El acuerdo para hacer viable la mayor operación inmobiliaria del Casco Vello, la transformación del Barrio do Cura, -que incluye 325 viviendas, una zona comercial y la apertura de nuevos espacios públicos-, sigue acumulando retrasos, pero ninguna de las partes implicadas quiere que fracase la negociación ahora que el plan urbanístico está aprobado después de muchos años de trámites. Los bancos acreedores de la promotora Valery Karpin & Asociados mantienen la confianza ante las opciones de que el proyecto llegue a buen puerto al estar vivas conversaciones con varios inversores. El empresario José Crespo, uno de los socios, afirma que se ha marcado un nuevo plazo, hasta mediados de marzo, para sellar un acuerdo que, según asegura, está cercano.

Los bancos, BBVA y Santander, han prorrogado durante el último año y medio las subastas que penden sobre los terrenos por impago y que, de ejecutarse, echarían por tierra la operación. Una de las pujas incluiría el antiguo asilo de Pi y Margall y otras parcelas y bienes por un importe superior a los 18 millones de euros. El proyecto sigue en el alero pero dar ese paso supondría apuntillarlo por lo que, al haber inversores interesados en participar y opciones de cerrar un acuerdo, las entidades acreedoras han ampliado el margen. "Están poniendo de su parte toda la colaboración", señala Crespo, quien se muestra confiado en salvar el plan. "Creo al 90% que va a salir adelante", subraya.

La aparición de un grupo inversor ruso de la mano de Karpin dio hace un año un gran balón de oxígeno a la promotora. Los bancos consideraron que era una opción fiable y aplazaron las pujas. La aprobación del plan especial en junio y la due diligence -estudio de la calidad de los activos- realizada sobre el proyecto dio un resultado positivo, lo que incrementó las posibilidades de éxito y se dio por hecho que la operación cuajaría. La promotora incluso estimó que a final de año podrían comenzar las obras de demolición de las edificaciones del barrio, el primer paso para construir la urbanización, que estaría terminada en 2019 según ese calendario.

Pero la opción rusa se desinfló posteriormente al no llegar el grupo a un acuerdo con los bancos para saldar la deuda. El fondo inversor, que llegó a abrir una oficina en Vigo, tenía un acuerdo de exclusividad con la promotora que venció en septiembre, y a partir de ese momento se buscaron nuevos socios, si bien sigue sin descartarse la incorporación del grupo ruso. Crespo negocia con promotores españoles, y también el exfutbolista Míchel Salgado -que junto al anterior cuenta con el 25% de la participación en la sociedad, mientras que el 75% está en manos de Karpin- explora la entrada de inversores. En caso de que no se alcance una solución la propiedad activaría un "plan B" para salvar el proyecto de Barrio do Cura, una alternativa que Crespo elude desvelar por ahora.

La operación para transformar el ámbito, que abarca una amplia extensión entre el Paseo de Alfonso y la Ribera do Berbés, arrancó hace ya más de doce años, cuando Karpin compró la mayor parte de las propiedades del barrio. La lenta tramitación urbanística y los problemas de financiación derivados de los retrasos en la aprobación del planeamiento han dejado el proyecto al borde del abismo. En 2010 se retomó tras aportar créditos por 30 millones los dos bancos ahora acreedores. Sin embargo, hasta mediados del año pasado no se aprobó definitivamente el plan especial. Previamente el Concello y la promotora habían firmado un protocolo de colaboración para tratar de desbloquear el desarrollo del ámbito, uno de los considerados estratégicos en el Plan Xeral.

El proyecto, diseñado por el arquitecto Alfonso Penela, distribuye las viviendas (un 29% de ellas en régimen de protección) en bloques de hasta siete plantas. Además, el mirador del Paseo de Alfonso duplicaría su longitud y desembocaría en una gran plaza. Debajo se construiría un centro comercial de 12.000 metros cuadrados. La operación generaría también un parque de 5.000 m2 y una conexión peatonal más fluida desde O Berbés hasta el entorno de Pi y Margall. Además se abriría un vial entre Torrecedeira y Poboadores y se instalarían elevadores para facilitar la subida por la fuerte pendiente del barrio.

La Dirección Xeral de Patrimonio impuso entre sus condiciones para dar la autorización al proyecto que se conserve in situ. El resto de este edificio sería demolido y en su lugar se levantaría un bloque residencial.