El perito Ángel Sanz Cubero, maquinista experto en señalización, ha subrayado que no concibe que la curva de A Grandeira, donde descarriló el tren Alvia en julio de 2013, "se desnude de seguridad", en relación al cambio de proyecto que supuso retirar el sistema 'ERTMS' de los últimos kilómetros de la línea.

Durante el interrogatorio de la Fiscalía, ha hecho una analogía: "Es como si le dijeran a los maquinistas: Ahí hay un problema, lo ha detectado el jefe de los maquinistas y lo ha comunicado (...) Hay un precipicio, tienes un alambre, tienes una barra metálica y vamos a hacer equilibrio (...) Todos los días, pero un día hay aire y vas al precipicio. Y no tenían arnés, ni red abajo", ha lamentado.

Sanz Cubero es el penúltimo perito en comparecer en la fase de responsabilidad penal del juicio por el accidente que dejó 80 muertos y 140 heridos en el barrio compostelano de Angrois, hace ya casi 10 años.

En esta penúltima sesión, antes de que comience la parte de responsabilidad civil, expone sus informes acerca de la señalización, que realizó a petición del abogado que defiende a Francisco Garzón, el conductor que llevaba el tren aquel día.

Garzón está procesado junto al ex director de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, ambos por una imprudencia profesional grave: el primero por empezar a frenar tarde y entrar en la curva con un exceso de velocidad y el segundo por el análisis de riesgos y la necesaria adopción de medidas de mitigación de los mismos.

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La juez da por terminada la sesión.

Un hombre relata las secuelas que el siniestro tuvo para su madre. Explicó cómo desde 2013 a 2016 se sucedieron las intervenciones en brazos y piernas y cómo desde el siniestro le fue “imposible recuperar su vida”. “Tenía una vida completa”, reseñó, y a partir del siniestro “la tuvo que dejar”. “Ha tenido que cambiar de vida, de hábitos, de todo. Y nosotros”, remachó.

Los hijos de un matrimonio lesionado en el encuentro explican que se enteraron a medianoche de a qué hospital los habían enviado tras contactar con los centros por vía telefónica. Cuentan cómo, en el caso de su madre, todavía se queda “paralizada” cuando escucha un ruido fuerte. “De lo único que se acuerda fue del ruido que escuchó y luego el silencio que había después”, comentan. Sobre su padre, ya fallecido, cuentan que perdió mucha movilidad tras el suceso o cómo “empezó a tener problemas psicológicos”.

Comparece un sobrino de dos fallecidos en el siniestro, que explica las relaciones estrechas que estos mantenían con su familia.

El marido de la anterior víctima explica que no pudo trabajar más tras el siniestro. "Aunque quisiera, no pudo", afirmó.

Otra víctima relata cómo después del siniestro las lesiones le impidieron trabajar como hasta entonces. Mencionó hasta diez huesos quebrados y contó cómo la rescataron. “No podía respirar”, explicó, porque una persona le oprimía el pecho.

Una nueva víctima explica cómo desde el siniestro no ha podido coger el tren nunca más y que el accidente le ha dejado lesiones en el brazo derecho y que desde entonces ha perdido oído y visión. Recuerda cómo fue sacado debajo de maletas y mochilas. “La gente decía “él vive, él vive”, explica. Al cabo de tres pasos por su propio pie, se desvaneció, cuenta.

Se reanudan las declaraciones.

La juez ordena un receso del juicio.

La madre de las entonces niñas víctima del siniestro explica además que para ella también fue necesario con posterioridad un tratamiento ante el “horror de ver la vida” de sus hijas “truncada” y el sufrimiento de su hermano, también víctima. Además, se vio obligada a dejar de trabajar para hacerse cargo de sus vástagos. A día de hoy así sigue siendo: “Mis hijas necesitan mucha atención y yo tengo que estar para sostenerlas”. Por otro lado, incidió en que la elección del medio de transporte para trasladar a sus hijas la motivó el que se “vendía” el tren de alta velocidad como "seguro” y con las tecnologías más avanzadas.

A la madre de las dos víctimas el trayecto desde Estados Unidos le pareció “terrorífico”. “No sabíamos si estaban vivas o muertas”, lamenta. La primera vez que vio a la mayor la encontró con el pelo lleno de sangre, entubada por todas partes y la mirada “perdida”. De la pequeña, leyó una carta en la que relata el horror del accidente y afirma cómo ahora “tiene miedo de todo”, desde medios de transporte a la oscuridad, y que las consecuencias psicológicas “han sido tremendas” y “a día de hoy” siguen “luchando” con ellas.

Habla de una de las dos víctimas, entonces niñas. Cuenta cómo la sacaron los bomberos porque se había quedado atrapada, pero tardaron “bastante” porque no se escuchaban sus gritos de auxilio. Relata que sufrió varias operaciones quirúrgicas, además de otros problemas “innumerables”, como un año sin poder hablar tras el accidente, y que ahora incluso tiene problemas para salir a caminar y a día de hoy sigue a tratamiento con fisioterapeutas y asistencia psicológica desde hace cinco años. No pudo hacer la carrera universitaria en Estados Unidos, como había planeado, al no tener acceso a beca deportiva.

Su otra hija mantenía una relación intensa con el deporte y a las secuelas psicológicas, en su caso, se suman las físicas. Con repercusiones en todas sus facetas vitales. Además de que ha tenido consecuencias en su plan familiar, implicando incluso el traslado de la familia de país, porque vivían en Estados Unidos, donde también recibieron tratamientos y fueron objeto de intervenciones quirúrgicas.

Habla el padre de dos víctimas. Una de ellas, explica, tenía 8 años en el momento del accidente. En su caso las lesiones físicas “fueron menores”, pero, al ser “de las últimas” en ser evacuadas, pudo contemplar “todo el horror” del siniestro y “a medida que madura, el problema se hace mayor”. A día de hoy, sostiene, es incapaz de hablar del siniestro.

El padre de la misma víctima explica el largo periplo que les llevó localizar a su hija tras el siniestro. Se pasaron la noche buscándola, pero no lo lograron hasta el día siguiente: permanecía en el hospital en Santiago sin identificar. En la actualidad, cuenta cómo su hija sigue con tratamiento, en rehabilitación y con medicación. Una persona les ayuda en casa porque, “aunque quiere, no puede”. Al respecto, incide en cómo antes del siniestro su hija tenía una empresa con su marido y se dedicaba profesionalmente a su carrera y ahora sus progenitores la tienen que ayudar.

Ahora declara la madre de la víctima, quien cuenta que su hija necesita ayuda económica y personal. En cambio, cuando sufrió el accidente estaba en “pleno” momento vital y laboral en su profesión, que tuvo que abandonar, y ahora “las secuelas están ahí”. 

El marido continúa explicando que desde el accidente han tenido a alguien en casa para ayudar en as tareas domésticas y al principio con el cuidado de los hijos. “Si pudiéramos tendríamos mucho más”, añade. Además, lamenta que es “muy difícil” encontrar atención especializada “neuropsicológica”, pero que su esposa sigue recibiendo asistencia psicológica y física.

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Pasar de 200 a 80 kilómetros por hora

A Grandeira era a su juicio el punto "más crítico" de la línea entre Ourense y Santiago, puesto que había que pasar de 200 a 80 kilómetros por hora.

Además, este perito ha incidido en que el cuadro de velocidades máximas no recoge una información "real", ya que indica que el 'ERTMS' llega hasta un kilómetro en el que sí que cubriría la curva. Más adelante, de hecho, se ha mostrado convencido de que se elaboró para circular "exclusivamente" bajo el amparo de 'ERTMS'.

"No concibo que se desnude de seguridad esa curva. Es que no lo concibo... Cuando me han aportado documentación y tenía que llegar hasta ahí, porque es una línea de alta velocidad y debería llegar al final de la línea", ha advertido.

En este sentido, ha destacado que "el sector ferroviario, cuando se empieza a circular a más de 160 kilómetros por hora, toma medidas", como la creación de la señal de vía libre condicional, que tiene el foco verde intermitente y ordena al maquinista que frene. "Ya he hecho un escalón", ha resaltado.

Esa señal, por ejemplo, "avanza la información", pero también se implementaron otras medidas como el "preanuncio" y "los bloqueos de liberación automática", y se crea la señal de "preavanzada". De este modo, ha remarcado que "hay un escalonamiento en la red garantizado".

"Hoy no estaríamos en esta sala"

En sus estudios, detectó una "irregularidad" en la ubicación de las balizas previas de todas las señales avanzadas, que están colocadas a 300 metros en lugar de a 500, por lo que entiende que la línea debió limitarse a 160 kilómetros por hora, y no a 200.

Si hubiera sido así, "hoy no se estaría en esta sala", según ha asegurado. Angrois estaba limitado a 80 pero el propio Adif utiliza como argumento que admitía una holgura de hasta el doble de esa velocidad.

En su intervención, ante las preguntas del letrado de Garzón, Ángel Sanz Cubero ha calificado de "barbaridad" la ubicación de algún cartelón, a la luz de lo que él y otros expertos vieron en viajes en cabina después del siniestro ferroviario.

En concreto, se ha referido a un cartel "mal ubicado en cuanto a visibilidad" y "técnicamente" ha cuestionado que sea "el sitio idóneo en cuanto a la protección de un tren que tiene que ser protegido con 'Asfa' digital".

Al inicio de su comparecencia, también ha apuntado a la señalización de la vía con anterioridad, para llamar la atención sobre que existía una señal "ejecutiva" para pasar de 110 a 105 kilómetros por hora.

"Lo digo así de claro, por si alguien de Adif me escucha"

La jornada ha contado con un receso tiempo antes de lo habitual en este juicio, debido a problemas informáticos para mostrar en la pantalla documentos.

Cuando se ha retomado, Ángel Sanz Cubero ha avisado de que sigue en la línea "una señal que no existe" y que "no debe estar puesta". "Lo digo por si alguien de Adif me escucha", ha afirmado, en presencia del ex alto cargo procesado y su abogado, además de los abogados del Estado, que representan al administrador de la infraestructura ferroviaria.

En concreto, se refería a la señal de cambio de velocidad máxima, que, en el día del accidente y ahora, "al maquinista no le indica nada" ya que "se lo tienen que decir anteriormente, que inicie un frenado". "Esa señal no vale para nada, ha desaparecido del reglamento. Es una señal inútil para circular con 'Asfa", ha hecho hincapié.

"No existen y siguen puestas en la curva. No sé si tendrá que ver con este juicio, no tengo ni idea", ha añadido.

Más adelante, ha vinculado con la intención de "salir de esta", también, el hecho de que Adif asegure que detectó unos 300 saltos de velocidad en la red que dice que son similares al de Angrois.

"No me lo creo. Me parece una entelequia. Cuando se reúnen los técnicos y deciden poner un valor porcentual a una reducción de velocidad están metiendo en el mismo saco de 300 a 80, de 220 a 80 y de 100 a 60. A mí, el cuerpo me dice que no hablamos de lo mismo", ha enfatizado.

El perito ha puesto un ejemplo: "Si el poder adquisitivo ha caído un 40%, el que gane 1.000 a lo mejor no come; el que gane 100.000, sigue siendo rico, a mi manera de ver", ha aseverado.

Por eso interpreta que "ese valor porcentual" es "una medida" de Adif "para salir de esta", por el juicio en el que tiene a su ex director de seguridad procesado. "Lo digo así de claro", ha apostillado.

"Empeoró la seguridad"

Previamente, ha resaltado que no habría "ningún problema" en poner una limitación temporal de velocidad en el punto previo al siniestro, puesto que estas señales tienen una caducidad "infinita".

También ha apuntado como alternativa la retirada del foco verde de la señal avanzada, una medida que habría sido "absolutamente beneficiosa para la seguridad".

A Grandeira, en su opinión, "empeoró absolutamente las condiciones de seguridad que tenía Puertollano", desde un punto de vista comparativo.

Por último, en el interrogatorio del abogado de Garzón, ha señalado como una "irregularidad muy relevante" que se entregase la línea "sin terminar" para que se realizasen los procesos de formación.

"Si hay que retrasar la inauguración o lo que sea, se retrasa", ha añadido, pero "no se debe poner a disposición de la formación una línea que está sin terminar". "Para mí sería muy irregular", ha concluido.

"Si no hay norma, hay sentido común"

Entorno al mediodía ha empezado el turno del fiscal, quien se ha interesado por la idea de que "sí incumple la norma" el cambio de velocidad de tramo que planteaba la línea.

"Busco la norma que me impida dibujar ahí un tramo diferente", le ha interpelado, a lo que Sanz Cubero ha respondido: "Señor fiscal, lo único que puedo decirle es que si no hay norma, hay sentido común".