La acción de la marea complicó las labores de retirada del incontable número de peces muertos a causa del vertido de ayer en el Lagares. Los cadáveres que escupió el río en su desembocadura hacia el mar desde primera hora de la mañana volvieron horas después a la orilla de Samil empujados por la pleamar. Así, a las tres de la tarde los operarios de FCC continuaban la interminable tarea llenando en total cuarenta sacos, en su mayoría de alevines.

Al principio creyeron que las gaviotas les iban a echar una mano, pero pronto se dieron cuenta de que tampoco para estas aves carroñeras el botín era plato de su gusto. "Algo muy dañino debió matar a estos peces para que ni ellas los quieran comer", concluyeron.