Tras la publicación de su primer estudio "Historia da Comarca do Val Miñor" en 1995, Salvador Fernández de la Cigoña ha llevado a cabo diversas investigaciones en los ámbitos de la cultura, historia y arqueología de Galicia. Ayer presentó su último libro, "Vigo, días en blanco y negro" que recoge 65 años de historia de la ciudad –de 1870 a 1935– a través de artículos de prensa y postales que ha ido recopilando en los últimos 20 años.

–¿Qué hay entre las tapas de "Vigo, días en blanco y negro"?

–Es un libro en gran formato, de 335 páginas tamaño folio que recoge efemérides de Vigo del periodo comprendido entre 1870 y 1935. Los textos están acompañados por fotografías antiguas de la ciudad, sacadas entre 1890 y 1935.

–¿Qué clase de fotografías se incluyen?

–En su mayoría son postales. Algunas de mi colección particular, y otras me han sido cedidas gentilmente por la familia Yáñez para poder ilustrar el libro. De la mayoría no se conoce el autor, pero hay algunas de Pacheco.

–¿En qué se basó para hacer la selección de efemérides?

–Pues los sucesos están sacados de distintas publicaciones de la época y de noticias escritas en Faro de Vigo y otros medios que quizá no tengan mucha trascendencia para la ciudad, pero son cosas muy curiosas, impactan. Recogen desde la llegada de soldados repatriados, accidentes de tranvía, fallecimientos, a visitas de personalidades a la ciudad.

–Habrá encontrado multitud de sucesos curiosos durante la elaboración del libro. ¿Cual fue el que más llamó su atención?

–Me impactó mucho el pauperismo existente en la sociedad. Encontré una información sobre unos niños que se murieron envenenados comiendo chorizos que encontraron en la calle, porque estaban destinados a matar a los perros callejeros y ellos tenían hambre. También me impresionó la cantidad de personas que morían en el mar, en muchísimos tipos diferentes de embarcaciones. Eran sobre todo marineros, claro.

–¿Cuanto tiempo tardó en recopilar todo el material para ilustrar 65 años de Vigo?

–Llevo 15 o 20 años coleccionando postales, de toda Galicia pero con especial interés en las de la ciudad de Vigo. Parte de esa colección ya vio la luz en otro libro titulado "Vigo y los tiempos vividos" y ahora gran parte se publica en este. Pero recoger efemérides de publicaciones y notas me ha llevado unos tres años.

–Tiene una vasta colección de postales de la ciudad. Si tuviera que escoger una imagen que la representase ¿cual sería?

–Es muy difícil escoger solo una, pero creo que sería una postal antigua de la calle Cánovas del Castillo. Era un malecón, y una parte importante de la ciudad abierta al mar. Aunque también elegiría una de los paisanos de Vigo y de los alrededores de la época.

–¿Cual le gusta más: el Vigo de antes o el de ahora?

–Es muy distinto. Tendemos a ver las postales con nostalgia y decimos "qué pena que ya no exista el tranvía", pero de eso trata la evolución. Creo que Vigo sigue siendo igual que antes en su filosofía, es una ciudad pujante, emprendedora, como ya se veía en esos años. Pero no creo que todo tiempo pasado sea mejor.

–¿Podría señalar el cambio más significativo que experimentó la urbe en el último siglo?

–El cambio más grande que ha sufrido la ciudad es el cambio social, sobre todo en el primer tercio del siglo XX. Y, por supuesto, también en el sentido urbanístico. Hay zonas que ahora son irreconocibles, especialmente las de Couto, Cánovas del Castillo, el entorno del Náutico o la Alameda.