Galicia se sitúa como la 3ª comunidad con menos ofertas de empleo para graduados

La crisis personal por la búsqueda de empleo de Óscar y sus contratiempos familiares derivaron en un intento autolítico

Una oficina de empleo en Vigo.

Una oficina de empleo en Vigo. / Ricardo Grobas

Elena Ocampo

Elena Ocampo

Galicia registra uno de los mayores desajustes entre los graduados que salen de los campus a la busca de empleo y la ofertas altamente cualificadas que existen. La comunidad se sitúa como tercera, solo por detrás de Andalucía, País Vasco y Madrid – que empatan en puntuación– en el ranking de menor número de puestos de trabajo para universitarios, en relación al número de egresados que salen del sistema educativo. Así lo apunta “De la universidad al mercado laboral”, el segundo capítulo del Informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) de 2023 –con datos relativos al curso académico 2021-2022 y del SEPE–. En el conjunto de ocupaciones de alta cualificación, ese “índice de desajuste” en España fue del 101,09%, mientras que en Galicia alcanzó 101, 76%. Eso sí, la estadística matiza que la comunidad reduce (-0,6), aunque muy ligeramente, la diferencia en el último año con respecto a 2021.

Además, el citado capítulo que analiza la oferta de empleo de alta cualificación en España y la empleabilidad en función del ámbito de estudio, pone de manifiesto que casi un 36% de los graduados superiores en España desempeña tareas de baja cualificación.

“Los ámbitos de estudios con los mejores indicadores de inserción laboral para los graduados universitarios son informática, ingenierías y salud”, apunta el informe ya a nivel general. “Por subgrupos de alta cualificación, el menor desajuste relativo se registra entre los profesionales de la salud, a los que siguen los supervisores de ingeniería de minas, de industrias manufactureras y de la construcción, dentro del gran grupo ocupacional de los técnicos y profesionales de apoyo, y, en segundo lugar –aunque prácticamente empatados–, los otros profesionales de la enseñanza (pero relacionados con la enseñanza no reglada, es decir aquellos que imparten idiomas o informática) y los profesionales de la tecnologías de la información y comunicaciones (TIC)”, detallan.

desajuste oferta W

desajuste oferta W / Hugo Barreiro

¿Dónde ha bajado ese desajuste? Es estudio apunta a los subgrupos de técnicos y profesionales de apoyo, tanto de las ciencias y de las ingenierías como técnicos sanitarios y profesionales de terapias alternativas; también en finanzas y matemáticas, o profesionales de apoyo en servicios jurídicos, sociales, culturales, deportivos y afines. “También se ha reducido el desajuste relativo para los directores de producción y operaciones y otros profesionales de la enseñanza y del derecho, así como de científicos e intelectuales”, matiza.

Sobrecualificación

En líneas generales, CYD pone el dedo en la llaga: “España es el país europeo con más sobrecualificación, entendida como el porcentaje de ocupados graduados superiores que están empleados en puestos de trabajo por debajo de su formación”, asegura. En 2022, el 35,9% de los ocupados de 20 a 64 años con educación superior estaba desempeñando tareas de baja cualificación, frente al 22,2% del conjunto de la UE. La técnica Montse Álvarez, consultada sobre las razones, explica: “La estructura productiva española no es capaz de generar los suficientes puestos de alta cualificación que se precisarían para absorber a los graduados superiores. Para situarnos en el promedio europeo, sería necesario aumentar al menos en 13 puntos esa proporción, al nivel de Francia”, concluye la experta.

“Lloré cuando me avisaron del indefinido: diez años luchando con tres carreras y cinco idiomas”

“Después de diez años luchando con tres carreras y cinco idiomas para tener un sueldo fijo”, Óscar M. P. confiesa que lloró cuando le avisaron para firmar su primer contrato indefinido en Galicia. No era el primer trabajo en el sector privado, pero sí en el que se tenía en cuenta su especialización. Este nativo digital, que nació en 1989 en Vigo, relata: “Es muy, muy, jodido. Te cuento la triste y cruda realidad, porque creo que no se es consciente de la repercusión psicológica y vital de lo que significa matarte para tener Grados y becas, para formarte fuera y hacer además cursos y Másteres… y luego envidiar a todo el que te cruzas que sí puede trabajar aquí”. “Mandas currículos de lo que sea. De camarero no te quieren porque eres un universitario y no tienes experiencia. De comercial te echan de los procesos de selección porque creen que vas a reclamar... y así hasta que llegas a tu casa, día tras día, pretendiendo poder ayudar a tu familia económicamente y emanciparte o atender tus cargas familiares”, prosigue este joven de la “generación Y. Detrás del intríngulis de la búsqueda activa, pero infructuosa de empleo, llegan las dudas (veladas o no) de conocidos y familiares. “Nosotros teníamos que vivir con mis abuelos, ¡imagínate la presión familiar y de los familiares cercanos a los que sí les va bien la vida y nos ven a los demás como ‘mantenidos’!”, explica Óscar. “Y así un día y otro y otro y otro”.

Durante su testimonio –que refuerza con el de otra compañera que ha nacido un año después y ha pasado por circunstancias similares– matiza que en general “se infravalora el problema de los jóvenes” de no encontrar trabajo. “Siempre se relaciona solo con su emancipación, pero no lo que supone para el entorno y las cargas familiares que se soportan cuando el miembro principal de la familia no puede trabajar”, añade en relación a su drama personal. “Me vi con la enfermedad de mi madre [cáncer] sin medios para cuidarla por mi cuenta y dependiendo de mis abuelos con sus exigencias y prejuicios, con una hermana pequeña...”, prosigue.

“La autoestima queda tan tocada por los rechazos constantes en un mercado laboral en el que tienes que ser todo y hacer de todo que, a pesar de tenerlo, acabas sintiéndote inevitablemente un inútil. Hasta al ir a comprar piensas: cuánto envidio a esa persona que vende y ella no lo sabe…”

“En mi caso, la situación me llevó a estar hospitalizado por un intento autolítico. Este trabajo me salvó literalmente la vida”, confiesa. ¿Por qué? El azar por fin jugó a su favor y, sin esperarlo, el teléfono sonó para la firma del contrato el mismo día en el que le dieron el alta.

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