Me decía un amigo hace unos días que "veu ben fúnebre, este novembro". Vino fúnebre, sí, y hasta el final. El viernes 30, a las siete de la tarde, sin apenas aspavientos ni aviso, como era su manera, se nos ha ido Germán Ramón Luaces Freijeiro, último y único habitante de las Cíes, morador de la casa conocida como El Chuco.

Hijo de Germán Luaces Carballada, capitán de Marina Mercante que fue profesor en el Instituto naútico-pesquero de Vigo y capitán del famoso buque Campalans, fue perdiendo uno por uno a todos los suyos con una resistencia que tenía algo de heroico, igual que ha venido resistiendo siglos, temporales y mareas, con un misterio solitario de piedra, la casa en las Cíes en la que, paradojas de la vida, acabó viviendo, porque no tenía otra y porque quizá, siendo las Islas de los Dioses, decidieron éstos premiar su bondad con tal privilegio.

De las tres islas, fue la del medio su casa: no podía ser de otra manera, él, que siempre desde un centro magnífico, fue capaz de aunar a gentes tan distintas en generaciones, circunstancias y procedencias en torno a su mesa.

Anfitrión inigualable, no sólo para los amigos: refugio de navegantes de todo el mundo que recalaban en las Cíes y a quienes ofrecía siempre lo que ni siquiera tenía para sí, de marineros de Panxón, Baiona, Canido, Redondela, Cangas, Moaña, Bueu, Arousa?a quienes ayudó en más de una ocasión a desenredar redes de hélices y otras faenas duras como sólo ellos saben; en tiempos negros de chapapote, fue su casa, abierta a todos, base improvisada donde se alojaron, comieron y sufrieron gentes todas que vinieron a echar una mano, como siempre hizo él, refugio de fareros en días de temporales, de gentes en apuros?Faro él mismo, en fin, que alumbró a todos los que hemos tenido la enorme suerte de disfrutar de su estar en el mundo.

Te has marchado, Germán, y nos hemos quedado todos un poco huérfanos, incluso los que ni siquiera lo saben, porque no te conocían. Dinos, ¿quién nos va a reunir ahora?

Llevarán las olas tu eco a todos los confines del mundo, en una travesía interminable. Y te acompañarán, cantando, las ballenas, las sirenas y los planctons. Están chorando as nubes, amigo, e as rías todas. ¡Buen viaje!

*Amiga