La brecha de género es extrema en seis de cada diez carreras en Galicia

Las chicas son mayoría en grados vinculados a salud, lengua y educación | Ellos arrasan en las ingenierías, sobre todo Mecánica, Electrónica e Informática

Alumnos en la ABAU.

Alumnos en la ABAU. / José Lores

Carmen Villar

Carmen Villar

Mujer = cuidados; varones = ciencia o ellas de letras y ellos de números. El Ministerio de Universidades quiere erradicar de una vez esa ecuación de las facultades, que no logran escapar a la pervivencia de estereotipos de la sociedad de la que forman parte y a la que forman. Porque el sistema universitario español refleja cifras de segregación por sexos “impropias del siglo XXI”, aseguró esta semana el titular de dicho departamento, Joan Subirats, y las universidades gallegas no son la excepción.

En el SUG las mujeres son (inmensa) mayoría en carreras sanitarias, de cuidados o educativas, además de en grados de comunicación, lenguas o traducción. Los hombres, en cambio, arrasan en las ingenierías, casi al margen del “apellido” que lleven estos grados, aunque el predominio se note, sobre todo, en Informática, Mecánica, Eléctrica o Electrónica. Ganan también, aunque en menor medida, en Física o en Matemáticas. Todas son carreras del ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas), que son consideradas por la CRUE como “disciplinas del futuro”.

En Galicia esa brecha de género –bien porque las mujeres predominan en el plantel o bien porque lo hacen los hombres– afecta de una manera extrema a seis de cada diez titulaciones ofertadas en los campus, un centenar, si se consideran aquellos casos en los que unas u otros suponen alrededor de la tercera parte del total de inscritos. En concreto, y según datos recopilados por el Ministerio de Universidades que reúnen información provisional acerca de los alrededor de 160 grados impartidos el pasado curso en Galicia, en 58 de ellos las mujeres ocupan al menos el 65% de las plazas totales. Lo opuesto se da en 41 carreras.

Las titulaciones con más desequilibrio

Si se escogen porcentajes que inclinen aún más la balanza hacia uno u otro sexo, los casos más extremos, a partir de un 80% de inscritas o de inscritos, se dan en una treintena de grados. Esa lista incluye, del lado con mayoría de chicas, varias carreras de Educación Infantil, Educación Social, Trabajo Social, Enfermería, Logopedia, Psicología, Pedagogía, Información y Documentación, Gestión Industrial de la Moda y un par de títulos vinculados al Inglés. En la cumbre, con un 94,4% de alumnado femenino, sobresale la simultaneidad de estudios de Infantil y Primaria, en Santiago.

En cambio, la presencia femenina es anecdótica en Tecnologías Marinas (de A Coruña), con un 2,6% de chicas entre el alumnado, y su ausencia, notoria en Ingeniería Mecánica (tanto en la Universidade de Vigo como en la de A Coruña), Robótica (Santiago) o las tres Informáticas con las que cuenta Galicia (Vigo, Santiago y A Coruña). En ese tipo de grados, junto a, Máquinas Navales, Electrónica o Telecomunicaciones, son de tope una de cada cinco.

Soluciones

¿Cómo equilibrar esos números? Para Subirats, “la falta de mujeres en algunas disciplinas y la falta de hombres en otras”, en particular en ciencias de la salud y educación, exigen, entre otras soluciones, “tener una mirada sistémica, intervenir desde edades muy tempranas para trabajar los modelos que influyen en la infancia, tratar de mejorar los programas didácticos para no participar en el silenciamiento de muchas autoras e investigadoras” o “acercar unas disciplinas a otras” en todo el itinerario educativo.

Ni las mujeres valen menos ni están menos preparadas para carreras técnicas. Esa es una evidencia científica, como explicaba a este diario la decana de Matemáticas, Elena Vázquez, premio María Josefa Wonenburguer por su contribución al área de las ciencias y la tecnología, quien aducía entonces que no había más que ver quiénes ganan los premios de fin de carrera. Sin embargo, no todo el mundo piensa así. El año pasado, una encuesta de la Xunta –que teme que las chicas se queden fuera de los empleos del futuro, donde la tecnología será fundamental– reveló que un 5% considera que las mujeres están menos dotadas para la tecnología que sus compañeros de pupitre y las que respondían eran casi todas mujeres.

Hasta que la situación no cambie, cuando acuda a matricular a su bebé a una escuela infantil, lo más probable es que le atienda una mujer. Lo mismo si precisa atención de enfermería en un hospital o ayuda de los servicios sociales de su concello. En cambio, escasearán en consultoras de ingeniería. Por ahora, si los datos más recientes de Universidades se comparan con los que ofrecía para 2015, el peso de la carreras feminizadas o masculinizadas sobre el total apenas varió, aunque los grados donde esas minorías eran como mucho el 20% se han reducido en una cuarta parte.

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La meta que se pone el Gobierno, para lo que pide ayuda a autonomías y rectores, es lograr, como dijo Subirats, que los jóvenes “elijan sus estudios con un mayor grado de libertad”. Entre las recetas que avanzó el ministro estos días, planteó el rebajar el precio de la matrícula a alumnos del sexo minoritario en cada carrera. A su juicio, desde la situación de “desequilibrio” y gracias a los incentivos, “lo ideal” sería llegar a un reparto que fuese, al menos, “del 60% y del 40%”. En Galicia, de las alrededor de 160 carreras de las que el Ministerio de Universidades ofrece datos provisionales de matriculados en el curso 2021-22, poco más de cuarenta encajarían en esa horquilla ya en la actualidad. Pero solo la mitad, en torno a una veintena, se acercan más al equilibrio, con un rango que va del 45% al 55% de presencia masculina o femenina. Filosofía o Fisioterapia están entre ellas. No obstante, solo dos grados alcanzan la paridad perfecta, 50-50 –Paisaje y el doble grado de Física y Química– y otros tres se les unen con apenas décimas de diferencia –Química, Dirección y Gestión Pública y Creación Digital, Animación y Videojuegos–.

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