Renuncié a mi plaza de profesor asociado en la Universidad de Santiago para no ser cómplice del entierro del proceso de implantación del segundo grado de Medicina en Vigo. Un año después, dimití de la Jefatura de Medicina Interna en el Chuvi al comprobar como, con la introducción de recortes en el nuevo hospital, se tiraba por la borda la oportunidad de dotar al Chuvi de los recursos sanitarios que le corresponden. Hoy, nuevas medidas de la Consellería de Sanidade confirman la política de desplantes hacia nuestra área sanitaria que motivó mi marcha. Quitarle población de referencia es un torpedo en su línea de flotación.

Aunque determinadas técnicas se deban concentrar a favor de la racionalización de recursos, un hospital general para su desarrollo necesita cuanta más población mejor. En primer lugar, por los recursos. El descenso de pacientes tiene una repercusión directa en ellos. Por ejemplo, cuando te presentas ante la Administración para solicitar un equipo nuevo con el que realizar una técnica, la primera pregunta que te hacen es: ¿Cuántas realizas al cabo del año? Pues si tengo menos pacientes, haré menos, y acceder a la tecnología será todavía más complicado de lo que ya es ahora.

La ciudadanía tampoco debería menospreciar el efecto que esta medida tendrá en los profesionales del Chuvi. Uno de los grandes problemas de la Administración sanitaria es que no se les premia el interés por desarrollar su carrera profesional y con ello, su servicio. Cobra igual aquel que dedica buena parte de su tiempo libre a formarse o investigar, que el que cumple su horario y, al terminar, se va a casa. El único estímulo es ver recompensado el esfuerzo con tecnología punta y otros recursos que permitan competir en la vanguardia de la asistencia sanitaria. Y si nos quitan la población, insisto, nos quitan los medios.

Que la derivación de pacientes contribuye a reducir el grave problema de las listas de espera en Vigo es un argumento falaz que se desmonta fácilmente con datos. Sanidade lo usa para justificar la medida ante la población y puede que lo consiga, pero es un atentado a la inteligencia de los profesionales del Chuvi. Les advierto, están jugando con fuego. El funcionamiento del sistema público de salud se sustenta en gran medida en el voluntarismo de sus profesionales. Como el del médico que, tras salir de una guardia de 24 horas, en vez de irse a casa a las ocho de la mañana como le corresponde, se queda hasta las dos de la tarde para dar salida a las consultas pendientes. La sensación de que no se valoran sus esfuerzos y sacrificios ya está provocando desafección en el personal. Si siguen enfureciéndolo y desmotivándolo, llegará un día en que el sistema se hundirá. Pero, a lo mejor, es lo que quieren conseguir.

El mayor agravio es el comparativo. Ver que en otras áreas sí se mima a los profesionales y se les otorga de forma preferente procesos en exclusividad. ¿Por qué en Vigo no se hacen trasplantes y todos se concentran en el norte? Está claro que en la reordenación del mapa sanitario la Administración ha cedido a las pretensiones de los catedráticos de Medicina que desarrollan su actividad en el CHUS, al igual que lo hacen con la centralización de la docencia universitaria. Es muy respetable y, digo más, loable que quieran crecer, pero no pueden hacerlo a base de boicotear a otros e hipotecar el futuro de todo un área sanitaria. El Sergas no se lo puede permitir y, menos, favorecer con esta clase de medidas.

A pesar de que es la ciudad más grande y con más dinamismo de la comunidad y de que pagamos los mismos impuestos que el resto de los gallegos, Vigo ha sido agraviada históricamente en infraestructura sanitaria. Ahora que pueden enmendarlo, dotando a esta población de los recursos que necesita y se merece con el nuevo hospital, la reducción de su población demuestra que no aprovecharán la oportunidad. Todavía están a tiempo de reconsiderarlo, que es lo que deseamos por el bien de la salud de Vigo.

*Exjefe de Medicina Interna del Chuvi