Por lo mismo que todos los profetas que han señalado un plazo para el fin del mundo se han equivocado, ningún inconveniente hay en dar cuenta de una nueva profecía que solo concede dos años escasos de existencia al planeta terrestre.

Dos astrónomos, Mr. Rudolf Falb, austríaco, y Mr. Thomás Harris, inglés, han convenido en que el mundo se acabe el 13 de Noviembre de 1899,

Es decir, el mundo tal vez no se acabe del todo, pero no quedará en él títere con cabeza ni un ser viviente. Lo cual, como se ve, es lo mismo para el caso desde nuestro punto de vista subjetivo.

Digamos para completar la noticia y para satisfacción del público, que el exterminio general será obra de un enjambre de Leónidas que en la indicada fecha ha de caer sobre el globo.

Estas Leónidas son estrellas errantes, cuyo centro aparente de radiación es una estrella fija de la constelación del León. Son innumerables y forman como una inmensa agrupación flamígera o inofensiva, al través de la cual pasa nuestro globo en noviembre.

Pero el caso es que cada treinta y tres años esta coincidencia llega a su máximum, y este máximun corresponde al 13 de Noviembre de 1899, época en que la tierra, debiendo atravesar ese montón de asteroides por un punto de excepcional espesor, se verá bombardeada de tal modo, que no quedará nada con vida en su superficie.

Consolémonos con la esperanza de que el más ligero error cometido en sus operaciones por esos astrónomos puede hacer que el cumplimiento de su profecía se retrase ochenta o noventa millones de altos. Es cosa que les ocurre algunas veces.

Y llegó el 13 de noviembre

Llegó el día y las crónicas no se hicieron esperar: Ayer era el día señalado por algunos augures como el último de la existencia de nuestro planeta. El famoso cometa Biela, había elegido el día. 13, ¡número fatídico! para acabar con el globo terráqueo y hacerlo desaparecer. convertido no se sabe en qué, pero afortunadamente también por esta vez no se cumplió la profecía.

Puede afirmarse, que desde que la tierra existe se está acabando, según los profetas y observadores "que son y en el mundo han sido". Aristarco, predijo el fin del Universo para el año 3484 y Darés lo fijó para el 5552.

En el primer siglo de la Era cristiana se creyó que Nerón era el Anticristo y por consiguiente, que estaba próximo el fin del mundo.

A principios del siglo III, San Cipriano escribía: "El peligroso tiempo del Anticristo se acerca, y así estaremos cuanto antes al fin de los siglos". En el siglo IV Lactancio dijo lo mismo.

En el X, es decir, en vísperas del año 1000, tal creencia se hizo universal y produjo los efectos más desastrosos. Se esperaba ver cumplidas aquellas palabras del Apocalipsis "al cabo de los mil años, Satanás saldrá de su prisión y seducirá a los pueblos que están en los cuatro ángulos de la tierra".

Después se creyó que el pronóstico se refería al año 1033 y no al pasado 1000, porque este número debía contarse desde la muerte del Salvador y no desde su nacimiento.

Armando de Villanueva hizo la predicción para el año 1195 de nuestra era. El alemán Juan Hilten, para 1651. El cardenal Curan, para 1700. El inglés Winston, para 1715, M.de Krudener, para 1819 y Liebenstein para 1823.

Sellemar Confort, para 1836, otros profetas, para 1840 y Temístocles Zena, director del Observatorio de Palermo, para 1852.

También se señaló como día apocalíptico el 13 de junio de 1857. Después se anunció para los años 1872, para el día 11 de Noviembre de 1881 y para 1885. Luego para 1886, según anuncio hablado en la iglesia de Oberamnel en el Rhin.

Además, existieron las famosas predicciones de Falb con sus días críticos de 1894 y los anuncios de un astrólogo alemán de Jena para 1897.

La del mismo Rodolfo Falb y la del astrónomo florentino Bertelli, fijada para ayer, 13 de Noviembre de 1899 y ahora tenemos para lo porvenir, las célebres profecías de San Malaquias, según las cuales faltan solo nueve Papas, y vendrá en seguida un Pedro Romano, en cuyos días "la ciudad de las siete colinas será destruida y el juez formidable juzgará el mundo".

Véase, pues, cuantos pronósticos ha habido durante diecinueve siglos, poco más o menos, y podrá juzgarse de la exactitud de los venideros por la de los pasados.