La mayor obra de ingeniería civil portuaria ejecutada hasta la fecha en España también va camino de conquistar el récord de la más costosa. Aún sin concluir y con su viabilidad operativa de nuevo cuestionada, Punta Langosteira cumplió el pasado abril ocho años en obras con 1.000 millones de euros invertidos. Y el gasto continuará aumentando con las ampliaciones previstas y las instalaciones complementarias -la conexión ferroviaria y el trazado del oleoducto- necesarias para que en el futuro cumpla las ambiciosas expectativas puestas en una terminal construida, como señalan los expertos marítimos, "contra viento y marea".

Pero pese al recelo que genera el Puerto Exterior de A Coruña entre los principales operadores, a los que todavía no convence el enclave geográfico elegido precisamente por la bravura del mar, las obras continúan incluso cuando la financiación todavía no está garantizada.

Y esto se produce en un momento crucial para la operatividad de la terminal. Precisamente en aras de una mayor seguridad para los buques, Punta Langosteira necesita un contradique superior de 1.300 metros lineales o difícilmente volverá a acoger maniobras como la desarrollada el año pasado por el Blue Marlin con el LHD Canberra. Ese espigón representa un nuevo intento de abrigar una dársena de 2.300.000 metros cuadrados que el gigantesco malecón de 3,6 kilómetros es incapaz de apaciguar. De hecho, los 25 metros de altura de este descomunal dique ya fueron rebasados por el oleaje en varias ocasiones.

Esta decisiva fase del proyecto se ha presupuestado en más de 200 millones. La Autoridad Portuaria no dispone de semejante cantidad; la ayuda de la Unión Europa quedó finiquitada con los 267 millones que recibió procedentes de Fondos de Cohesión; y la puerta del Banco Europeo de Inversiones quedó cerrada tras consumir un préstamo de 130 millones. Respecto a la operación urbanística con la que se pretendía obtener el efectivo necesario -la desafectación de los muelles de Batería y Calvo Sotelo, en el puerto urbano coruñés- tampoco representa ahora una opción realista a causa del pinchazo de la burbuja inmobiliaria.