"Recuerdo cuando tenía 17 años, iba todos los días a coger el tranvía desde Pereiró para visitarla a Coruxo, luego las vueltas eran más complicadas; a veces a pie y otras andando. Nos conocimos en la fiesta de los Liñares, estando yo en un permiso de la mili; cuatro años de novios y nos casamos. Cincuenta años después, cuatro hijos y cinco nietos, o chollo xá está feito, agora a desfrutar". Manuel Rodríguez rememora junto a su mujer Mercedes Fernández no solo los primeros instantes de su noviazgo, sino los cimientos sobre los que construyeron toda su vida. No sabe si esta constancia es el secreto de una relación duradera, pero lo que sí tiene claro es que "los altibajos" son ley de vida. "Esto nos pasa a todos, hay que saber aguantar y tener mucha paciencia", aconseja este matrimonio ya curtido en mil batallas y quienes hoy podrán celebrar de una manera muy especial sus bodas de oro.

Pero no lo harán solos. Manolo y Mercedes estarán acompañados por Valeriano Alonso y Carmen Comesaña, Cándido Iglesias y Marifé Varela y Juan Carlos Costas y Carmen Lago, quienes como ellos celebran también su medio siglo de casados. Y presidiendo este 'banquete nupcial' se encuentran dos de los primeros cónyuges que estrenaron las celebraciones de la Asociación Avoa de Coruxo, encargados de rendir homenaje a estos veteranos del amor, Olegario Comesaña y su mujer Olivia Prado, quienes cumplieron en este 2017 sesenta años de matrimonio. El colectivo de Xubilados e Pensionistas Avoa inauguró hace once años estas celebraciones para congratular y agasajar a todos los matrimonios de Coruxo que llegan a los 50 años de casados. Hoy, a las 11.00 horas de la mañana se les dedicará una misa cantada por el coro parroquial en la Igrexa de Coruxo seguido por un concierto en el local de la asociación a cargo del grupo Cordas Novas. El 'fin de fiesta' los llevará a todos al Hotel Coia, donde se celebrará una recepción y comida con familiares y amigos.

Aunque ahora sí todos residen esta parroquia, lo cierto es que cada uno procedía de una punta de la ciudad y fueron principalmente las fiestas en pueblos vecinos las que los 'presentaron' y 'enamoraron'. Así se forjó el noviazgo de Marifé y Cándido. Él nació en San Andrés de Comesaña mientras que ella se crió en el barrio de O Vao y fueron las celebraciones de la romería del Carmen la que los unió. Y hasta hoy. "Si tuviera que quedarme con uno de los mejores momentos en estos 50 años de matrimonio fue cuando nació mi hija. Ya teníamos un hijo pero yo quería la niña. Así que llamé al Xeral todo nervioso desde el trabajo y cuando me dijeron que era niña, bueno, ¡una gran alegría!", recuerda Cándido Iglesias, quien junto a su mujer Marifé se han dedicado a recorrer el mundo, parte en Vespa parte en avión. "Nos fuimos a Argentina, Tenerife y Baleares, ahora todo es viajar", afirma satisfecho Cándido. Por la contra, otro matrimonio no tan afín a las largas distancias y menos a bordo de una aeronave son Olegario y Olivia, donde las aventuras alrededor del mundo solo tienen cabida en el diario de ella. "Fuimos una vez a Lisboa y a Benidorm e xa moito se fixo", bromea Olegario Comesaña. Su mujer, con familia en Andalucía, sí viaja al ser con frecuencia en compañía de su nieta. " Obrigado tampouco o vou a levar", dice sonriendo.

Entre baile y baile y viajes en tranvía surgió el amor de Carmen Lago y Juan Carlos Costas. Su historia comenzó prácticamente en la adolescencia: ella tenía 14 años y el 17. Sin embargo la lentitud de aquellas travesías a Baiona permitió a ambos conocerse más y más. Las fiestas de Liñares hicieron el resto. Los viajes del Imserso o los cruceros fueron protagonistas de muchas de sus horas juntos, ya que como explicaban "había días que casi ni nos veíamos o incluso nos quedábamos sin veranos por el trabajo". Sus dos hijos y sus cuatro nietos, especialmente el más pequeño de tan solo dos años, son ahora su mayor alegría.

También con 14 años Mari Carmen conoció a su media naranja, Valeriano Alonso, reputado trabajador la antigua fábrica de latas y envases La Artística. Su historia también se fraguó estando la parroquia de Oia en fiestas, exactamente en Cruceiro, sin embargo ya se conocían de antes. Una amiga de ella acudía con asiduidad a la casa de los padres de Valeriano a poner inyecciones ya que el practicante era hermano de Valeriano. Así terminaron emparejados este matrimonio y el hermano con la amiga. Ella ejerció en el mundo de la sastrería durante años aunque cuando se casó se dedicó en cuerpo y alma a sus tres hijos, al igual que ahora ocurre con sus tres nietos.

Biografías diferentes aunque en escenario semejantes. ¿Su mayor consonancia? poner en valor durante años la estima, confianza y porque no, también la paciencia, en su día a día con su pareja. " É non olvidarse do sentido do humor, sen eso non hai nada".