¿Endogamia o retención del talento? Un 70% de profesores de las universidades de Galicia se formaron en sus campus

Ni Santiago ni Vigo ven “preocupante” el porcentaje, inferior al estatal, y celebran ser “atractivas” para que un personal que costó formar elija proseguir en la comunidad su carrera

Inicio del actual curso universitario en Vigo.

Inicio del actual curso universitario en Vigo. / RICARDO GROBAS

Carmen Villar

Carmen Villar

Siete de cada diez profesores que dan clase en los campus gallegos leyeron la tesis en la universidad en la que en la actualidad imparten aulas. El colectivo doctorado en la propia institución gana peso si se analiza el dato global autonómico, y alcanza, con la última estadística publicada del Ministerio de Universiades, correspondiente al curso 2022-23, la cifra más elevada desde 2015-16. A partir de 2016-17, el contingente de profesores formado “en la casa” no ha dejado de crecer y desde entonces ha engordado un 16 por ciento, hasta suponer el 70,43% del total y el porcentaje más elevado de la serie.

Cuando en 2022 se aprobó el nuevo plan de financiación universitaria, una de las preocupaciones de la Xunta era que por los campus fluyese savia nueva e incrementar la internacionalización. De hecho, uno de los capítulos de la inversión institucional penaliza el que esa tasa endógena vaya a más. No obstante, por otro lado, el que ese número suba tiene que ver asimismo con las políticas de captación y retención de talento realizadas por las instituciones públicas de educación superior, que consideran un éxito el resultar atractivas y elegidas como destino por un personal que costó formar, de forma que a la vez su carrera tenga un “retorno e impacto directo” en la comunidad.

Por debajo de la media estatal

Así lo señalan desde las Universidades de Santiago –la que tiene más PDI en nómina formado en la casa, con tendencia al descenso– y de Vigo –donde el peso es el mínimo, aunque en los últimos años fue a más–. Ambas aducen que Galicia está por debajo de la media estatal en ese indicador y destacan, en todo caso, que la selección de beneficiarios de contratos para atraer y retener talento como el Ramón y Cajal, el Beatriz Galindo o el ATRAE, entre distintas figuras, “no depende directamente de la universidad”, sino que es el resultado de procesos “basados en criterios de mérito y capacidad, abiertos y extremadamente competitivos”.

Así lo proclama la vicerreitora de Investigación, Transferencia e Innovación de la UVigo, Belén Rubio, que sitúa los datos en contexto. Indica que el incremento en el caso de la universidad olívica es de unos 2,5 puntos desde la pandemia, hasta un 52,91%, lo mismo que en la UDC, donde llega al 64,88%, mientras que en la USC ha ido a menos, pero se sitúa en un 86,27 por ciento, “significativamente más elevado”. Eso se debe, recuerda, e inciden en ello también desde la universidad compostelana, a que la UVigo y la UDC son universidades más jóvenes, fruto de la escisión de la USC, de modo que gran parte del PDI que trabaja en ambas se doctoró en Santiago.

Respecto al incremento, la vicerreitora de Innovación de Vigo prefiere hablar de “mejora en la captación de talento” y considera que la subida en la UVigo y la UDC no es “nada preocupante en el sentido de lo que se entiende por endogamia”. De hecho, subraya que las universidades gallegas están por debajo de la media estatal, un argumento que apuntan también fuentes de la institución compostelana: “Son cifras alineadas o incluso inferiores a lo que ocurre en otras instituciones de magnitud o antigüedad similar”. Rubio da ejemplos de “muchas universidades públicas con buen posicionamiento en investigación”, como la de Barcelona, con más de un 82%, Granada (88%) o la del País Vasco (más de un 90%).

La UVigo, un buen lugar para investigar

A juicio de Rubio, en el incremento del PDI formados en la casa cabe hacer una reflexión sobre las políticas de retención y captación de talento realizadas por la UVigo. En el caso de la retención, la considera relacionada con el interés del personal investigador por “una sólida y potente investigación derivada de la mejora en los centros de investigación”. Defiende que los centros de excelencia que ya tiene la universidad y la “esperanza” de que se sumen otros “configuran a la UVigo como una institución atractiva para continuar la carrera investigadora en muchos ámbitos del conocimiento”. Y “en muchos casos”, añade, esa captación corresponde con personal que hizo su tesis en la UVigo, salió al extranjero unos años y “decide volver a la universidad en la que se doctoró”.

La inversión realizada en personal altamente especializado, primero vía doctorado y después a través de la formación posdoctoral, es muy elevada. Dos profesores de la Universidade da Coruña, Moisés Canle y Xosé Luís Barbeito, calcularon en un artículo en “The conversation” que, solo teniendo en cuenta los fondos públicos destinados a formar un investigador desde que inicia un grado universitario, el coste ronda el medio millón de euros. A ese argumento se remiten desde la Universidade de Santiago para defender programas de “captación, retención y recuperación de talento” investigador para sus aulas y que la inversión realizada en la formación de personal altamente especializado “pueda tener un retorno y un impacto directo en sus sociedades de origen”. “Estos programas”, aducen, “son una forma de poner en valor el esfuerzo que supone la inversión pública en educación, mejorando el propio sistema con recursos humanos de alto valor añadido”.

Más de 1.100 docentes al borde de la jubilación

Galicia envejece y sus profesores de universidad no son una excepción a la regla. Más de 1.100, uno de cada cinco efectivos del personal docente investigador (PDI) con el que cuentan las tres universidades públicas está en proceso de jubilación, de acuerdo a los datos recopilados por el Gobierno central. Los números atestiguan que las facultades gallegas nunca han tenido tanta plantilla docente como ahora, con un total de 5.443 integrantes, un 5 por ciento más que hace siete años, pero, de ellos, 1.108 estarían en edad para retirarse, un epígrafe bajo el que el Gobierno central incluye a quienes se mueven en edades de entre 60 y 66 años, ambos incluidos.

La cifra de potenciales bajas del sistema subió un 44% en ese período de tiempo. En esa horquilla de siete años que permiten analizar los datos de Universidades, comparando los cursos de 2022-2023 con 2015-2016, se puede constatar el progresivo envejecimiento de los efectivos docentes de los campus en la comunidad: la edad media subió 1,69 años y se sitúa ya en 52,34, cuatro más que la media global de los gallegos.

En la parte del debe, en la línea de ese proceso de envejecimiento, los datos muestran cómo han ido a más los efectivos con más de 67 años, que se dispararon un 50 por ciento en el período analizado. Lo compensa el que el peso del contingente de los más jóvenes, donde se incluye a quienes no cumplieron todavía los 35 años, ha experimentado un impulso mayor, del 52 por ciento. Ahora el grupo de jóvenes supone el 5,93 por ciento del personal docente y el de los más mayores, un 5,22 por ciento, pero solía ser al revés.

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