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Las causas de fondo de los fuegos actuales

El cambio climático y el abandono del rural, que provoca la acumulación de masa forestal, ampliaron los efectos la ola de incendios originada por la tormenta eléctrica

Imágenes de los devastadores incendios en Ourense Brais Lorenzo

El origen de la ola de incendios que desde hace una semana azota singularmente a las provincias de Ourense y Lugo, con más de 32.000 hectáreas arrasadas, fue la tormenta eléctrica que la tarde-noche del jueves de la pasada semana descargó 6.000 rayos sobre Galicia y provocó más de medio centenar de fuegos. Pero este escenario no hubiera sido posible sin otras causas de fondo que contribuyeron a ampliar los efectos de las llamas y que no son circunstanciales, sino que tienen vocación de permanencia.

Galicia se ha convertido en un “terreno pasto” de lo que el director de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidade de Vigo, Juan Picos, ha definido como “choque de trenes”, en referencia a que en la comunidad coinciden “dos evoluciones extremadamente desfavorables”: por un lado, un cambio climático “de fondo” en el que la vegetación está en peores condiciones vitales; y por otro, el cambio socioeconómico, que ha provocado una acumulación de masa forestal. “Cuando chocan esos dos trenes, el impacto es muy fuerte”, enfatiza.

En este sentido, indicó que si bien en el caso del cambio climático la solución tiene que ser “global”, para el “tren” socioeconómico se puede actuar localmente y es en este ámbito en el que se proponen soluciones como intervención de la tierra para gestionarla y ordenarla y consumo local como medida indirecta de “prevención”.

El caso que es la ola de incendios actual es, a su juicio –según relató a Europa Press– “un evento singular”, el cual “no está documentado” y sobre el que “hay razones muy probables” que apoyan que “nunca se haya dado antes” en Galicia.

El cambio climático y el socioeconómico son, para Juan Picos, director de la Escuela de Ingeniería Forestal, las piezas clave de la ola de incendios

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Una de las cuestiones que estudian los científicos es la “recurrencia”, es decir, cuando los incendios “son muy frecuentes y muy intensos, la capacidad de recuperación llega un momento en que desaparece”. “Ni aunque le demos todo el tiempo del mundo”, asegura, para algunos casos.

En Galicia ya hay casos de este tipo, reconoce Juan Picos. Una muestra es el Monte Pindo. “Eso que nos llama tanto la atención, esos penedos se ven porque una parte muy importante se lo ha llevado la lluvia”, apunta, al tiempo que reconoce que esa misma circunstancia ha permitido, en su momento, “fertilizar rías”. “Pero lo que nos quedan son piedras”, añade.

El experto llama a “tomar medidas cuanto antes” y apunta a uno de los estudios realizados por José Antonio Vega, catedrático y miembro del departamento del Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán, que avanzaba los “incipientes” efectos del cambio climático y en el que se recogía, por ejemplo, el descenso de la humedad en el sur de Ourense y Pontevedra, más acuciado en la primera zona, como un “síntoma” del cambio. A su vez, la baja humedad provoca mayor sequedad del terreno, y por lo tanto, más riesgo de combustión.

Esto, agrega Picos, sostiene un “debilitamiento de especies” por encontrarse en climas “no tan adecuados” para su supervivencia natural. Es decir, aquellas especies que estén “al límite” de sus condiciones, serán más “susceptibles” a plagas, pérdida de hojas o una peor situación sanitaria, ya que dado que no se pueden mover, “se encuentran en un sitio no adecuado para ellos”.

Juan Picos fue uno de los expertos que participó en la comisión de incendios del Parlamento de Galicia a raíz de la ola de fuegos de 2017, así como también lo hizo en la anterior de 2007. “Antes de una tercera comisión parlamentaria, el paso valiente es empujar las conclusiones que salieron de la segunda”, declara.

Ante el “abandono” del rural, apuesta por medidas drásticas: “no podemos andar con excesivos remilgos jurídicos, hay que empezar, aunque suene políticamente incorrecto, por la intervención de la tierra” para ponerla a producir y ordenarla y gestionarla.

Otra de las cuestiones que pone encima de la mesa es un cambio en la sociedad en los hábitos de consumo. “Una vez que hemos admitido que el abandono es una amenaza, el consumo también tiene que tener posibilidades preventivas, que seamos conscientes que cuando compramos con origen local, ayudamos a que personas mantengan una explotación y está haciendo una prevención (de incendios) indirecta. Esta decisión está en nuestros bolsillos, comedores escolares, hospitales”, incide.

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