Unos 140.000 gallegos trabajan de noche y dos de cada diez fichan en domingo

Expertos y sindicatos ponen el foco en los problemas físicos y anímicos que causan los “horarios raros” | “Vives al revés y andas descontrolado y cansado”, dicen los afectados

Trabajadores de emergencias trabajando de noche.

Trabajadores de emergencias trabajando de noche. / FdV

Susana López Carbia

Sanitarios, policías, bomberos, taxistas, vigilantes, transportistas, panaderos, operarios de cadenas de montaje, personal de limpieza... La lista de trabajadores que se ven obligados a fichar cuando el común de los mortales descansa no es ni mucho menos pequeña. En la mayor parte de los casos se trata de empleos a turnos y la nocturnidad les afecta solo de manera ocasional, pero, cuando toca, obliga a cambiar los patrones habituales de sueño y comidas. Y no solo eso. “Vives al revés”, señala Richard Pazos, que durante ocho meses estuvo empleado en una empresa de recogida de basuras en la zona de Vigo. “Cuando los demás desayunan, tú te comes un plato de garbanzos porque vienes de trabajar. Andas descontrolado, cansado y te cuesta hasta encontrar el momento de ir al baño”, cuenta. “Claro que se nota. Cuando te toca hacer una semana de noche, hay momentos en los que no sabes en qué día vives”, relata Jaime Barreiro, un treintañero que trabaja en una fábrica de Padrón, donde tiene turno de noche una de cada cinco semanas.

Como ellos, 140.000 gallegos trabajan en horario nocturno de manera habitual u ocasional. La cifra supone el 12,29% del total de ocupados en la comunidad. De ellos, 81.900 son hombres y 58.300 mujeres. Una de ellas es Isabel Castro, educadora en un centro de menores dependiente de la Xunta y madre de dos hijas. “Cuando trabajo de noche llego a casa a las diez y pico de la mañana, con la adrenalina a mil de haber conducido y no soy capaz de dormir”, explica. “Muchas veces me dan las once y media de la mañana sin haberme acostado. Pero a las dos y media llegan las niñas para comer y ya no puedo parar”, añade. Además del cansancio físico, esa falta de descanso repercute en Isabel de muchas otras formas: “El umbral de la paciencia está bajo mínimos. No solo estás cansada, también irritable e incluso con el estómago revuelto”.

También Carmen Pérez, enfermera en Santiago desde hace más de veinte años, sabe lo difícil que es organizar la vida cuando se trabaja a turnos y se tienen hijos. En su caso son tres. “El no dormir afecta en todos los sentidos. Cuando te toca ir de noche, descansas dos o tres horas y tienes que seguir todo el día como si nada”, señala.

Richard, Jaime, Isabel y Carmen son cuatro de los 232.300 ocupados en Galicia que trabajan uno o más domingos al mes, lo que supone el 20,4% del total: 1.138.900 personas. De ellos, 54.200 deben cumplir con sus obligaciones laborales un domingo al mes y otros 178.100 dos o más veces mensuales. Por sexos, el 51,1% son hombres (118.700) y el 48,9% restante, mujeres (113.600).

Lo cierto es que el debate sobre los horarios laborales que recientemente volvía a poner sobre la mesa la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ni es nuevo ni tiene fácil solución. En paralelo a la reflexión sobre las horas a las que cierran los establecimientos de hostelería, Díaz insistía en las últimas semanas en que trabajar en horario nocturno supone un riesgo para la salud que debe ser compensado adecuadamente en salario y descanso.

“No podemos prescindir del trabajo nocturno. Es una necesidad que tenemos como sociedad”, reflexiona Marta del Villar, psicóloga del centro Sueño Galicia, situado en A Coruña. “¿Hay algo que podamos hacer para cambiar eso? ¿Qué queremos? ¿Que no haya médicos, policía o bomberos trabajando de noche?”, sostiene. La única solución, dice, es planificar la turnicidad “con sentido común”, para que los trabajadores puedan adaptarse a las distintas rotaciones.

Para los expertos está fuera de toda duda que la alteración de los ciclos biológicos habituales de descanso y alimentación tiene consecuencias. “Son los ritmos circadianos que forman parte de nuestro reloj interno y que se ven alterados”, explica Del Villar.

“Unos días se aguanta y se va trampeando. Pero a la larga la falta de sueño produce fatiga y falta de ánimo. Puede causar ansiedad e irritabilidad y repercute en nuestras relaciones familiares, sociales y laborales”, señala esta experta en medicina del sueño.

A nivel físico, prosigue Del Villar, la falta de descanso repercute en el sistema inmunológico y puede traducirse en una mayor propensión a infecciones o enfermedades. “Además, afecta a nivel metabólico”, añade la psicóloga, aludiendo a los estudios que concluyen que un sueño inadecuado favorece el sobrepeso y la obesidad.

En la misma línea, desde los sindicatos inciden en los efectos que tiene la nocturnidad sobre las plantillas de las empresas. Lo explica el secretario de Organización de UGT-Galicia y responsable de Salud Laboral, José Luis Fernández Celis: “Trabajar de noche causa dificultades para mantener la atención y puede propiciar la aparición de síntomas depresivos, insomnio, irritabilidad y estrés”.

El responsable de Salud Laboral de UGT-Galicia cree que es momento de reformar la Ley de Riesgos Laborales, que “fue pionera en su día”, pero que se está quedando “obsoleta” porque no recoge las nuevas realidades laborales.

“Estaría bien que a nivel de las grandes corporaciones y las empresas importantes, como ya hacen muchas, se proporcionase a los empleados recursos para adaptarse al trabajo a turnos”, apunta Marta del Villar, que, no obstante, apela al sentido común del que cualquier trabajador puede echar mano. “Es evidente que es muy importante mantener unos buenos hábitos de vida. Con ejercicio físico, alimentación saludable, relaciones sociales sanas y un sueño adecuado todo se afronta mejor”, zanja.