La educación de (pasado) mañana

Escolares en un centro educativo.

Escolares en un centro educativo. / c. villar

Carmen Villar

Carmen Villar

La reforma curricular de la Lomloe va a lo práctico: saber aplicar conocimientos frente a contenidos “inabarcables”

La Xunta ha prorrogado la vigencia de los libros de texto de varios niveles porque se prevé que en 2022/23 arranquen los primeros cursos con currículos adaptados a la Lomloe, la nueva ley educativa, y se actualizarán los manuales. Estos reflejarán la gran transformación que está fraguándose entre Gobierno y comunidades y que se materializará en una forma de entender la educación que poco tiene que ver con la actual en cuanto a qué se imparte y cómo.

Carmen Fernández Morante, decana de Ciencias de la Educación en la Universidade de Santiago e integrante del grupo de expertos que inició el debate sobre el currículo, avanza un “cambio radical” en la forma en que este se va a organizar. Esta semana llegan las primeras novedades al respecto, dos documentos avanzados por “El País” que inciden en el trabajo por competencias, lo que obligará a cambiar las metodologías y el determinar unos “perfiles de salida” –qué debe saber un alumno al final de cada nivel educativo– a los que se ajustarán los criterios de evaluación. Fernández Morante entiende que la ley incorpora esos criterios para todas las etapas, aunque se empiece por cursos con pruebas diagnósticas.

“(Un currículo) que prepare para la vida, que sea eminentemente práctico y aplicado, y eso es lo que hay detrás del diseño del currículo por competencias”

Para la decana de Educación de la USC el paso del modelo tradicional de contenidos al de competencias es “imprescindible” y algo que “pide la realidad”. Desde hace años, alega, tanto Europa como los principales organismos educativos reclaman un currículo “que prepare para la vida, que sea eminentemente práctico y aplicado, y eso es lo que hay detrás del diseño del currículo por competencias”. La también presidenta de la Conferencia de Decanos de Educación de España añade que ya desde 2006 Europa habla de competencias clave ciudadanas y estas no se han incorporado hasta ahora. Son variadas: digitales, lingüísticas o matemáticas, y la experta en Educación cita también aprender a aprender o la capacidad para buscar información y validarla.

Un documento base del Gobierno para abordar esta reforma de qué se enseña y cómo recoge que “ya no es suficiente un aprendizaje memorístico y acumulativo de base enciclopedista” e insta a buscar una propuesta que “ayude” a los estudiantes a “adquirir las competencias que les permitirán desarrollarse con garantías” en la sociedad que viene.

Fernández Morante defiende ir hacia lo que funciona en los países “más avanzados” porque se “necesita una educación para la vida, para resolver problemas”. “Frente a un modelo curricular que se basa en acumular datos e información”, el competencial se traduce en “definir los resultados del aprendizaje en términos de capacidades, no de conocimientos, y entender que el conocimiento es interdisciplinar”, destaca.

¿Se puede aprender sin memorizar? “Por supuesto que hay que saber”, proclama, porque una competencia es la capacidad de ejecutar y resolver algo y para ello se necesitan conocimientos, explica. “Pero hay que dar un salto más allá: saber aplicarlos”. Pero el aprendizaje por competencias se apoya en una “selección muy cuidada” de esos saberes –en contraposición a los “inabarcables” currículos en alguna etapa– y busca trabajarlos dando “un pasó más allá”, aplicándolos e interrelacionándolos con otros.

Las materias dejan de ser compartimentos estancos y es esencial la colaboración 

Si hasta ahora el currículo se organizaba por materias y cursos, la nueva estructura va a definirse en función de las competencias clave que se deban desarrollar. A partir de ahí tocaría determinar las materias y sus contenidos y cómo se trabajarían esas materias interdisciplinariamente, por eso se habla de ámbitos, porque ya “no pueden ser compartimentos estancos” y los docentes tienen que colaborar.

La nueva ley limita al 50% el contenido mínimo fijado por el Gobierno en comunidades con lengua propia. Morante explica que se trata de “primar lo básico” y que las autonomías –y los centros– tengan “margen” para incluir cuestiones “prioritarias”. Por ejemplo, cree que contenido vinculado a competencias clave, como el afectivo-sexual o educación para la sostenibilidad, entre otros, precisarían de un espacio en el currículo.

La decana de Ciencias de la Educación de Santiago está “convencida” de la reforma, pero insta a llevarla a cabo “con rigor”, porque se trata de “cambiar la forma de enseñar porque la realidad lo necesita”. Pero avisa: “Un currículo como este si no tiene recursos está llamado a fracasar”.

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