La Generalitat quiere que el dominio del catalán sea un requisito para acceder a los cuerpos docentes de sus universidades. El borrador del proyecto de decreto, cuyo contenido fue revelado ayer por la prensa, fija la obligación para catedráticos y profesores de demostrar el conocimiento de la lengua de la comunidad para poder acceder a una plaza. También los lectores y asociados deberán superar una prueba a los dos años de contrato, siempre y cuando éste exceda dicho límite temporal. Las nuevas condiciones no afectarán a los docentes ya contratados, visitantes y eméritos.

En Galicia los profesores hacen uso de la libertad de cátedra para dar clase en el idioma que deseen y el conocimiento del gallego, en el caso de Vigo, es un mérito más en el currículo. Y así confían que continúe siendo algunos de los miembros de la plantilla.

"Renuncié a un trabajo en un hospital catalán que incluía docencia porque me exigían el idioma, pero aquí me recibieron con los brazos abiertos y estoy totalmente integrada. Si me hubiesen pedido el gallego, me lo hubiese pensado", relata la catedrática África González.

De origen madrileño, lleva trece años en el campus y desde el primer curso ha permitido a sus alumnos examinarse en gallego. "Es una riqueza cultural y hay que mantenerlo y preservarlo. Mis hijos lo estudian en la escuela y me parece bien, pero imponer una medida como la catalana me parecería un error. Ahora que se habla de internacionalizar la Universidad y de atraer a alumnos extranjeros no tiene sentido utilizar el idioma como barrera. La imposición siempre me parecerá mal, sea del idioma que sea", concluye.

La catedrática de Lengua y Literatura Gallega Camiño Noia tampoco es partidaria de medidas restrictivas: "No conozco el contenido del borrador, pero soy partidaria de incentivar y motivar a los profesores para que den las clases en nuestro idioma convencidos de que es una riqueza transmitirlo, no de imponerlas".

La conservación del gallego, añade, pasa por su utilización en la Educación Superior, pero con sentido común. "Evidentemente hay que contratar a los mejores. Lo primero es eso y, después, si sabe catalán o gallego", apunta.

El responsable de Normalización Lingüística de la Universidad, Xosé Henrique Costas, autor de un reciente libro sobre las mentiras sobre el gallego descartó ayer valorar un "titular de prensa".

La francesa Christelle Lory espera, por su parte, no tener que leer una noticia similar referida a Galicia. Vive en la ciudad desde hace diez años y éste es su primer curso como lectora en el campus. "Es lógico que se tenga que saber el gallego y que entiendas a los alumnos, pero sería una pena convertirlo en un peaje para el acceso de buenos profesionales", comenta.

El profesor vigués de Telecomunicaciones Carlos Mosquera cree "artificiales" normas como la catalana. "Hay que traer a los buenos, profesores y alumnos, y la lengua no debe ser un requisito. Ya la aprenderán cuando estén aquí, la propia sociedad se lo demandará, pero imponerla no tiene sentido", rechaza.

Mosquera también es director de comunicación del centro de I+D Gradiant: "Hemos contratado a gente que sólo hablaba inglés".