Juicio Alvia

Un perito: “No concibo que se desnudara la curva de cualquier tipo de seguridad”

El experto, propuesto por la defensa de Garzón, denuncia “irregularidades” en la señalización en Angrois y unos límites de velocidad que no se ajustaban a la realidad

Ángel Sanz, ayer, a su llegada a la sede judicial.

Ángel Sanz, ayer, a su llegada a la sede judicial. / XOÁN ÁLVAREZ

X. A. Taboada

X. A. Taboada

Ángel Sanz Cubero es maquinista con 43 años de experiencia, formador y experto en señalización. Hoy compareció como perito en el juicio del Alvia propuesto por la defensa de Francisco Garzón y cargó contra Adif, al que acusó de cometer “irregularidades” en la forma de señalizar el tramo de Angrois, de elaborar unos límites de velocidad “erróneos” que no se ajustaban a la realidad y de dejar sin protección la curva en la que descarriló el Alvia. Inicialmente el proyecto preveía el uso del ERTMS en todo el trayecto entre las estaciones de Ourense y Santiago, pero posteriormente se modificó, dejando sin su control los últimos kilómetros de los extremos, en uno de los cuales está Angrois, que para él es un “punto crítico” por el descenso brusco de velocidad, de 200 a 80 kilómetros por hora. “No concibo que se desnude la seguridad de esa curva. Lo que correspondería era llevar el ERTMS hasta el final de la línea”, declaró.

Posteriormente afirmó con rotundidad que la causa del accidente fue precisamente esa falta de medidas de control ante un exceso de velocidad: “Fue la desprotección en la curva, se la desnudó de cualquier tipo de seguridad”. En ningún momento de su comparecencia Ángel Sanz culpó al maquinista, Francisco Garzón, que junto con el exdirector de Seguridad en Adif, Andrés Cortabitarte, son los dos procesados por la muerte de 80 personas y las heridas a otras 145.

Para el perito, que quiso ilustrar con una analogía el riesgo del salto de velocidad, era como hacer equilibrio en un alambre sobre un precipicio y que “un día hay aire y te caes, pero sin arnés ni red abajo”.

"Llegar a la curva era como hacer equilibrio en un alambre sobre un precipicio”

A preguntas de la defensa de Garzón indicó que el trazado viejo tenía más seguridad en la curva, pues los trenes circulaban a un máximo de 110 kilómetros por hora por el tramo anterior y tenían que pasar a 105 por la curva, que además contaba con señalización.

Pero en el trazado nuevo de alta velocidad, que discurre en paralelo en Angrois, no hay ninguna señal y eso que se pasa de 200 a 80 kilómetros por hora. Para Ángel Sanz, esta ausencia de señalización es una “irregularidad”, además de que algunas de las que hay están mal colocadas aún hoy. A su juicio, se tendrían que haber instalado señales y balizas para “escalonar” el descenso de velocidad, primero a 160 y luego a 80. Y se podrían instalar, al contrario de la tesis que defiende Adif, limitaciones temporales de velocidad, “cuya vigencia es infinita”. “Si se cumpliera el reglamento no estaríamos ahora en esta sala”, añadió.

Tras el accidente se colocaron señales y balizas para frenar el tren en caso de exceso de velocidad.

También sostuvo que el cuadro de velocidades máximas, que establece los límites en la línea, no era el correcto –“no es cierto, no es real”, dijo–, pues estaba pensado inicialmente para usar el ERTMS en todo el trazado, pero al final en los extremos se implantó solo el ASFA, un sistema de protección de muy inferior seguridad.

En cuanto a la desconexión del ERTMS embarcado en los Alvia por dar fallos, el perito se mostró en contra, pues considera que el tren podría circular igualmente aunque con limitaciones de velocidad, pero que serviría como aviso al maquinista cuando antes de llegar a Angrois tuviera que manipular los mandos del tren para hacer la transición de ERTMS a ASFA. “No se hubiera producido el accidente porque el conductor se hubiera reubicado, alertado”, dijo.

“Sin desconexión del ERTMS el maquinista se hubiera alertado y reubicado”

Preguntado sobre cómo podía saber eso, si con otras operaciones anteriores mientras hablaba por teléfono con el interventor tampoco se había reubicado, Ángel Sanz evitó responder porque no era psicólogo, pero que él lo creía así.

Defendió también que Garzón atendiera el teléfono y mantuviera la conversación durante cien segundos porque estaba hablando de un asunto “para garantizar la integridad física de los viajeros” en Pontedeume, al tener que detener eventualmente el tren fuera de los andenes para hacerlos coincidir con las puertas de los vagones.

También criticó que el refuerzo de la formación a los maquinistas, tras advertirse del riesgo en la curva por parte de Mazaira, fuera decirles que estuvieran atentos y que se “acordaran” de ella, sin tomar otra medida. “Me parece muy pobre la respuesta formadora”, soltó.

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