El estado de alarma en el que está sumido el país a raíz de la veloz expansión del coronavirus ha silenciado las plazas, los bares, los estadios, las avenidas, las oficinas... y también las iglesias. Pero no ha podido con el mensaje de las misas. Ayer, "por primera vez" en su vida, el obispo de la diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza, presidió la ceremonia por la festividad de San José sin la presencia de los fieles. Bastó un teléfono móvil con conexión a internet colocado sobre un paloselfi para retransmitir la eucaristía en directo por la red social Instagram.

"Tenemos que sentirnos juntos, ya que todos notamos el miedo. No es momento de recluirse en uno mismo; es necesario que la Iglesia contacte con las personas, no podemos quedar pasivos, contamos con medios", defendía el prelado minutos antes de ataviarse con la indumentaria eclesiástica para enfrentarse a un momento que definió como "muy especial".

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Durante casi media hora, Quinteiro Fiuza ofició el acto -celebrado en la capilla de su residencia, en Doutor Corbal- dirigiéndose a los feligreses que, de esta vez, no estaban sentados en los bancos de madera, tampoco de pie apoyados en los muros del templo, sino al otro lado de la pantalla. Sobre este biombo digital, se reflejaban las muestras de agradecimiento y los saludos enviados por los internautas, que, lógicamente, no pudieron recibir la comunión ni darse la paz, pero sí escuchar el sonido de las hojas de la Biblia al pasar y el reconocimiento del obispo a la ardua labor de los profesionales sanitarios que luchan contra el Covid-19.

La tecnología obró el milagro, presenciado en directo por casi un centenar de miembros de la diócesis gracias a la colaboración indispensable del párroco de Mondariz, Benito Cividanes, que se encargó de aportar la idea y el material. "Empecé hace 14 años emitiendo las misas con una cámara web fija; más tarde, abrí una cuenta en Instagram y, con la posibilidad de movilidad que permite el teléfono, emito las eucaristías que celebramos todos los domingos y festivos a las 12 de la mañana", explicaba ayer. Es el ejemplo de que las nuevas formas de comunicación son una bendición que la Iglesia debe aplaudir.