La calle Pescadería, es más conocida en la actualidad como la calle de las Ostras, por las vendedoras de ese molusco instaladas allí desde hace casi un siglo. Y por esa misma razón es una de las más populares de nuestro callejero y de las más frecuentadas por los forasteros. Según el profesor Pedro Díaz, esta calle fue también conocida como rúa de Pescadores, señalando que en ella se vendía el pescado procedente de las plantas de salazón del Areal

En los últimos años la calle sufrió varias reformas, todas ellas condicionadas por la actividad de las ostreiras y destinadas a mejorar tanto las condiciones de higiene como la comodidad de los clientes, que consistieron esencialmente en la habilitación de bancales y tomas de agua para el propio tratamiento del producto y el acondicionamiento de mesas, con la instalación de toldos de protección, tanto del sol como para tiempo d lluvia.

Mercado al aire libre

Jaime Garrido Rodríguez, en su libro Vigo, la ciudad que se perdió, recuerda que siendo Vigo esencialmente un puerto pesquero con importante industria conservera, disponía en la segunda mitad del siglo XIX de dos mercados al aire libre para la venta directa de pescado a los consumidores. el de la ribera del Berbés, bien al exterior sobre la misma playa o bajo los soportales, pero la lejanía del centro urbano hizo que las propias vendedoras trasladasen sus mercancías a lo que hoy es la plaza de la Princesa y más adelante a la plazuela que se formaba en torno a los antiguos alfolíes, y "que es donde en la actualidad se ubica el mercadillo de ostras".

En ella había un tendijón o tinglado cubierto, de unos doce metros de largo, pegado al muro que daba al mar y al lado de la Fuente de Vigo, donde se vendía pescado seco y salado. Una de las calles perpendiculares a la de Pescadería es la Baixada á Fonte...

Hasta la segunda mitad del siglo XIX se mantuvieron los mercados al aire libre, pero a partir de entonces, el crecimiento demográfico las nuevas exigencias sanitarias y la propia meteorología, con lluvias frecuentes, fueron condicionando la búsqueda de lugares cubiertos y abrigados para esos menesteres.

Y aunque hubo varios proyectos, unos promovidos por particulares y otros encargos del propio concello a los arquitectos municipales, todos quedaron en el papel y hasta principios del siglo pasado no se empezó a solucionar el problema.

Entre los mercados que no pasaron del proyecto para la venta de pescado figuraba uno en esa misma rúa da Pescadería que constaba de una primera fase con una planta rectangular y otra semicircular a continuación con un patio entre las dos. Contemplaba también puestos de venta en el exterior. Y aunque el proyecto no pasó del papel, el sitio fue el elegido para levantar el mercado de A Laxe.

En 1900, el Ayuntamiento debía casi millón y medio de pesetas y para hacer frente a esas deudas y llevar a cabo obras de necesidad y utilizada pública suscribió un empréstito por tres millones de pesetas. De esa cantidad, se destinaron 410.000 pesetas a mercados, con 160.000 para el de La Laje, encargándole el proyecto a Benito Gómez Román, que realizó un viaje por distintas localidades españolas y extranjeras para estudiar obras análogas a las que le habían encomendado. En noviembre de ese mismo año, Gómez Román presentó en el Ayuntamiento el primero de sus proyectos, el de la calle Pescadería.

El edificio se emplazó al lado del hotel Continental, entre cuatro calles; la Pescadería actual, la Bajada a la Fuente de Vigo y otras dos que se crean, con una pendiente de 12 por ciento, a la vez que se amplia con un nuevo tramo la escalera de bajada de la Plaza de Villavicencio. Entre el mercado y el malecón de enlace, se contemplaba una manzana de casas, de la que le será una de las nuevas calles proyectadas.

En el proyecto de Gómez Román se incluía también la calle de enlace entre el propio mercado y la Ribera del Berbés, en el cual va incorporada también la construcción definitiva del mirador de La Piedra.

El edificio estuvo en servicio más de sesenta años, hasta que el propio Concello a finales de la década de los sesenta, decidió derribarlo y vender el solar para la edificación en altura de un hotel que fue calificado como construcción singular, lo que permitió sobrepasar la altura y el volumen permitidos.

Contaban las propias ostreiras con motivo de la concesión del galardón de Viguesas Distinguidas en 1993 que en los años sesenta, cuando desapareció el mercado de A Laxe, conocido popularmente por los vigueses como La plaza de Abajo, la docena de ostras se cotizaba a duro, -cinco pesetas- y a seis la de las piezas enormes...

No es exagerado hablar de que la actividad de las ostreiras es ya prácticamente centenaria. Por eso han dado nombre a una calle que casi nadie conoce por su denominación original y que con el inmediato mercado de A Pedra son referencia y reclamo del Casco Vello.

Y gracias a ello fueron reconocidas como Viguesas Distinguidas a principios de los años noventa, recibieron el premio anual de la Diputación de Pontevedra en materia de Turismo en 2009"por convertirse en un símbolo de Vigo" y este mismo año la Medalla al Mérito en el Trabajo, galardón estatal que había solicitado para ellas, seis años antes, José Manuel Tobío, vecino de la calle. Petición avalada más tarde por el Concello al considerar que las ostreras "mantienen vivo un oficio tradicional y forman parte de la historia deVigo."