El lunes de la quinta semana de confinamiento no fue un día cualquiera en medio del estado de alarma. Significó la vuelta al tajo de miles de trabajadores de actividades económicas no esencialestajo tras el levantamiento de la restricción anunciada por el Gobierno central el pasado 28 de marzo con el objetivo de reducir al máximo los desplazamientos y, así, poner más palos a las ruedas del coronavirus.

La ciudad respiró de nuevo el ambiente laboral, aunque tímidamente. El movimiento de operarios y útiles de obra en los terrenos del futuro complejo Vialia y en el antiguo Xeral rompió ayer el silencio incómodo al que nos hemos acostumbrado durante esta época de cuarentena, que obliga a los vigueses a mantenerse confinados en sus hogares desde el 15 de marzo con la meta común de frenar el vertiginoso avance del Covid-19. Tras dos semanas en hibernación, el distintivo sonido de la maquinaria volverá hoy a inundar Gran Vía, Porta do Sol y Ronda de don Bosco, humanizaciones que transformarán el rostro y el alma de la metrópolis olívica.

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La reactivación, que incumbe principalmente al sector de la construcción y al de la industria, significó adelantar la hora del despertador para casi 600.000 personas en toda la comunidad, que debieron tomar las recomendaciones señaladas por el Ministerio de Sanidad para minimizar el riesgo de contagio: mantener una distancia interpersonal de al menos dos metros, lavarse frecuentemente las manos con jabón o con alguna solución hidroalcohólica, cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable al toser o estornudar y depositarlo en un cubo de basura con cierre, airear el lugar de trabajo, y utilizar mascarillas higiénicas, cuyo uso es recomendado, no obligatorio, según confirma el Gobierno.

Para ello, efectivos de los cuerpos y fuerzas de seguridad desplegaron ayer, de 7.00 a 9.30 horas, un operativo de reparto masivo de este elemento de protección en el aeropuerto de Peinador, en los astilleros de Beiramar, en los Vitrasa, en paradas situadas en García Barbón, la Farola, Camelias o Llorente, en las estaciones de tren, marítima y de autobús, en Zona Franca y en el entorno de Praza América, donde viandantes, conductores y usuarios del transporte público las recibieron de manos de los agentes. En total, se entregaron unas 15.000, como informó ayer el alcalde de Vigo, Abel Caballero, antes de avanzar que el Concello estudia con la Subdelegación del Gobierno "nuevos lugares" para su distribución. "La filosofía es atender a la movilidad. Conviene entregarlas también en sitios donde haya aglomeraciones y a gente que no disponga de recursos económicos para comprarlas", argumentó el mandatario.

Estas mascarillas higiénicas -unos 10 millones para todo el país-, que fueron adquiridas y gestionadas por el Gobierno, llegaron a España vía aérea el pasado viernes por la noche. Para la provincia de Pontevedra, se han destinado unas 210.000 unidades, que se proporcionan a los ciudadanos en unos 100 puntos geográficos diferentes.

La subdelegada del Gobierno, Maica Larriba, agradeció en la presentación del operativo el "esfuerzo" de los efectivos de la Policía Nacional y Local, Protección Civil y Guardia Civil para ejecutar esta tarea, que se repetirá hoy en la misma franja horaria y en los mismos enclaves de actuación, según anunció la representante del Ejecutivo comandado por Pedro Sánchez antes de mencionar que proseguirán los trabajos de control del confinamiento obligado para velar por el cumplimiento de las restricciones impuestas con el estado de alarma.

Sensación de "confianza"

Darío González, empleado de Astilleros Freire, aplaude que los trabajadores puedan disponer de medidas de protección, ya que contribuyen a "tranquilizar" a la hora de realizar las tareas en plena pandemia. Ayer, regresó a las instalaciones de Bouzas, que no pisaba desde hace casi tres semanas. En su caso, las mascarillas se suman a los guantes, a los EPI (equipos de protección individual) y a las gafas. "Se controlan los turnos y las entradas a los vestuarios se realizan de forma escalonada, eso da confianza", anota. Iván García, policía portuario, considera que las mascarillas deberían haberse entregado "mucho antes", no un mes después de comenzar el estado de alarma. Misma opinión muestra Antonio Gómez, viandante: "Hay gente que no ha parado de trabajar en todo este tiempo y se dedica a atender al público; siempre les ha hecho falta".

El Concello espera por los EPI

Abel Caballero destacó ayer en una rueda de prensa telemática que el ala del Seminario Mayor habilitada para aislar a positivos en coronavirus que no disponen de domicilio en la urbe viguesa no se puede poner en funcionamiento porque el gobierno gallego "no ha enviado" los EPI. El primer edil también afeó al presidente de la comunidad, Alberto Núñez Feijóo, el "criterio" que aplica para repartir mascarillas: "Sé que, en el primer reparto, dejó fuera a Vigo. En el segundo, nos dio 14.000 y estaban todas caducadas. Es una irresponsabilidad".

Horas después, la Xunta emitió un comunicado en el que garantiza haber mandado más de 68.000 unidades de material de protección. "En un primer envío, 15.492 mascarillas, 30.000 guantes y 246 trajes; en un segundo, 7.746 mascarillas, 15.000 guantes y 123 trajes", especifica, a la vez que reitera que el material entregado al Concello de Vigo fue "inspeccionado" y está en "perfectas" condiciones: "Según recoge el procedimiento del Ministerio de Sanidad, las mascarillas están homologadas y operativas para prevenir contagios por Covid-19".