado, sin visitas y con control muy estricto de todo el que accede. El trato del personal es impresionante y eso nos ha ayudado mucho. Hay que reconocer su labor: lo difícil que es hacer los cuidados cada día y lo maravillosamente bien que lo hacen. Todo han sido facilidades.
- ¿Se producirá también una desescalada en estas medidas?
-A medida que pase el tiempo y se hagan todas las pruebas, por supuesto. Pero aún no está perfectamente estructurada. Mientras, están completamente cerrados y eso es uno de los problemas, por eso en el equipo hay una psiquiatra. Llevan mal los cambios y se lo hemos alterado todo: rutina, normas, el lugar donde duermen? No es raro que haya problemas. La psiquiatra tiene atención 24 horas para cualquier problema que surja.
