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Residuos que regeneran en la comunidad

La Xunta ultima una normativa sobre compostaje comunitario; una práctica extendida en medio centenar de municipios de Pontevedra y pequeñas mancomunidades

Compostero en A Illa de Arousa, Moaña, Vilagarcía y Pontevedra Iñaki Abella / Gonzalo Núñez / Santos Álvarez

Vilaboa, As Neves, Mondariz, O Grove, Tomiño, Valga, A Illa de Arousa, y Pontevedra ya cuentan con su propio plan de compostaje comunitario, al amparo del Plan Revitaliza de índole provincial, que involucra a medio centenar de municipios. Al tiempo que reutilizan los desperdicios domésticos como fertilizante, evitan el coste de su quema en la planta de tratamiento.

Restos de comida como fruta y verdura, arroces y pastas, carne y pescado o pan y huevos, yogures e incluso posos y filtros de café, que de forma diaria se van a la basura se pueden convertir en biorresiduos –que pueden alcanzar hasta el 45% de la bolsa de la basura municipal– y pueden así convertirse en la materia prima de fertilizante natural, al tiempo que ahorran el traslado de toneladas de residuos a una planta de tratamiento. El compost no es más que eso: un abono para la tierra que se obtiene de la degradación de restos de comida y vegetales mezclados con materiales leñosos y secos que funcionan como estructurante.

Se usan en el compostaje comunitario, que es aquella gestión de los residuos orgánicos domésticos producidos en los hogares, restaurantes o servicios de restauración colectiva y tratados en una instalación común que ya funciona –con bastante éxito– en muchos municipios gallegos. Por ejemplo, medio centenar de ayuntamientos de la provincia de Pontevedra ya están adheridos al Plan Revitaliza para compostaje comunitario. Algunos como Vilaboa, As Neves, Mondariz, Mondariz-Balneario, O Grove, Tomiño, Valga, A Illa de Arousa, y Pontevedra, ya cuentan con su propio plan y están trabajando para implantar este modelo de gestión de biorresiduos en todo su territorio. El resto de municipios adheridos cuentan con centros de compostaje comunitario y composteros individuales o están en proceso. Y están yendo más allá. De hecho, prevén un viaje a Navarra, País Vasco y Cataluña este mes para conocer fórmulas de agrocompostaje.

Compostero comunitario en As Laxes, a Illa de Arousa.

Este tipo de compost, que está de moda, Galicia contará con una norma propia, impulsada por la Xunta, que regule y ofrezca las máximas garantías a todas aquellas iniciativas de compostaje comunitario que se realizan.

Ya existen concellos como Moaña, que logró el primer premio en el Congreso Nacional de Medioambiente (Conama) por su proyecto de compostaje de residuos orgánicos: “Tenemos once composteros municipales puestos en marcha desde 2017, que tienen seis módulos y uno que por su éxito hubo que ampliar hasta 10”, explica el concejal de Medio Ambiente de Moaña, Odilo Barreiro. Según datos de la memoria presentada en ese momento –cuando solo estaban en funcionamiento cuatro centros de compostaje comunitario– ya tenían capacidad para gestionar más de 95 toneladas de residuos orgánicos anualmente.

Jornada sobre compostaje en Vilagarcía

El compost que se realiza en el municipio es, luego, recogido por los vecinos “para abono agrícola”. “No hay transporte y la recogida se realiza en el propio centro”, explica la ‘maestra composteira’, Yolanda Pastoriza, que se incorporó en 2018 a este trabajo. Paralelamente y ante el éxito de la iniciativa en la planta de A Portela, en O Morrazo, aspiran a iniciar un proceso para recoger biorresiduos de hostelería, con el objetivo de reducir la cantidad que se envía a valorizar a Sogama. “Los maestros composteros hacen controles exhaustivos sin los que sería imposible el buen funcionamiento”, matiza Barreiro. En el caso de Moaña, se realiza bajo el control de las ‘maestras’ y ‘maestros composteros’ en centros de compostaje de uso común situados en recintos abiertos o de acceso libre. Y junto a estos, hay sacos o cajones de estructurante para que la ciudadanía coja la materia seca con la que tapar sus biorresiduos. Pastoriza explica que se trata de un proceso aerobio y termófilo y con aumento de temperatura en el que es necesario mezclar residuos de cocina y jardín con restos leñosos y secos de podas, serraduras y hojas. Por cada 100 kilos de materia orgánica se obtienen unos 10 kilos de compost cribado. “Conforme vamos haciendo compost, los vecinos lo recogen”, explica. “A los interesados en participar ya les explicamos cómo separar bien los restos orgánicos de casa”, añade la experta. Siempre hay pequeños detalles: las bolsas de infusión deberán depositarse sin grapas y las servilletas de papel, solo son aptas las blancas, por ejemplo. Charlas en la calle, consultas particulares y carteles ayudan en la tarea. “Prácticamente, no tenemos ningún impropio”, reconoce.

Nueva norma

Con la nueva normativa específica, la Consellería de Medio Ambiente, Territorio y Vivienda quiere reforzar la confianza y seguridad jurídica en las posibilidades que ofrece esta actividad, para impulsar su implantación mediante la difusión de sus características, requerimientos y potencialidades.

El decreto en curso recogerá las condiciones técnicas de las instalaciones y actividades de compostaje comunitaria –nivel de protección ambiental y estándares de alta calidad–. Conforme a la Unión Europea, los ayuntamientos tienen de plazo hasta el 31 de diciembre de 2023 para implantar la recogida selectiva de la materia orgánica contenida en los residuos urbanos. No obstante, esta normativa no será aplicable al compostaje, que se considera una operación de prevención de residuos. Así, la futura normativa facilitará a las entidades locales un marco jurídico actualizado, y en sintonía con la Ley 6/2021, de 17 de febrero, de residuos y suelos contaminados de Galicia.

“Mestra composteira” del concello de Moaña

Este tipo de instalaciones completarán el trabajo que ya realiza la red de composteros de Sogama, formada en la actualidad por más de 18.000 –con capacidad para unos 400 litros y fabricados con materiales reciclados–, presentes en 222 ayuntamientos, 179 centros educativos y 29 colectivos sociales.

No ocurre lo mismo con los residuos domésticos: el Gobierno central ha adelantado al 30 de junio de este año la puesta en marcha del quinto contenedor de basura –de color marrón– para proceder a la recogida separada de los residuos orgánicos domésticos, pero solo para los municipios con más de 5.000 habitantes. No obstante, el objetivo se presenta muy complicado de cumplir en tan corto margen temporal.

“La recogida diaria del contenedor marrón será inasumible”

“Hicimos 22 islas de compostaje, cuyo número de composteros varía en función del número de vecinos”, explica el edil de Medio Ambiente de Allariz, Bernardo Varela, que trabaja en ese plan desde 2016. En Allariz, todos los días se revisa el ‘compost’, que luego se usa para huertas o jardines comunitarios. “Apostamos por el compostaje comunitario para biorresiduos, con compostadores de alta capacidad allí donde sea necesaria”, añade.

Sin embargo, el experto sí aprecia dificultades en la próxima gestión del contenedor para residuos domésticos que será obligatorio a partir de junio. “Tenemos 92 núcleos de población para los que es inasumible poner un contenedor marrrón, por las altas temperaturas que se registran en verano y que obligarían a una frecuencia de recogida diaria inasumible”, razona. 

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