Medicina gallega (también) en Polonia

Una veintena de españoles, varias gallegas, estudia en campus polacos porque las altas notas de corte frenan su acceso en España | “Aquí se vive con 200 euros al mes”, dicen

La viguesa Ana Miraz y otras compañeras españolas (2ª por la dcha.), en el campus de Polonia.

La viguesa Ana Miraz y otras compañeras españolas (2ª por la dcha.), en el campus de Polonia. / Cedida

Elena Ocampo

Elena Ocampo

Cuando el resto de los niños escuchaban relatos sobre abejitas que polinizan flores, o el cuento de la cigüeña que viene de París, una pequeña Ana Miraz ojeaba un atlas sobre la evolución de un feto por meses. Aquellos ojos azules se abrieron atentos tras consultar a su abuelo, médico: ¿De dónde vienen los niños? “Él no se anduvo ni con tapujos ni con rodeos”, comenta la joven, hoy estudiante de Medicina, que aún recuerda el asombro que le causaron aquellas imágenes, pero por la curiosidad que le despertaron, no por su impacto. Quizás la clínica de su ascendiente, obstetra y ginecólogo, en pleno corazón del barrio vigués del Calvario fuese la semilla que propiciara brotar su clarísima vocación. Ella lo tiene claro: “Creo que fue lo que más me inspiró desde pequeñita; que alguien a quien le apasiona la carrera como es tu abuelo te cuente con esa pasión su experiencia, su mundo. Te atrapa, te enamora”, suspira. Tampoco faltaban ejemplos: su abuela materna, también médica; su madre, veterinaria; su padre, farmacéutico y enfermero... Y así, más de una década más tarde de aquel capítulo, con 18 años recién cumplidos, la joven viguesa abría su primer cadáver para estudiar anatomía en una Universidad de Polonia. “Antes del examen, nos pusieron a nuestra disposición los cuerpos de la morgue”, reconoce. Con supervisión, claro. “Algunos se desmayaron”, relata en tercera persona.

Pero el camino para conseguir su sueño no estuvo exento de dificultades. Aunque desde los 12 o 14 años y tras estudiar una asignatura (Anatomía Aplicada) en el instituto vigués Santo Tomé de Freixeiro, tuvo claro que quería dedicarse a la Medicina, el recorrido tuvo muchas curvas y alguna tormenta. “Tenía claro que me gustaban las enfermedades y los pacientes, pero fue como acabar de enfocarlo”, argumenta. Por supuesto, aquella decisión concitó el quorum familiar: apoyo total a su vocación. Pandemia y agobios de por medio, el destino le tenía guardado un trago amargo a Ana Miraz.

“Después de sacrificar mi vida personal por estudiar Bachillerato, para no distraerme” –su nota media, un 9,3, es sobresaliente–, “porque tenía clarísimo que quería hacer Medicina, la nota de la ABAU no fue, ni por asomo, la que pensaba... y me quedé sin plaza”, comenta aún resignada. Aquel difícil curso COVID fue el de las medidas extraordinarias, también en lo educativo. La joven viguesa nunca creyó que le pasaría, aunque se guardó una “segunda baza”: el acceso a una privada. Al cerrársele las puertas de la universidad pública, comenzó a llamarlas ya que, por otra parte, llevaba meses analizando planes B. Pero nunca pensó que sus posibilidades, prácticamente se agotasen. “Parecía que nadie estuviera teniendo en cuenta todo mi esfuerzo; fue una época horrible”, argumenta. “Entiendo, incluso, que mucha gente deje de intentarlo”.

Había –asegura– incluso alumnos con 9,5 de media que se quedaban fuera. Los ánimos comenzaron a flaquear y la insistencia, a desvanecerse. Ana veía esfumarse la ansiada entrada en Medicina. Contempló estudiar desde Derecho a Biología. “Una frustración horrible”, resume.

Hasta que, de forma casual, un primo lejano le contó a su madre que él había estudiado en Pest, Hungría. ¿Cómo? Pensaron al momento. Las ventanas de la ilusión volvieron a abrirse y el corazón, a palpitar fuerte. De la depresión, pasó a la euforia. Y a enviar solicitudes a Hamburgo (Alemania), Eslovaquía, Polonia... “Hungría era la primera en agotarse siempre entre estudiantes españoles. Tanto, que me sorprendió que no se hablase de esto, porque es más sencillo y económico que ir a una privada”, explica. La maquinaria se puso en marcha... y también un mundo de dudas. ¿Qué hacer con el idioma? ¿El título será válido para España? ¿Dónde viviré? Tras presentarse a pruebas en Eslovaquia –grado más centrado en Química–, y en Polonia –con más peso en Biología–, Ana Miraz priorizó la segunda. Además, se basaba en el sistema educativo alemán. “En Eslovaquia”, sostiene la gallega, “este año han entrado 50 españoles en primer año”.

“El precio de la matrícula es como el de la universidad privada más barata de España”

Ana Miraz - Estudiante de Medicina

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En el campus polaco que se convertiría en su segundo hogar son unos veinte estudiantes procedentes de España. “La vida sigue al nivel de España antes del euro; el coste de la matrícula ronda los 9.000 o 10.000 euros y, la residencia vale unos 150 euros al mes. Sin salir e ir de viaje, aquí yo solo gastaría al mes unos 200 euros”, reconoce.

Entre otros nudos que se fueron deshaciendo solos, como por sí mismos, la magia de las redes sociales también apareció en su vida a través de TikTok. Otra joven viguesa, Nicole, exactamente de su mismo barrio y estudiante en el colegio de enfrente, con incluso grupos de amistades en común, cursaba Medicina en esa misma Universidad polaca. De hecho, fue durante los primeros meses su guía y antes, su asesora incluso de vestuario. “Fue quien me avisó de que hacía tanto frío, de que llevase ropa de mucho abrigo”, recuerda, “o a dónde tengo que volar”. No en vano, las temperaturas pueden alcanzar los -25 grados. Un clima al que –reconoce– no logra adaptarse. De hecho, se presenta en la cita, a finales de diciembre, con la chaqueta desabrochada. “Estoy sudando todo el rato, aquí hace calor; me hace gracia cuando mi madre me pide que me abrigue”, comenta.

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La universidad europea en la que estudia la viguesa Ana Miraz (Nicolás Copérnico) en Polonia tiene dos campus: una división polaca pública, totalmente gratuita para los nacionales, en la que la lengua del país es vehicular; y otra –más dirigida a alumnado extranjero– y concertada, en la que las clases se imparten en inglés. Eso sí, los títulos son homologables en España. Es más, existen precedentes de universitarios que comenzaron la carrera en Polonia y que lograron luego irse a estudiar el último ciclo a España, repitiendo –de forma obligatoria– algunas asignaturas optativas y créditos que no habían cursado. Para los que sacan toda la carrera en Polonia, la convalidación puede extenderse por un año, aproximadamente”.

Empezar los estudios universitarios sin conocer a nadie y en un país extranjero de habla no inglesa no está exento de dudas (normales) para muchos jóvenes: “Todos iban a las mismas ciudades, era yo la única que iba sola; llegaba un momento a una semana de empezar el curso, en que rompí a llorar y solo le decía a mi madre que no quería empezar el curso”, asegura la estudiante Ana Miraz, que se fue con 18 años de Vigo y ahora cursa segundo. “Estamos con gente de India, Taiwán, Irlanda o Alemania y, una vez que convives en una residencia con todos, puede llegar a ser complicado porque son muchas culturas diferentes”. “Con un nivel mínimo de polaco, hay quien se queda a hacer la especialidad allí”. Eso sí, las fechas del calendario escolar son diferentes en el calendario académico, que se extiende desde octubre a julio, y sin tantas vacaciones de Navidad como las que se contemplan en España. Además, de una semana a otra, las temperaturas pueden bajar unos diez o quince grados. Es un contraste grande: a las tres de la tarde se hace de noche y conozco casos que han entrado en depresión”, asegura la joven.

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No es el único país europeo. El alemán también puede ser llegar a ser un idioma bastante difícil de aprender y, en ocasiones, puede incluso tomar muchos años para conseguir un nivel de competencia necesario para ser considerado aceptable en el ámbito de la profesión médica. En el caso de aquellas personas que quieran obtener la licencia médica y convertirse en médicos en Alemania, deberán acreditar un cierto nivel de alemán a la hora de presentar toda la documentación. La mayoría de los estados en Alemania pide una certificación de nivel B2 de alemán. También hay otros estados que requieren un nivel C1 de alemán médico para obtener la licencia médica.

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