Los concellos gallegos tienen de plazo hasta el 31 de diciembre de 2023 para implantar la recogida selectiva de la materia orgánica a través de un quinto contenedor, de color marrón. Ése es el mandato de la UE, que busca incrementar el reciclaje de basura mediante la fabricación de compost. Sin embargo, en Galicia tras el primer año y medio de funcionamiento de la nueva central de compostaje ubicada en el complejo de Sogama, en Cerceda, solo tres de los 18 municipios a los que podría dar servicio están enviando sus biorresiduos a esta planta. En 2020 estos tres ayuntamientos entregaron solo 242 toneladas de materia orgánica, cuando la capacidad de tratamiento de estas instalaciones es de 15.000 toneladas anuales, es decir, menos del 2 por ciento de lo previsto.
Hasta ahora, en la comunidad autónoma, con carácter general, los biorresiduos no se reutilizan. Se mezclan con el resto de desechos no aptos para el reciclaje en la bolsa negra y se envían a Sogama para su incineración. Solo la mancomunidad de O Barbanza y la planta de Nostián, en A Coruña, aplican desde hace años el compostaje, que permite la fabricación de abono. Y en otros municipios gallegos se han instalado compostadores por barrios para que los vecinos depositen allí sus residuos orgánicos.